¿Vivir en la añoranza?

Cada vez que paso caminando por la academia de danza cerca de mi colonia, me invade la nostalgia. A veces solo suspiro.

Y entonces me pregunto ¿se puede vivir en la añoranza?

La vida adulta está resuelta para cumplir con lo indispensable: trabajo, pendientes y organización doméstica. El tráfico y un ritmo vertiginoso, deja poco espacio para disfrutar, si quiera, el atardecer ámbar que todavía podemos gozar en esta ciudad o el olor a café en la mañana.

Los pequeños placeres que antaño lo eran todo: bailar, leer, largas caminatas, escribir, tomar café y platicar hasta tarde por teléfono con los amigos en la distancia, se fueron reduciendo cada vez más.

De pronto recordé que hace un año, cuando trabajaba vaciando datos en hojas de excel en aquella oficina de gobierno, pasé caminando por el café de al lado, vi a una joven en tenis y falda tomando un café apacible y leyendo. También deseé ser ella.

He deseado muchas cosas este año y el anterior también. Recuerdo que este año me cambié de trabajo dos veces siguiendo la línea de la añorada aventura. Porque, en efecto ya no hago hojas de excel, ahora informo, redacto y hasta he hablado en la televisión en vivo.

Conseguí volver a sentir adrenalina en el trabajo después de mucho tiempo.

Mis finanzas no dan el ancho, hago menos ejercicio, camino y leo menos. Tampoco he bailado. Vuelvo a pasar por la academia de danza y en los salones otra vez escucho los pasos en la duela.

Me repongo de la nostalgia que me atrapa de repente y pienso otra vez: ¿se puede vivir todo el tiempo en la añoranza? ¿todos los sueños se pueden cumplir, a pesar de que el tiempo apremia, el frío quema, el miedo duele?

En 2024, ojalá podamos encontrar esos recovecos en el tiempo para asomarse a aquellas añoranzas, perdidas en el tiempo.

Así sea.

31 de diciembre de 2023

Twitter: @Lavargasadri