The First Omen (2023)

Antes de que Halloween (1978) arribara a los cines, haciendo cambiar la temática de las cintas de terror al slasher, tocando temas relacionados a la “pérdida de valores” de la juventud, existió otro estilo que imperó desde finales de los sesenta hasta la mitad de la década siguiente, el terror sobrenatural con tintes religiosos.  Dentro de este, son tres producciones, todas hablando de temas demoniacos pero, sobre todo, de la paternidad desde diferentes perspectivas, las que lograron trascender debido a su impacto, calidad y manejo de sus conceptos: Rosemary’s Baby (1968), The Exorcist (1973) y por último The Omen (1976).

De las tres podemos decir que la primera es la menos “manoseada”, ya que sólo se ha realizado una muy mala secuela para televisión olvidada por todos y un remake en forma de miniserie que no tuvo demasiado éxito. De las otras dos se han hecho tantas secuelas y precuelas, así como nuevas adaptaciones, todas peores que la anterior, que la formula se gastó hasta lograr el hartazgo del público. Como si esto no importara, Universal Pictures intentó revivir su franquicia sobre exorcismos el año pasado, con la supuesta secuela directa The Exorcist: Believer, estrellándose garrafalmente tanto en crítica, como en la taquilla, matando sus planes de realizar una trilogía de recuelas al estilo Scream. Como suele suceder en este tipo de situaciones, sin saber que la película mencionada fracasaría, 20th Century Studios no podía quedarse atrás y comenzó a hacer lo suyo con su respectiva película sobre temas satánicos, dando luz verde a The First Omen, dirigida por la debutante Arkasha Stevenson, una precuela de la original que acaba de ser estrenada en las salas de todo el mundo, con resultados muy diferentes (por lo menos en su calidad) que el caso anterior.

Como la historia de Damien tiene inicio y final (aunque esto por lo general no importa para el género) en la trilogía original, y se vieron los resultados negativos de tratar de ampliar a manera de reboot la saga con un nuevo anticristo, el único camino posible al buscar el acercamiento con la franquicia fue voltear al pasado narrándonos una historia que se sitúa poco antes que la primera cinta, manteniendo algún lazo con esta, pero centrándose en nuevos personajes.

Es gracias a esto que después de una introducción donde vemos al Padre Brennan (ahora interpretado por Ralph Ineson) en su búsqueda de los conspiradores que buscan el nacimiento del anticristo, saltamos directamente a conocer a Margaret (Nell Tiger Free) una novicia en su arribo a Roma, en medio de la exaltación política y social que representaron los llamados Años de Plomo, donde es recibida por el Cardenal Lawrence (Bill Nighy) quien le muestra la ciudad y nos hace ver que ella ha viajado hasta ahí desde América para tomar los hábitos. En su estancia la joven debe pasar sus días en el Orfanato Vizzardeli, dirigido por la autoritaria Abadesa Silvia (Sonia Braga); mientras por las noches comparte departamento con otra novicia de carácter liberal de nombre Luz (Maria Caballero), quien le muestra una vida que no conocía; y comienza su interacción con una adolescente huérfana, que mantienen apartada por su comportamiento extraño y violento, Carlita (Nicole Sorace), personaje en quien proyecta sus recuerdos de una infancia problemática debido a cuestiones que logró superar gracias al Cardenal.

Una vez que Brennan se acerca a la protagonista con sus historias de conspiración que suenan paranoicas, una serie de extrañas situaciones comienzan a ocurrirle, haciéndola dudar de su realidad y fe, así como de los que la rodean, mientras intenta salvar a Carlita de un aparente destino trágico, al mismo tiempo que ella misma parece estar pasando por una intensa crisis personal que la lleva al borde de su sanidad mental, todo en medio de algo que se sale de su control y de lo que creía dado por seguro.

The First Omen es todo lo que debió ser The Exorcist: Believer, pero no brilla principalmente por su originalidad, ya que, sin dar más detalles, este tipo de historias las hemos visto en la pantalla hasta el cansancio; como ejemplo, este mismo año se ha proyectado también Immaculate (pendiente en nuestro país) que tiene como eje central una historia casi idéntica. Aun así, estamos ante uno de los mejores estrenos del género en lo que va del año y sería muy raro que alguna otra producción pudiera llegar a hacerle verdadera sombra, por lo menos en lo que cine comercial se refiere. Puede que la directora, junto a Tim Smith y Keith Thomas, hayan perfilado su trama a base de lugares comunes, pero los han sabido utilizar de una manera tan eficaz que han logrado crear una narración que, si bien se liga directamente con sus predecesoras, tiene una personalidad propia que permite disfrutarla por separado.

Con atmosfera retro y ligeros toques del género giallo, esta cinta utiliza el horror corporal para narrarnos una historia que nos habla de la falta de control de las mujeres sobre sus propios cuerpos, minimizadas por una sociedad machista y reglas morales religiosas que las han sometido durante décadas; la trama muestra pinceladas sobre lo traumático que pueden resultar situaciones tan normalizadas como el papel secundario de la mujer en la sociedad y la presión que se le impone, hasta los efectos o repercusiones que tiene un embarazo no deseado en las mujeres que lo viven.  Todo apoyado por poderosas escenas que se quedan en el espectador por varios días después de haberla visto, aunque estas resulten demasiado cortas o cuidadas, debido sobre todo a la censura que provocó varios recortes en las mismas, una vez que la película se tuvo que enfrentar a esta cuando Disney decidió estrenarla en cines y no en Hulu como tenía contemplado al inicio; esto resulto en numerosos recortes para que la clasificación pasara de NC-17 a R, buscando un mercado mayor.

Aun al tratarse de una producción mutilada, o dándole mayor valor por su calidad a pesar de esto, la película logra una ambientación convincente y lúgubre, tan necesaria para proyectarnos el sentir de los personajes, apoyándose en aspectos técnicos prácticos, como un muy logrado diseño de producción acorde a la época, plagado de indicios para el espectador sobre lo que está ocurriendo en realidad, así como el manejo del maquillaje como herramienta para el impacto visual y el uso mínimo de CGI para sus efectos visuales. La fotografía retro de Aaron Morton que emula la de la cinta original y nos regala algunas secuencias tan bellas como perturbadoras, acompañada de la partitura del experto en el tema Mark Korven (ha escrito la música para otras obras de terror como The VVitch: A New-England Folktale, The Lighthouse y The Black Phone, así como las miniseries Them y The Terror), complementan esta atmosfera que logra elevar la cinta incluso en los momentos que el guión se vuelve predecible o menos funcional. Todo lo anterior llegando a su punto máximo cuando la canción Ave Satani resuena y termina por conectarte directamente con la historia que complementa esta trama previa.

Redondeando todo el trabajo técnico, o coronándolo por decirlo de una manera más exacta, se encuentra un reparto acertado que cumple su papel de una manera natural, alejándose de las caricaturescas o exageradas interpretaciones de este tipo de cintas, brillando sobre todo su protagonista. Nell Tiger Free puede parecer una desconocida para muchos y hasta cierto punto lo es, ya que han sido contados sus trabajos y pocos los sobresalientes, comenzando por la serie Game of Thrones donde dio vida a Myrcella Baratheon, la hija de los gemelos Lannister en su etapa final; hasta llegar a su gran oportunidad como la protagonista de la serie sobrenatural de M. Night Shyamalan, Servant, donde interpretó durante 4 temporadas a la misteriosa Leanne Grayson, otra mujer entregada a su fe que puede tener paralelismos con el personaje que aquí desarrolla. Su Margaret sufre una transformación en pantalla tan desarrollada que parece interpreta a dos personajes en cada una de las mitades de la cinta, apoyada por una gran contención en la primera parte, para dar pie a un desfogue total y una corporalidad diametralmente opuesta en la segunda. Una de esas jóvenes promesas que le falta encontrar el papel adecuado para destacar, pero que va por buen camino si no se le encasilla en este tipo de papeles y producciones.

The First Omen no es perfecta, claro, incluso puede sentirse un poco que su directora se ha curtido en la televisión, pero es una muy buena película de terror psicológico, aunque carezca de originalidad o un verdadero giro que logre impactar, aunque tiene tan buena manufactura que estas cuestiones pueden pasarse por alto. En un mar de producciones intrascendentes o películas desarrolladas con el mero fin de generar dinero a costa de otro material, el que esta se haya dado el tiempo de ser tan cuidada para funcionar como parte de algo más grande que ha sobrevivido el paso del tiempo, la puede situar sin problema en la reducida lista de las que sobresalen del montón, lo que debería bastar para que el público acuda a las salas y se  deje atemorizar pero, sobre todo, asombrar porque todavía existe cine comercial de este nivel dentro del género.

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