Barbie 2023

Aclarando puntos primero. ¿Barbie es la película del verano? Dejando de lado polémicas y gustos, en el sentido estricto del término, sí, lo es. ¿Se ha convertido en un fenómeno sociocultural como hace mucho no ocurría? Sí, en definitiva y es posible que pase mucho tiempo para que esto se repita. ¿Ha resultado exitosa? Sí, tanto en la taquilla como en critica. ¿Es lo que el público esperaba? Para la audiencia general no del todo, para los que estábamos al tanto de las personas detrás del proyecto sí. ¿Es una historia para niños? No, definitivamente no. 

¿Algunos padres son tan estúpidos que llevan a sus hijos a ver películas con clasificación PG-13, sin investigar el contenido al que van a exponer a sus hijos? Estos últimos días nos han revelado que sí y que es algo mucho más común de lo que debería. ¿Es un producto feminista que se burla de los hombres? Sí y no, salvo que te quedes con la primera capa del guón. ¿Muchos hombres se han sentido ofendidos por el tono de la película? Sí, posiblemente debido a lo que expongo en el punto anterior y por una más que probable identificación con alguna situación, aunque muchos se han ofendido sin siquiera verla. ¿Las mujeres están libres de critica alguna? No, el tratamiento se encarga de tocar temas sobre ellas también. ¿La gente la está amando? Si, de sobremanera. ¿La gente la está odiando? También, como suele suceder con este tipo de productos. ¿Era posible darles gustos a todos? No, debido a las expectativas personales, a lo que representa la muñeca, las modificaciones en la percepción sobre esta y a los cambios sociales que se han vivido.

Dejando de lado estas cuestiones que no tienen nada que ver con la película como tal, ¿de qué trata esta ofensiva historia que busca enfrentar a mujeres contra hombres, destruir a los segundos, desaparecer la familia clásica como institución y homosexualizar a la población entera… según algunos? Pues simple y sencillamente (en la superficie), de dos personas (o juguetes) que están atravesando por una crisis existencial. Barbie Estereotípica (Margot Robbie) rubia, perfecta, siempre bella e impecable, feliz en cada momento y sin una profesión definida, vive en el igual de (en apariencia) perfecto, bello, feliz  (sólo que en color rosa) Barbieland, donde todos los días son iguales y varias versiones de Barbie, de toda etnia y corporalidad (esto último, algo que no ha sucedido en la vida real, pero que para conveniencias del guión sí pasa en la película), conviven en ese idílico (aunque infantil) mundo de alegría eterna, donde cada una desempeña las funciones que Mattel les ha asignado según el modelo correspondiente, orgullosas (e ingenuas) de haber vuelto el mundo un lugar mejor para las mujeres en que se convirtieron las niñas que algún vez jugaron con ellas.

La repetitiva felicidad del día a día, de las mañanas en la playa a las maravillosamente coreografiadas fiestas nocturnas, se rompe cuando la Barbie protagonista comienza a cuestionar el mundo en el que vive, así como su existencia misma, en la forma de pensamientos que nunca ha experimentado y que no sabe de donde provienen, por lo que las demás le dicen que debe hablar con Barbie Rara (Kate McKinnon), representación de las muñecas con las que se ha jugado muy rudo y no son perfectas como el resto, a quien han segregado por esta cuestión y quien le explica que todo se debe a que la niña que juega con ella en el mundo real esta triste y ella debe buscarla para arreglar lo que está sucediendo. Barbie Estereotípica, renuente al principio, emprende el viaje al mundo real, acompañada (en contra de su voluntad) de su Ken correspondiente (Ryan Gosling), quien está viviendo su propia crisis, al no entender la razón de que Barbie no lo quiera como el desea, así como no sentirse satisfecho con el rol que le ha tocado desempeñar como mero accesorio en un mundo diseñado alrededor de la muñeca que ama. El choque que representa para ambos enfrentarse a la realidad una vez que se encuentran en nuestro mundo, los hará replantearse aún más los papeles que desempeñan y las cosas que creían verdades absolutas, mientras su presencia en este mundo repercute tanto en el suyo, como en el nuestro.

Lo sé, una verdadera blasfemia, una aberración, una afrenta contra los nada arcaicos valores morales que durante siglos han sido pilares de nuestra sociedad, y han demostrado ser totalmente eficaces y funcionales para mantener un mundo en armonía y feliz. Para los que no entendieron esto, estoy siendo sarcástico, de la misma manera que lo es el trabajo de escritura que realizaron la directora Greta Gerwig y su marido Noah Baumbach, pésele a quien le pese. Esta Barbie es un producto pensado para las generaciones que crecieron con la muñeca y se han dado cuenta de que este mundo sigue siendo muy brutal para muchas mujeres, no para las niñas que ahora juegan con ellas, puesto que para eso existen 40 cintas animadas (investigué la cifra), donde la protagonista ha vivido todo tipo de aventuras sin el mayor intento de mostrar más que diversión infantil a quien las vea. Sí, 40 cintas que pueden ser vistas cuando quieran, pero parece que parte del público quería que el numero ascendiera a 41, puesto que es lo que las hordas enardecidas de personas ofendidas han proclamado haber esperado al entrar a la sala, a pesar de que desde el trailer mismo se hacía más que evidente que no sería así. Pero esto también tiene que ver con gustos o formas de pensar, y aquí se trata de analizar una cinta desde sus aspectos técnicos y la manera en que esta fue armada, que es lo que dicta la calidad final de una producción, independientemente de los filtros personales que cada uno pueda tener para generar afinidad o rechazo para con esta.

Dicho esto, empiezo con lo que considero su mayor punto a favor, que es el despliegue visual con el que cuenta la película. La directora seleccionó en esta ocasión a un dream team que la apoyara en este, su proyecto de mayor tamaño en este sentido. Sarah Greenwood en el diseño de arte, Jacqueline Durran en el de vestuario y Rodrigo Prieto en la fotografía, fueron los escogidos para realizar una labor titánica, ya que se prescindió totalmente de escenografías creadas por CGI, para crear esa sensación de encontrarse en medio de una juguetería y poder tocar todo lo que aparece en pantalla. Imposible dividir el trabajo de estos tres maestros uno del otro, ya que debieron unir mentalidades para que todo funcionara, las dos primeras para recrear en tamaño real (un poco más pequeño de lo normal para dar la apariencia de juguetes), las múltiples casas, vehículos y aditamentos que han  sido vendidos por Mattel a lo largo de los años, así como los icónicos vestuarios que la protagonista y las otras Barbies lucen durante el metraje, lo que vuelve a la cinta una catedra de referencias sobre la muñeca y su mundo; por su parte, la cantidad de color rosado fue un desafío para el fotógrafo que, a la par de generar tomas lo suficientemente especificas para que la diferencia entre ambos mundos fuera evidente (con un mayor logro en el de fantasía que en el real), se vio en la difícil situación de luchar contra una iluminación y paleta de colores que hacia lucir de forma extraña a los actores, por lo que sin su trabajo la cinta pudo haber sido muy diferente a lo que vimos en la pantalla. Los tres trabajan en armonía y perfecta sincronización para que el mundo de Barbie cobre vida en la pantalla.

El segundo punto a favor de la cinta sería su reparto. Aunque no fueron pocos los que criticaron la selección de los actores, una vez vista es imposible imaginar a otros en sus papeles. En este sentido (y después de pasar una semana preguntando a mis amigos y conocidos actores sobre este punto), las interpretaciones podemos dividirlas entre lo corporal y lo emocional. Mientras en la primera parte de la cinta y algunos momentos en los dos últimos actos, los actores tuvieron que moverse como si fueran juguetes, logrando hacerte sentir que realmente lo son, sobre todo la secuencia cuando se nos presenta la vida perfecta de Barbie, situación que muta conforme avanza la historia y estos son expuestos al mundo humano, donde la parte emocional va floreciendo, logrando verdaderas escenas de lucimiento sobre todo en sus dos protagonistas. Y no es que el reparto completo no esté bien, incluidos los casi cameos como el de la directora y guionista Emerald Fennell como la muñeca descontinuada Midge, o John Cena y Dua Lipa como las versiones sirena de los muñecos; así como los actuaciones secundarias de los roba escenas Michael Cera como Allan el amigo de Ken que a nadie le importa, Kate McKinnon como la Barbie maltratada y sobre todo America Ferrara en un papel de humana que se apoya en el que es posible el monologo del año para hacer que sus palabras calen; pero este es el show de Barbie y Ken, con un mayor lucimiento del segundo, más no por eso dejando muy atrás a la protagonista. 

Margot Robbie es Barbie, física y emocionalmente, sus movimientos son precisos y todo el primer acto es un deleite gracias a su gracia para interpretar esta parte de la historia,  pero es a partir de su llegada al mundo real que despliega todos sus dotes interpretativos para transmitirnos su confusión inicial y el dolor de ver como todo se desmorona a su alrededor, sin perder ese lado cómico que el personaje y tono de la cinta necesitaban; hay papeles que vuelven estrellas a los actores, y no es que ella no lo fuera ya o haya tenido grandes actuaciones antes, pero este es su papel antes y después, sin forma de rebatir este punto. Para el final Ryan Gosling, quien fue tachado de viejo para el papel, pero que ahora es imposible ver a otro en su lugar, con las mejores escenas, momentos cómicos y desarrollo de personaje; su crecimiento y cambio una vez que ha llegado a un lugar donde se siente valorado por primera vez le da una cantidad de herramientas que sabe utilizar de maravilla para que el público, en lugar de odiar algunas de sus acciones, termine comprendiendo su actuar; uno de esos papeles e interpretaciones que dan premios, como ya se ha venido comentando desde los pases para la crítica tiempo atrás.

Entonces, tenemos una cinta que esta visualmente lograda al extremo, con muy buenas actuaciones, lo que nos deja un ultimo punto a tratar, que si bien es logrado, presenta algunos de los aspectos que pueden llegar a lastrar la calidad general, que es su guión. No, el mismo no es malo y no, las criticas no tienen nada que ver con si es feminista o todo de lo que se le ha catalogado, estas son en otro sentido, ya que un guión debe contar con ciertos aspectos que debe cubrir, como la estructura con la que se escribe y divide, así como la lógica de lo que se ve en pantalla, y es lo que importa al final. Greta y Noah escribieron una historia divertida, plagada de referencias culturales y agudos diálogos, asegurándose de nivelar su historia entre ambos personajes, lo cual lograron, a pesar de lo que digan algunos que la han visto, pero hay puntos que pudieron mejorarse, pero hablaré primero de lo positivo. 

Barbie no se burla de los hombres, ni enaltece a las mujeres como tal, ya que primero se debe entender, como se explica en el primer acto, que ese mundo es creado gracias a la mente infantil de las niñas que han jugado con ellas. En este sentido, las acciones o forma de pensar de los personajes tienen mucha lógica, puesto que, si vemos jugar a un niño, es entendible que Barbie no sienta una atracción por Ken, porque es en lo último que piensa un infante menor de 10 años, salvo que los adultos le hayan impuesto el pensamiento de tener que emparejar a sus juguetes. Ken está frustrado por el rechazo, pero en su caso esto sí tiene sentido, debido a que su única función dentro de ese mundo no esta siendo realizada, pero ni él mismo sabe la razón de querer tener una relación con ella. Barbie y Ken son dos niños que son en esta cinta expuestos sin armas al mundo adulto, uno que no comprenden y del que ambos absorben, lo mejor que pueden, aspectos que nos logran entender del todo, imitando lo que ve uno y rechazando el cambio en el caso de ella. 

En este aspecto la cinta funciona, a pesar de ser demasiado explicita en su mensaje, ya que nos muestra cómo los hombres y las mujeres vivimos bajo la presión de cumplir con ciertos estereotipos impuestos por la sociedad. La llegada de los dos al mundo real ejemplifica esto, cuando ambos comienzan a experimentar emociones como la inseguridad corporal, cuando ella se siente juzgada y el aceptado, para luego mentir con respecto a su cuerpo, cuando se hace alusión a su falta de genitales, cosa que nunca le había importado hasta ese momento. Sobre esta misma línea, el mundo dominado por mujeres que es Barbieland tiene lo suyo, cuando todas las muñecas se expresan de la Rara de forma despectiva, sin reparo alguno, simplemente por no ser perfecta como las demás, haciendo ver que este mundo no es tan perfecto como parece. Todo esto explota en el monologo que ya mencioné, cuando America Ferrara escupe una serie de verdades que han incomoda a varios, llegando a negarlas. Y si, ya sabemos, tú no te identificas con esto, así como nunca quisiste una Barbie, eres única y diferente, pero para los que hemos llegado a ganar la confianza de mujeres que se abren ante nosotros, esas palabras recitadas por la actriz latina las hemos escuchado muchas veces, lejos de los odios juzgadores de los demás. Y aquí el punto importante es el hecho de que no se habla de lo cansado que es mujer en un mundo de hombres, sino de lo agotador que resulta ser mujer en general, incluidos los momentos en que otra mujer es la que juzga. 

Como estos puntos hay muchos más que se tratan, como el capitalismo (resultando irónico para una cinta que no puede ser más representativa de este) o el feminismo endeble que se puede tumbar si no tienen unas bases firmes para sostenerlo, cosa que, a mi punto de vista, es cuando empieza todo a flaquear un poco. Hay ocasiones en que menos es más, donde debes escoger que temas manejar y cuales dejar de lado, cosa que no sucede en este proyecto, donde se trató de abarcar demasiado y hay cosas que no logran la misma profundidad que las demás, volviendo un poco cansados algunos de los actos. La cantidad de personajes a los que se les da voz tampoco ayuda, ya que muchos se quedan unidimensionales, sin el tratamiento necesario para volverlos memorables o entrañables. Algunas situaciones padecen de esto mismo, resolviéndose de manera simplona u otras quedan sin explicación, como es el caso de que Allan y Midge convivan con el resto a pesar de estar descontinuados, pero otros en su caso estén relegados; el que los humanos estén tan consientes de este mundo de fantasía tampoco llega a explicarse del todo, así como el hecho de que algunos juguetes estén al tanto de cosas que suceden en el mundo real, a pesar de que nunca lo hayan conocido. Pocos puntos en contra, pero que pudieron evitarse para lograr algo mas redondo y logrado en este sentido.

Puede que Barbie no sea mi película favorita en lo que va del 2023, porque no lo es, a pesar de defenderla tanto, pero en un año de productos genéricos que han terminado fracasando, un de este estilo debe agradecerse en lugar de atacarlo. No es perfecta, porque ninguna lo es, no es lo que muchos esperaban, como sucede con algo de este tamaño, pero es imposible negar que es una buena película y que ya nada se puede hacer para meterla a la caja, ya que su éxito es innegable. En definitiva, esta es una de las películas del año y nadie puede hacer nada al respecto, sin importar cuantos señores cuarentones se rompan las vestiduras mientras la critican.