“El humor, un arma para humanizarnos ante la tragedia”: Carlos Velázquez

A Carlos Velázquez se le define como un caso particular en la literatura contemporánea de México. Originario de Torreón, en el norte del país, ha capturado la esencia de esta región a través de su escritura única y provocadora. 

Editorial Oceáno ha publicado su más reciente libro de cuentos “El Menonita Zen”, integrado por siete relatos atravesado por la música y por las obsesiones que pueblan su universo.

El autor conversó con La Vereda, desde Texas, donde realiza una estancia literaria y prepara su siguiente proyecto. Se le escucha como un autor realizado, pero sobre todo, como un lagunero sincero y sin tapujos.

Sabemos que parte de tu literatura se ha nutrido de la cultura y la realidad del norte del país, ¿este libro tiene otras geografías de inspiración?

“Desde 2008 que fue cuando salió la primera edición de la Biblia Vaquera, empecé a viajar a Ciudad de México, he entablado una relación muy estrecha con la ciudad, la ciudad del movimiento rockero perpetuo, he hecho mucho turismo musical, además de eso empecé a desenvolverme en la ciudad, empecé a cosechar amistades, que me enseñaron las entrañas de la ciudad…

He ido con muchos chilangos y los he llevado a visitar lugares que mucha gente de ahí no conoce, uno que va de nini, tiene todo el tiempo para andar dando vueltas. La Ciudad de México empieza a aparecer en mis crónicas desde 2010 y en la ficción desde La Efeba salvaje.

Como narrador, independientemente de donde uno nazca, no está suscrito a ningún territorio.

En El Menonita Zen, hay un cuento que ocurre en Ciudad Juárez. Es una ciudad que he visitado mucho, me parecía un territorio literario rico para explorarse.

Es imposible que las ciudades no te contaminen, el norte como territorio literario es inagotable, pero no me casé con la idea de escribir del norte.

El norte es entendido como provincia, pero se magnificó como territorio literario, mi visión ha sido que a pesar que haya nacido en una ciudad pequeña como Torreón, es no tener una visión provinciana de la literatura, como le ocurre a muchos autores”.

¿Cómo decidiste explorar el humor en una literatura que refleja temas tan fuertes, como el suicidio por ejemplo?

“El humor es un arma muy importante para humanizar a los personajes y a nosotros ante la tragedia. Cuando yo llegué a la escritura, la literatura del narco estaba en su propio auge, era una manera muy llana simplificar el norte. Una manera muy pobre de definir lo que ocurría.

Había una problemática de la literatura mexicana de las décadas pasadas, una solemnidad a ultranza, muy preocupada por no transgredir los límites de la alta cultura, excepto en autores como José Agustín, de quien pude advertir que la literatura era también un divertimento.

La manera de humanizar a los personajes es tratándolos con las pinzas del humor, yo quería escapar de esa solemnidad, de una visión unidimensional del norte, la salida que encontré fue en la comedia, no tiene que ver con la comedia del cine, de la televisión, viene de cómo he visto el mundo. Hay cosas que se van paliando a través de la risa…” 

Cuéntame del proceso de escritura de este libro ¿dónde y cómo surgió?

“Suelo escribir libros de cuentos en el periodo de un año o de año y medio, este libro en particular me llevó cuatro años, lo empecé a finales del 2018. Este tiene 272 páginas y seguía creciendo.

Los cuentos abarcan muchas temáticas, por lo regular se ciñen más a un mismo tono, un mismo espíritu, me gustó que daban un efecto muy particular”.

¿El título El Menonita Zen se debe a que es el mejor cuento del libro?

“Es el mejor cuento del libro. Lo que tiene este cuento es que en principio siempre le estoy huyendo a la violencia, a escribir del narco, de la policía. Siempre quise escribir un cuento fronterizo, no quería caer en el tema de los desaparecidos e indocumentados, quise darle la vuelta a todo eso y escribir un cuento sobre la frontera con un espíritu distinto, llevarlo hacia el otro extremo. 

Lo contrario a la violencia, es la paz espiritual. Un cierto grado de pureza es un menonita, una comunidad apartada, apegada a sus prácticas, entonces pensé sacar al menonita de su zona de confort, llevarlo a la paz espiritual, en un escenario junto a un indocumentado… Los personajes olvidan que están en un territorio agreste, de los más peligrosos del planeta”.

¿Dirías que este es tu mejor o más importante libro de cuentos?

“No sé si podría decir eso, porque para mí y para algunos de los cuentistas, el mejor libro de relatos es el que estás escribiendo, es el próximo, pero hay cosas en este libro que me gustan mucho, me gusta la estructura que tiene, cada historia tiene algo, creo que este libro es un poco la recompensa, por haber insistido en el género tantos años”.

¿Qué significa para ti, siendo un autor del norte, que tus libros se vendan y sean leídos a nivel nacional?

“Está uno tan concentrado en el trabajo, que no te puedes detener a pensar en lo que está ocurriendo, tienes que seguir trabajando, cuando empecé a escribir no imaginé que fuera ser reconocido en el centro y fuera de él, porque toda la recepción crítica se filtra a través del centro.

Por la preocupación estética que tiene uno como autor, todo lo demás viene por añadidura, cuando tienes la dimensión, las cosas empiezan a suceder. Ser escritor exige mucha autocrítica, uno tiene que estar dispuesto a recibir golpes, cuando no hay rigor es difícil que llegues a tener éxito”.

¿Decías que El Menonita Zen es el mejor cuento, pero ¿cuál es el que más te gustó escribir?

“El que más disfruté escribir es La fitness montacerdos. Es un relato que también tiene una particularidad dentro de mi obra porque son 60 páginas, nunca había escrito algo tan largo, hablé con el editor pensando que sería necesario hacer una gran purga, pero me dijo que no había que moverle demasiado, porque fluía muy bien”.

Por último, el autor compartió que Editorial Océano va a reeditar todos sus libros anteriores y publicará uno nuevo en agosto de 2024, dentro de la colección particular llamada “Biblioteca Carlos Velázquez”.