Ángel Jacquez: El hilo fantasma de una pasión

Una de las principales fuentes de inspiración en el proceso creativo de la diseñadora de moda Ángel Jacquez es la música de Goran Bregović, sobre todo a partir de la película Underground (1995), del director Emir Kusturica, quien también dirigió El tiempo de los gitanos (1988). 

El próximo viernes 1 de marzo en las instalaciones de Casa Mudéjar se presentará: Ederlezi… A finales de invierno, un espectáculo que combinará música, performance, danza contemporánea y pasarela, que oscila entre la tradición romaní de los Balcanes y la subcultura cyber-punk. 

Este es el segundo proyecto de Ángel Jacquez quien en mayo de 2023 montó Cinema Pasarela, un concepto basado en la estética del cine de los cuarenta y cincuenta en el que logró conjuntar de forma orgánica mundos que, aparentemente, se encuentran en las antípodas de sus respectivos discursos, es decir, el arte y la moda.

En su libro Más allá del espacio vacío. Escritos sobre teatro, cine y ópera 1947-1987, el célebre director inglés Peter Brook dice que: “Una obra en escena es una serie de impresiones; pequeños estímulos, uno tras otro; fragmentos de informaciones, de sentimientos, de sensaciones, agrupados de manera secuencial para sacudir la percepción del espectador. Una obra es buena cuando emite muchos de tales mensajes; por lo general, varios de diferente naturaleza al mismo tiempo, que a veces hasta se atropellan entre sí, se superponen, se amontonan unos contra otros. Todo está exaltado, conmovido, perturbado: la imaginación, la inteligencia, los sentimientos, la memoria”.

La representación nace a partir de la necesidad de contar una historia. Cinema Pasarela fue un proyecto sin precedentes en la historia reciente de la Comarca Lagunera. En una ciudad como Torreón, que en apenas poco más de 116 años de existencia posee una marcada pretensión de modernidad, a medio camino entre la autenticidad y la impostura que sobrevive hasta la actualidad, es difícil encontrar ejemplos que apuesten de manera abierta, atrevida y sin pudor a mezclar dos ámbitos que tienen más en común de lo que las posturas oficiales, académicas y normativas nos vienen diciendo desde hace décadas. Por lo tanto, las representaciones de la vida nunca son inocentes.

La moda también es producto de la historia y un lenguaje de su propia época: adapta y posiciona elementos que devuelve en forma de tendencias. Ángel Jacquez entiende que la moda es una expresión más de la cultura que con el paso del tiempo estableció lazos cada vez más profundos con el arte, dejando atrás la simple funcionalidad de las prendas como «vestimenta» para confluir en una simbiosis más próxima a un discurso estético o un posicionamiento político.

En ese sentido, la propuesta escénica de Cinema Pasarela ofreció ciertos guiños a un espectáculo propio del cabaret berlinés e incluso por momentos coqueteó con la idea de plantear una obertura al estilo de una ópera, a través del tema Sing, sing, sing, de Benny Goodman, una pieza monumental poseedora de una energía, cambios de ritmo y narrativa que generó entre el público una sensación de expectativa que, aunado a la belleza arquitectónica de Casa La Morelos, provocó distintas reacciones que fluctuaron desde el asombro y la fascinación, hasta el desconcierto y la confusión, pero en ningún momento indiferencia.

En la filosofía estética de Ángel Jacquez emerge una suerte de resistencia al más puro estilo partisano. El punto de partida de Cinema Pasarela fue la coyuntura gestada antes, durante y después de la Segunda Guerra Mundial. Al igual que las jóvenes y las mujeres que transformaron la necesidad de vestirse en un asunto de alto estilo y en una declaración de moda salvajemente subversiva, en las creaciones de su marca Thercka es posible advertir ese halo chic revolucionario.

Peter Brook decía que el montaje no es orden sino relaciones. Los creadores siempre se hacen este tipo de preguntas: ¿cómo haremos que esto funcione?, ¿cómo lo superaremos? Este ejercicio escénico tuvo la enorme fortuna de contar con el talento de extraordinarios artistas como las bailarinas Sara Ovalle, Berenice Ovalle y Alpha Ríos, integrantes de la compañía Mezquite Danza Contemporánea y maestras de la Escuela Municipal de Danza Contemporánea de Torreón (ESDACONT), que montaron actos definidos a partir de la música de Big Bad Voodoo Daddy, banda de neoswing que abarca desde el Dixieland al jump blues, pasando por el sonido big band.

El live act realizado por el maestro Raúl Jáquez a partir de los sets electrónicos de Titi Sans (Amauri Solís), le otorgó al espectáculo una épica aún mayor; mezcla de performance musical, improvisación y un diálogo inmejorable en la modalidad back to back (B2B). 

La experiencia y el virtuosismo del bandoneonista y acordeonista intervino en Sandalwood I y The Hem, dos piezas del compositor inglés Jonny Greenwood –integrante de Radiohead–, sin que pierdan un ápice de belleza propio de la música clásica y esas pinceladas concienzudamente modernas, resultado de partituras exuberantes y sombrías; hipnóticas y abrumadoras. 

Los temas de Greenwood provocaron que Cinema Pasarela tuviera esa vibra de luz y oscuridad tan envolvente, explorando el lado más siniestro, inquietante e impasible de la música de concierto. Sus composiciones minimalistas guardan similitudes con ciertas notas de Philip Glass, sobre todo en algunos pasajes del soundtrack de The Hours, el filme de Stephen Daldry que narra tres historias interconectadas; una de las cuales se sitúa en tiempos de la posguerra.

Más adelante, la propuesta musical de Raúl Jáquez navega por los senderos de la melancolía, el dramatismo y la contención, estableciendo un puente histórico que va del período de entreguerras al tango profundamente cinematográfico por medio de la interpretación de Oblivion, de Ástor Piazzolla. 

De ese modo, El Chiosco de Casa La Morelos se transformó en una especie de conventillo del arrabal porteño con reminiscencias a un Berlín en ruinas, mientras un fueye que rezonga, retumbó en las paredes del recinto conocido anteriormente como Casa Tueme, construido en 1935, en los tiempos en que Torreón aspiraba a convertirse en una metrópoli cosmopolita y multicultural. 

La moda es arte. La relación entre estos universos es muy estrecha. Ambos son medios de expresión de alto impacto que crean objetos no solo de cierta belleza, sino también capaces de emocionar y de generar una reflexión. De hecho, la industria de la confección se sitúa en el centro de la creatividad y es el mejor espejo de la sociedad y su cultura. Son ámbitos que guardan similitudes: de un lado y de otro surgen grandes nombres, imitadores y revolucionarios.

Una herencia que nos muestra la trayectoria hacia la definición de la identidad de Ángel Jacquez, quien no solo dibuja, boceta, corta, diseña y cose, sino que interviene y transforma todo lo que está a su alrededor, incluyéndose a ella misma como espectadora-voyerista. En sus diseños se advierte su creatividad y el profundo sentido que ocupan los colores, las formas y las texturas, pero también nos hablan de su temperamento, carácter, pasiones y obsesiones.

Los trazos invisibles de su mano muestran que sus vestimentas son más que un accesorio. Son obras de arte, saturadas con la energía y la personalidad de su creadora. Cuando comienza a trabajar una pieza, emerge una profunda intuición, sin forma, que es como un aroma, un color, una sombra.

Si bien el arte de Ángel Jacquez nace del aislamiento, no es en absoluto una afirmación de soledad. Es una tentativa profundamente personal de sobreponerse a la desesperanza humana y encontrar alguna clase de conexión. En otras palabras, lo que define realmente bien el proceso creativo de sus diseños es la experiencia del anhelo.

Cinema Pasarela fue como un cuento de hadas justo encima de la realidad. Un proyecto cultural que rozó una estética un poco más oscura y hostigadora. Sin embargo, a pesar de lo efímero de su representación existen un montón de lecturas a futuro. Causa deleite algo muy particular: observar la construcción minuciosa de una puesta en escena de una época en que el lenguaje de la moda transformó y reinventó la vida de mujeres y hombres para siempre. 

Ángel Jacquez hizo de sus bocetos un drama musical y dancístico que manipuló el color y el movimiento de la forma humana para construir un objeto material que también es artificial, idealizado y fantástico; un lujo a partir de un sueño. La moda contribuye en la creación de anhelos e ilusiones.

Mención especial para la dirección escénica a cargo de Mace Medina, quien transformó a los modelos de la agencia LMAC en personajes con una presencia alejada de las estructuras convencionales y más enfocado en reinventar y potencializar sus capacidades actorales con el propósito de integrar un summum con aproximaciones al performance y al happening.

Cinema Pasarela fue como una pieza de música de cámara, íntima, con personajes y protagonistas específicos, con características y comportamientos concretos, romántica y kitsch; utópica y realista en la misma medida, con hermosas armonías y cambios de tono cautivadores. Es la representación misma de la obsesión, aunque en esta ocasión lo que la empujó fue la búsqueda de una convergencia artística.

Las representaciones de la vida nunca son inocentes. Construimos nuestra sensibilidad con base en las representaciones que consumimos. Las formas en las que nos relacionamos con la vida son producto de nuestra relación con representaciones, y éstas configuran la manera en la que afrontamos la realidad. 

Ángel Jacquez sabe que uno debe ser fiel a sí mismo, creer en lo que uno hace, pero sin dejar de tener la certeza de que la verdad está siempre en otra parte. Y al mismo tiempo, nunca creer en una verdad única, ni propia ni ajena; consciente de que todas las escuelas, todas las teorías pueden ser válidas en determinado lugar, en determinado momento. Porque dejarse ver no es poco, no es fácil y es hermoso.