John Wick: Chapter 4 (2023)

En el 2014, después de casi 10 años de fracasos continuos en su carrera, la otrora mega estrella Keanu Reeves aceptó participar en una cinta de acción de “bajo” presupuesto de nombre John Wick. El resultado de esta decisión es sabido por casi todos, ya que recibió una enorme cantidad de comentarios positivos, algo que tenía mucho tiempo de no suceder con las películas del actor, y se convirtió en un éxito bastante decente, al triplicar su costo en la taquilla internacional, así como en su posterior estreno en formatos caseros. 

Debido a esto y con la fama de Reeves resucitada, se produjeron dos secuelas sobre el personaje, cada una con mejores reseñas y mayores ingresos que la anterior, John Wick: Chapter 2 (2017) y John Wick: Chapter 3 – Parabellum (2019). Como Hollywood ama expandir los universos de sus sagas, al mismo tiempo que engrosa sus arcas, una cuarta cinta se ha estrenado este año, John Wick: Chapter 4, que ha repetido el fenómeno de las anteriores, siendo hasta el momento la de mayor recaudación y mejores comentarios de toda la saga. Ahora vista, aunque un poco tarde, es mi turno para hablar sobre ella. 

Los que hemos seguido cada una de las películas sabemos cómo va el asunto; pero para los que no, les explico que todas empiezan casi dónde termina la anterior. Aquí no hay saltos en el tiempo o periodos muy largos entre ellas, la acción se retoma al instante, por lo que todas funcionan como si esto fuera una trepidante miniserie de acción, en lugar de una saga de películas por separado. En esta ocasión, John Wick debe hacer frente otra vez a The High Table, la organización conformada por los 12 miembros criminales más poderosos del mundo, que esta vez han aumentado el precio por la cabeza del protagonista, así como dar libre acceso de todos sus recursos al villano de la cinta, el marques Vincent de Gramont (Bill Skarsgård), uno de los miembros principales de la organización, quien ha recibido la orden de aniquilar a Wick debido a que este asesinó en la escena de apertura a “El Anciano”, antagonista principal de la parte anterior, buscando la forma de lograr su libertad. Debido a esto, los pocos aliados del protagonista se ven atacados por la organización, provocando que John deba defenderlos, así como recorrer el mundo, empezando en New York, pasando por Osaka, Berlin y finalmente Paris, tratando en el camino de permanecer con vida, salvar a sus compañeros y lograr su tan ansiada libertad. Todo esto mientras una lluvia de balas, ríos de sangre y grandes escenas de acción coreografiada se nos muestran en las casi tres horas que dura la cinta.

Ok, sí, la trama suena técnicamente idéntica a las dos anteriores, lo cual es cierto a medias porque, como se ha venido haciendo hasta el momento, esto es sólo en la superficie. John Wick es una saga que ha ido de menos a más, que ha desarrollado el universo en el que se desenvuelve y que basa su encanto en su hiperestilizado desarrollo visual, el cual ha ido aumentando en complejidad, a la par que su presupuesto y éxito internacional. Digo lo anterior, porque atrás ha quedado la historia sencilla de un asesino a sueldo (el mejor) vuelto esposo devoto, que ve como una enfermedad le arrebata al amor de su vida, para después ser testigo de como un grupo de maleantes asesinan a su perrito (único recuerdo de su esposa y detonante de todo lo que hemos visto a lo largo de 4 cintas). Conforme las secuelas se han realizado, hemos atestiguado como el mundo de este sicario se vuelve más complejo y se nos ha explicado el mundo, alejado del nuestro, en el que se desenvuelven las personas como él. Si ya habíamos visto algunos de los hoteles Continental, sobre todo el de New York, con sus reglas y costumbres, así como el submundo que hay todavía por debajo de los asesinos, en esta ocasión, a la par de mostrar esto mismo a una escala más global, se nos da una muestra de los alcances de The High Table, con otro de sus miembros y las consecuencias de oponerse a sus deseos.

Otra cuestión que la aleja de las anteriores es un uso mayor de recursos cómicos (como la escena de la escalera casi al final), que si bien ya habían aparecido, en esta ocasión nos reafirma que no debemos tomarnos muy en serio estas películas, ya que no están pensadas como una muestra de hiperrealismo. Pero si hay algo en particular que reafirma el estatus de esta cinta como un posible cierre, por lo menos en lo referente a la trama que se había manejado hasta el momento, es que el ´protagonista se ve obligado a volver a sus raíces, al restablecer el contacto con la familia criminal que había abandonado al encontrar el amor años atrás. Esto provoca que se vuelva una historia de orígenes, de esas que se producen cuando el desenlace de un arco argumental está por acercarse.  

Dejando en claro las diferencias narrativas con sus predecesoras, sean estas pocas o muchas, debemos hablar del aspecto más sobresaliente de esta serie de películas, lo cual es su estilo tan particular, que te hace querer vivir en ese mundo, bajo sus reglas y dedicarte a los asesinatos por contrato. El director Chad Stahelski (responsable de las 4) ha sabido cuidar su creación, siempre logrando llevar más allá los aspectos que la han encumbrado como una de las historias de acción visualmente más originales que se hayan producido. De la mano del diseñador de arte Kevin Kavanaugh, quien se ha encargado de las 3 secuelas, en esta ocasión se ha elevado lo visto previamente, sobre todo en lo referente al Continental de Osaka, por mucho lo más logrado en este sentido; así como la sede de la Ruska Roma en Berlín y los escenarios de Paris. Estas creaciones se retratan de manera dinámica y hermosa gracias al lente del 2 veces nominado al Oscar por cintas de Guillermo del Toro, Dan Laustsen, quien se encarga desde la entrega pasada de transformar esta cinta en una experiencia más cercana a los videojuegos que al cine de acción al que se nos tiene acostumbrados. Los encuadres, movimientos de cámara, filtros y demás recursos utilizados embonan a la perfección con la visión del director, quien emula situaciones que los acostumbrados a los juegos de acción podemos identificar sin problemas, como algunos planos secuencia y el cenital casi al final de la proyección. Complementando este mundo de asesinos, el también nominado al Oscar, Paco Delgado, hace lo suyo referente al vestuario, si bien más sobrio que en la entrega anterior, se vuelve una extensión de la personalidad de los personajes, estilizando un poco los ya conocidos, así como definiendo atinadamente a los nuevos y las jerarquías de estos. Todo lo anterior, trabajando en conjunto para que la experiencia de esta cinta resulte en un festín visual para los espectadores, que al final del día es por lo que acudimos a ver todas las cintas de esta franquicia.

Ahora, si existe algo aparte de la estética de estas producciones que nos haga acudir a las salas, dejando de lado el gusto por este tipo de historias, ese es su protagonista, Keanu Reeves. Durante años se nos ha dicho que los actores más “cool” de Hollywood son Tom Cruise, Brad Pitt o algún otro, pero no, si hay un actor que se ha vuelto parte de la cultura popular debido a su personalidad y a sus proyectos, ese es el señor Reeves. Los que pensábamos que su época había pasado y que su personaje para la posteridad sería Neo de Matrix, nos equivocamos, ya que, si bien el hacker en el filme neo futurista es icónico, John Wick no le pide nada y ha logrado volverlo tan suyo, que nos resulta imposible imaginar a otro actor interpretándolo. El parco y estoico asesino parece haber sido basado en el mismo actor, cuya gesticulación y, por momentos, nula expresividad, en lugar de resultar un defecto juegan a su favor, ya que parece que no le cuesta en lo más mínimo el interpretarlo; incluso en las escenas donde debe mostrar venas cómicas, el actor no tiene problema en que el publico perciba lo que quiere transmitir, cumpliendo en todo momento con su papel. Sí, John Wick no es Shakespeare y el personaje puede no resultar un reto actoral, pero nadie lo esperamos, ya que Keanu nos da lo que necesitamos y queremos de él, que es el carisma y magnetismo de una super estrella, cosa que cumple de sobra y provoca que vayamos a ver cada una de las cintas en las que aparece, y eso es algo con lo que se nace, imposible de crear o replicar.

Con todos estos puntos a favor y con una historia redonda en su estilo, esta pudo haber sido sin problemas la parte final de una saga que nadie vio venir, pero sabemos que Reeves tiene contrato para una quinta película, posiblemente la última, y que también aparecerá en el spin off que se esta produciendo, Ballerina, programada para el 2024, dirigida por Len Wiseman y estelarizada por la nueva celebridad Ana de Armas, a quien los estudios parecen querer volver heroína de acción a como dé lugar. Por esto es por lo que podemos decir que queda John Wick para rato, pero si no hubiera más, esta cinta habría cerrado un ciclo que supera bastante a la media de este tipo de producciones y lo hubiera hecho de forma más que satisfactoria.

John Wick: Chapter 4, puede que tenga una historia sencilla, pero es una cinta que cumple con los requerimientos de su género y los sobrepasa, ya que no da descanso al espectador incluso en el momento que llega su tercer punto de giro y las cosas parecen calmarse un poco; la película es un agasajo para los adictos a la acción y no esperan más de lo que es, lo cual es lo mejor que se puede hacer ante un producto como este. Tres horas de un Hollywood espectacular en su más puro estilo, Keanu Reeves siendo lo más genial del mundo, una puesta en escena maravillosa que deleita los ojos de todos, un sondtrack espectacular que retumba como las balas y espectaculares escenas de acción magníficamente diseñadas que te impiden apartar los ojos de la pantalla. ¿Qué más se puede pedir?