Tenemos una infancia abandonada a su suerte: Raúl Esparza

Hace 3 años Raul Esparza, promotor de la lectura y los derechos de la infancia, decidió abrir con el apoyo de varios laguneros la Casita de artes y juegos “Iguamira”. Es una ludoteca en el centro de la ciudad que se ha convertido probablemente, en el único lugar de Torreón dedicado a defender el derecho al juego y a la recreación.

Es un frío sábado de enero y no hay niños en el lugar. Raúl y su colaborador esperan la llegada de pequeños y muestran las salas de la ludoteca: hay una acogedora área de bienvenida, un espacio para la lectura  y teatro guiñol, artes plásticas, un arenero, área para menores de 3 años y más juegos didácticos.

Un día después de lo ocurrido en el Colegio Cervantes de Torreón, este lugar se convierte en un espacio de reflexión. ¿Cuál es la función de esta ludoteca?

“Es un acompañamiento al menor, no necesitaríamos estar en tiempos críticos, en cualquier momento debe existir un espacio dedicado a ellos que no sea como una área anexa o accesoria. Es naturalmente una especie de lujo o privilegio que el niño siente, porque es para ellos, no está dedicado a alguien más”, explica Raúl Esparza.

 “Es como este gusto de los niños cuando se acerca su cumpleaños, es planeado para ellos. Es su día, su espacio su evento, viven la sensación de que esto es para mi, esto les hace sentir valorados”.

Esa ausencia de lugares y tiempo para la infancia, llevó a Raúl a abrir este espacio, una asociación civil sin fines de lucro que persiste con el apoyo de algunas personas y cuotas simbólicas de los asistentes. Aquí no hay apoyo gubernamental.

EL DERECHO AL JUEGO

“Es muy triste suponer que las niñas y niños se sientan solo valorados cuando va a ser cumpleaños, o días especiales como Día del Niño. No tendría porque ser así, tan restringido”.

Lo que para él significa el trágico evento sucedido en el colegio, es:

“El abandono a su suerte de la infancia, porque todos andamos muy locos muy frenéticos, desesperados. Esta realidad es algo que nosotros vimos, por eso decidimos reunirnos hace 3 años para abrir este lugar, porque no hay lugares dedicados a ellos, sigue sin haber”.

“Mantenemos la creencia de que los niños se entretienen con cualquier cosa. Estamos aquí porque creemos que los derechos de las niñas y los niños, no deben ser como discurso solamente. Se deben manifestar a través de espacios establecidos”. 

Esta es precisamente la misión de la Casita Iguamira: defender el derecho al juego, que tiene su propio valor, “un derecho se convierte en eso cuando se reconoce que es una necesidad humana”.

Al recordar el episodio de muerte de un menor y una maestra, Raúl Esparza expresó: 

“Personalmente fue muy fuerte, la violencia está muy presente en nuestra cotidianidad. Pero, después del primer shock, cuando empecé a pensar en un niño empuñando armas para usarlas contra sus compañeros y su maestra, sí fue muy estremecedor”. 

“Yo no sé si hubiera sido igual que un niño de la colonia de una escuela pública de las afueras de ciudad, hubiera hecho eso. Es muy delicado cómo diferenciamos a las infancias de una misma ciudad, tuvo un impacto mayor el hecho de haber sido donde fue”, consideró Esparza.

Afirmó que: “Yo lo considero como un fracaso social, todo los procesos por civilizar se vienen abajo cuando vemos algo así. Cuando vi las prácticas periodísticas, me dejó atónito. Desde muy temprano se decían nombres de las personas, periodistas entrevistando a niños al salir del colegio y a sus familias, convertida la tragedia en espectáculo como suele pasar en nuestro país”.

¿Y LOS VIDEOJUEGOS?
Respecto al lugar que ocupan los videojuegos en la infancia, explicó:
“En esta ludoteca desde que abrimos no tenemos nada electrónico, ni señal de internet, a pesar de recomendaciones, no hemos cedido a ello. Nuestro rechazo es porque todo eso tiene mucha difusión, no necesita más”.
“Las tecnologías digitales suelen ser mas fértiles en terrenos de abandono. Los niños y las niñas no viven eso como una de muchas distracciones, sino como la única distracción”.
Agregó que “en los videojuegos, a los personas les pasan muchas cosas, el niño vive de manera diferida esas emociones porque en su interior su vida emocional, es muy árida, igual que la de los adultos. Esta aridez emocional deja muy indefenso al menor, sus naturales controles psíquicos para no pasar del pensamiento a la acción están ausentes”.
En su opinión, esos controles de comprensión, contención y de acompañamiento son necesarios. “Es lo que hace la cultura, pero eso está ausente, no hay filtros”.
El próximo mes de febrero la Casita Iguamira cumplirá su tercer aniversario, aunque Raúl reconoce que la asistencia aún es escasa al lugar, “no nos cabe duda el éxito que tiene el espacio para los niños y las niñas”. Además dos veces al mes, con el proyecto salen a visitar colonias de la ciudad, principalmente del poniente y periferia.
Su único afán es defender el derecho al juego. Y así lo remata él: “Nuestro lema es: jugar no es un premio, es un derecho”.