Sinners (2025)

Han pasado 11 años desde que Ryan Coogler debutara como director con su aplaudida opera prima Fruitvale Station, la cual tenía como base los sucesos que llevaron al asesinato del joven Oscar Grant a manos de dos policías blancos en el 2009. Este reconocimiento le ayudaría para ser seleccionado como director de la cinta Creed (2015), continuación y semi spin off de la franquicia Rocky, película que se convirtió en un gran éxito económico y cimentó su carrera como realizador de blockbusters con grandes recaudaciones, consagrando esto con las producciones Black Panther (2018) y Black Panther: Wakanda Forever (2022). 

A lo largo de su corta carrera, Coogler ha realizado una cinta basada en hechos reales, una en personajes extraídos de otras producciones y dos adaptaciones de otros salidos de los comics; pero nunca había escrito y desarrollado una totalmente de su autoría, hasta el día de hoy que nos ha presentado su quinto trabajo como director, Sinners. Esta es estelarizada por su actor fetiche Michael B. Jordan, con quien ha trabajado en todos sus proyectos y que, si bien no fue su primer papel, le debe al director su fama de super estrella. 

Con las expectativas de esto, la historia seleccionada por Coogler para debutar en este sentido va más o menos así: en el Mississippi entreguerras de 1932, los hermanos gemelos Smoke y Stack (Michael B. Jordan), veteranos de la Primera Guerra Mundial, regresan a su pueblo natal después de haber vivido una temporada en Chicago, donde, según se dice, trabajaron para Al Capone. Con una considerable cantidad de dinero que obtuvieron de forma ilícita, su idea es abrir un juke joint donde la gente local pueda bailar, escuchar blues, apostar y tomar, por lo que compran un viejo aserradero para sus fines al evidentemente racista Hogwood (David Maldonado), quien les asegura que en la zona este problema de segregación ha quedado atrás y que el KKK ya no existe. 

Con el primer paso de su plan realizado, se dedican a reclutar a un grupo que los ayude en la apertura del local, mismo que incluye a su primo menor y talentoso músico Sammie (Miles Caton), el pianista Delta Slim (Delroy Lindo), la cantante Pearline (Jayme Lawson), Annie (Wunmi Mosaku) la esposa de Smoke, Grace (Li Jun Li) and Bo (Yao) una pareja de origen oriental propietarios de una tienda en el pueblo, y Cornbread (Omar Benson Miller). Durante esto, se nos presenta a la ex novia de Stack, Mary (Hailee Steinfeld), una joven en apariencia blanca, pero que procede de una familia afroamericana. Una vez que el grupo está conformado y todo parece avanzar sin problemas, descubrirán que tendrán que, a la par de enfrentar los pasados que intentaron olvidar con su partida años atrás y toda su problemática de vida característica de esa época, luchar por sus vidas cuando en la noche sean atacados por… vampiros. 

Todos los que vimos el trailer (cosa que debería hacer en general todo aquel que paga un boleto antes de hacerlo) estábamos al tanto de que esta no era una cinta historia sobre el racismo y la segregación en Estados Unidos, tiene algo de esto y es una de las bases de su historia, claro, pero estamos ante una con tintes sobrenaturales y acción, por lo que esto de los vampiros, suene como suene, no debe sorprender o llamar la atención. Dejando en claro el tipo de película de la que se trata, se debe hablar de ella con esto bien definido.

Sinners es una buena producción de cine comercial, que logra entretener, con buenas actuaciones y un muy buen desarrollo técnico, siendo hasta el momento la película del director mejor valorada por la critica y el público, pero ¿está exenta de elementos a cuestionar? No sé si yo no estoy viendo la perfección que otros si, pero, a mi gusto personal, esta tiene ciertos aspectos que pudieron mejorarse y la mayoría están relacionados, como suele suceder, con la escritura de su guión.

Pero hablemos primero de lo bueno, iniciando con la fotografía en 65mm utilizada por Autumn Durald Arkapaw, volviéndola un hito al ser la primera mujer en la historia que graba en este formato físico (para Wakanda Forever utilizaron digital); la decisión de grabar en IMAX es un acierto total, ya que dota de texturas, profundidad y gran alcance tanto a los escenarios abiertos, como los cerrados. El diseño de producción creado por Hannah Beachler, los decorados de Monique Champagne y el vestuario diseñado por Ruth E. Carter se ven reforzados y favorecidos por este formato visual. Otro logro que destacar es la música que el ganador de 2 Oscars, Ludwig Göransson, creó en esta ocasión para su nueva colaboración con el director, que se vuelve un personaje más y sirve de apoyo complementario para que los otros se definan; en una historia donde este aspecto artístico forma parte de la trama misma, era vital el desarrollo de una banda sonora que proyectara sin necesidad de palabras lo que se trata de plasmar y lo hace con mayor coherencia que estas por momentos. Como ya dije antes, Sinners no tiene desperdicio o queja en este sentido, siendo tal vez la utilización de un efecto CGI de fuego en el tercer acto lo único que no parece tan logrado como el resto.

La selección de los actores también es por demás atinada, ya que todos llegan a donde deben y más, incluso con los personajes poco definidos que les tocaron a algunos. Todos se desempeñan bien, pero por mencionar un ejemplo concreto de esto, la corporalidad y acento logrados por Hailee Steinfeld la hacen destacar, sobre todo en el primer acto y parte del segundo, antes de que su personaje se diluya. Aplausos aparte merece Michael B. Jordan, quien pasa de retratar a dos personajes casi idénticos, para ir dando capas y matices a cada uno de ellos, más allá de la diferencia de color en sus vestuarios como nos lo muestran al inicio de la cinta; el que ninguno de los dos hermanos termine de ser completamente desarrollado en papel hace que su trabajo tenga más mérito.

Y este último punto da pie a lo que he mencionado sobre el guión, ya que más allá de darnos tan sólo insuficientes pinceladas de sus personajes, lucha por lograr amalgamar del todo la cantidad de géneros por los que navega, sin llegar a lograrlo por completo. Se sabe que está mezcla es la que ha llamado tanto la atención y sí, es un aspecto por destacar al jugarlos tan bien por separado; el problema se da cuando se intenta dar congruencia a una historia que abarca tanto y no logra unificarlos.

Con un primer acto que se alarga por más de 45 minutos (que nunca se sienten lentos), en el que se nos presentan a los personajes, así como los conflictos de racismo y segregación que se vivían en ese momento, el director nunca titubea y nos regala una poderosa introducción que bien podría ser parte de una cinta dramática que hable del tema y una muy bien realizada, aplausos en este sentido. El problema se da cuando después de esta introducción inicia el segundo acto, que es en el que comenzamos a ver lo que se nos mostró en el trailer, con la aparición del personaje Remmick (Jack O’Connell), el vampiro inmigrante irlandés y con este el giro de 180° en la trama, lo cual ya sabíamos que sucedería, pero la forma en que se realiza es atropellada, ya que no se nos da el mínimo indicio o contexto para la introducción de este. Él sólo aparece de la nada, huyendo de un grupo de cazadores Choctaw de los que tampoco se nos da información; ellos saben lo que están persiguiendo, lo que sucede al caer la noche y ya, se dan por vencidos sin luchar y se retiran para no volver a aparecer como si no estuvieran al tanto del peligro que representa. 

A esto hay que sumarle algunas contradicciones en la narración, como el hecho de que algunos vampiros tengan voluntad propia para conveniencia del guión, mientras el resto está vinculado a su creador. Un ejemplo sería que los dos primeros en ser transformados sean miembros del KKK, lo que tendría que volverlos en contra de los protagonistas; pero en lugar de eso, ya que su creador no quiere matarlos, sino convertirlos, después de un clásico y tradicional discurso de villano en el que explica que entiende el haber sido tratado como un ser inferior, parece que el pasado racista de estos dos personajes desaparece por completo. Esto no haría ruido, si no fuera porque en la escena post créditos (porque la tiene) se demuestra que otros vampiros pudieron tomar decisiones independientes que les permitieron realizar ciertas acciones.

Lo referente al personaje de Sammie es otra línea que queda en el aire. La cinta inicia hablando del poder de cierta música para poder abrir canales e invocar a espíritus del pasado y del futuro, cosa que si sucede y con ello se logra una de las escenas con más simbolismos y mejor logradas de la película; pero una vez que esto pasa parece que el director decide no volver a mencionar esto y lo deja en el olvido, incluso en la escena post créditos donde todo se siente forzado (aunque la sola presencia de Buddy Guy hace que valga la pena). Si tu narración inicia con un monólogo sobre cierto tema, el no utilizarlo a profundidad para dar mayor peso a la historia de los gemelos, termina provocando que ninguna de las dos líneas argumentales se sienta redonda.

Como cine comercial, Sinners es una muy buena producción que se arriesga, audaz en su propuesta, aunque irregular en su resultado final; totalmente recomendable para una tarde de ocio y entretenimiento, pero nada más. Se pecado es haber tratado de abarcar demasiado, pero se agradece que alguien haya intentado darnos algo diferente a la avalancha de secuelas, adaptaciones y spin offs que inundan las salas cada año. A mi gusto no lo mejor del director, pero si algo que nos deja ver que tiene mucho que ofrecer. 

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