Drop (2025)
Christopher Landon es un guionista vuelto director al que le ha costado encontrar su lugar en Hollywood y que su estilo, así como su humor, sean apreciados. Iniciando su carrera como realizador con la desastrosa cinta independiente Burning Palms (2010), la cual fue un estrepitoso fracaso de critica y taquilla, a pesar de contar en su reparto con nombres como los de Adriana Barraza, Jamie Chung, Shannen Doherty, Rosamund Pike, Dylan McDermott, Zoe Saldaña y Paz Vega. Con un inicio tan terrible, llamó la atención que Blumhouse Productions confiara en él para realizar Paranormal Activity: The Marked Ones (2014), cuyo éxito comercial medio supuso la oportunidad de realizar su tercer trabajo, Scouts Guide to the Zombie Apocalypse (2025), volviendo a fracasar en todo sentido posible.
Con credenciales tan negativas, cualquier otro director hubiera visto en ese momento el final de su carrera, pero en una decisión por demás extraña, Jason Blum volvió a confiar en él, tal vez por no haberse estrellado con la cinta que había realizado por el estudio (o porque le sabe al productor algún perturbador secreto, llevan un romance ilícito o cualquier cosa que pueda sustentar esta acción), produciéndole Happy Death Day (2017), demostrando que la cuarta resultó la vencida, volviéndose un éxito instantáneo entre el publico y el primero de sus proyectos que recibió comentarios positivos. A este le seguirían Happy Death Day 2 U (2019) y Freaky (2020), ambas con resultados positivos; aunque teniendo un traspié con We Have a Ghost (2023) producida para Netflix.
Como parece que el director sólo funciona cuando trabaja para Blumhouse, su octavo proyecto ha vuelto a ser producido por ellos, cinta que se estrenó la semana pasada a nivel mundial y que lleva por nombre Drop, la cual no ha tenido la repercusión en cines que se esperaba; pero que parece haber sido muy bien recibida por la crítica.
Sabiendo que los trabajos mejor valorados del director se han basado en historias conocidas a las que retuerce un poco y mezcla con comedia, como Groundhog Day (1993) a la que mezcló con slasher y elementos sobrenaturales para su franquicia Happy Death Day (porque sí, viene una tercera parte en camino) o Freaky Friday (cualquiera de las tres versiones) y The Hot Chick (2002) como base para Freaky; pareciera que en esta ocasión decidió tomar como referencia algunas de las cintas de suspenso estilo Alfred Hitchcock o copiar el argumento de otras producciones como Speed (1994), Nick of Time (1995), Phone Booth (2003), Red Eye (2005), Butterfly in a Wheel (2207), Eagle Eye (2008), Grand Piano (2013) o más recientemente Carry-On (2024), mezclándolas con su estilo particular y ese humor un poco camp que lo caracteriza.
Con esto explicado, aunque esta vez acercándose más al suspenso clásico (aunque sin abandonar del todo los momentos de comedia) se sabe que estamos ante una historia donde la protagonista será tomada como rehén psicológico para lograr el objetivo de una persona misteriosa que busca obligarla a actuar de tal o cual manera. En este caso el personaje es una terapeuta de nombre Violet (Meghann Fahy), que ayuda a mujeres victimas de abuso y violencia, casos que entiende al haber sido ella una en manos de su exmarido muerto, quien ha decidido tener una cita por primera vez desde la muerte de su conyugue. Con los nervios característicos de cualquier primera cita, la protagonista acepta una salida a cenar en un lujoso restaurant con el extremadamente atractivo fotógrafo Henry (Brandon Sklenar), dejando el cuidado de su hijo, por primera vez desde su viudes, a su hermana Jen (Violett Beane).
Con esto como inicio del a historia, no tarda mucho en que todo comience a derrumbarse en su aparente noche perfecta, cuando comienza a recibir mensajes por medio de la aplicación de iPhone AirDrops, mismos que le hacen ver que el nerviosismo inicial por su interés romántico o sus preocupaciones normales de madre pasan a segundo plano, ya que en estos mensajes se le ordena que haga una serie de cosas contra su cita, si no quiere que su hijo y su hermana muera. En el entendido que la aplicación utilizada cuenta con tan solo 15 mts para poder conectar con su teléfono, la persona que la coacciona tiene que alguno de los comensales o staff del restaurant, lo que la hace pensar y actuar lo mejor que puede, sabiéndose observada y escuchada en todo momento, sin poner en riesgo a su hijo, así como a Henry, quien es el blanco de la persona anónima que le manda los mensajes. Con el tiempo avanzando, las amenazas aumentando y la tensión creciendo, Violet tendrá que hacer lo mejor que puede si quiere salir bien librada de la situación, sin poner en peligro a nadie de los presentes o de sus seres queridos.
Como dije al inicio, la premisa de la historia la hemos visto ya en tantas ocasiones que no es precisamente novedosa, pero toda historia ya contada puede tomar nuevos matices y lograr un espíritu propio, cosa que en esta ocasión se logra por el uso de la tecnología actual que se utiliza como medio de tortura, aspecto que busca una critica a los peligros de utilizar ciertas aplicaciones o la falta de seguridad en ellas. Esto logra diferenciarla, aunque jamás es utilizada con la suficiente profundidad como para que su impacto sea el suficiente para generar algún tipo de reparo sobre su uso. Aun así podemos darle puntos por su estética, sobre todo por la inclusión de los mensajes que aparecen sobre puestos (algo que tampoco es del todo original, pero da dinamismo a la historia) para que podamos saber lo que ella esta leyendo, sin necesidad de enfocar su celular (aunque a gusto personal, la fuente no hay sido la indicada para mostrárnoslos, pero repito, esto es gusto y no demerita el recurso utilizado).
Sí pudiera definir de forma sencilla esta cinta cuando me preguntan si funciona o no, mi respuesta sería que sí, lo hace y sin problemas, como el producto comercial dominguero que es, ya que en ningún momento esta buscando elevarse como algo artístico y posiblemente esta haya sido la razón de que no la estén destruyendo en críticas, ya que cumple con su cometido. Sus dos primeros actos y puntos de giro transcurren sin problemas para que el espectador pueda definir y disfrutar lo que esta pasando, empatizando con la protagonista y sus infructuosos intentos por zafarse de lo que le está ocurriendo, así como elevando la tensión. El tercero es caso aparte, no porque falle, sino porque las resoluciones de conflicto se dan de forma apresurada, algunas sin sentido o con ciertas acciones que tienden a darse en este tipo de cine para remarcar el dramatismo; pero que sabemos no funcionarían en el mundo real al casi volver a Violet heroína de acción, aunque nadie estamos buscando realismo documental en esta historia.
El que escriba lo anterior no quiere decir que la película no este exenta de fallos, ya que tiene algunas cuestiones que pudieron mejorarse. La principal podría ser la cantidad de personajes con potencial para ser el culpable, ya que una de las reglas no escritas de este tipo de historia es que siempre, pero siempre, la persona detrás del asecho, sobre todo en lugares cerrados como este, debe ser uno con líneas que lo hagan notarse de los extras o este ligado al pasado del protagonista.
En este sentido los únicos que tienen dialogo o peso narrativo serían Cara (Gabrielle Ryan), amable bartender que empatiza demasiado con Violet; Richard (Reed Diamond), otro soltero que se encuentra en el lugar en una cita a ciegas; Matt (Jeffery Self), el mesero aspirante a actor en turno, demasiado platicador y simpático para ser real; Phil (Ed Weeks), el pianista del restaurante que parece interesarse en el protagonista; y Connor (Travis Nelson), un apuesto comensal sentado en solitario, con quien interacciona un par de veces y se la pasa pegado a su celular. Aparte de ellos, un grupo de jovencitas ruidosas, la hostess del restaurant y alguno que otro personaje sin importancia son los únicos que llenan la pantalla. Muy pocos para que la audiencia y protagonista dude sobre la dirección de la que vienen las amenazas.
Aun con esto y con ciertas decisiones que sobran en irrealidad, sabiendo que es lo que se vas a ver, Drop es una película comercial totalmente disfrutable, cuidada en sus aspectos técnicos y diseño de producción, para pasar el rato, sin llegar a ser (sin importar lo que diga la crítica) de lo mejor del director. Protagonizada de forma solvente por Meghann Fahy quien despliega potencial de estrella y parece que se peleará cierta clase de roles con Samara Weaving, ya que juegan en la misma liga; así como el nuevo galán que Hollywood trata de vendernos desde It Ends with Us (2024), Brandon Sklenar, quien repite su faceta de hombre en extremo atractivo, comprensivo y con moral intachable, rol que maneja como pez en el agua.
Drop no ha funcionado en taquilla y para nada se volverá de lo mas recordado del director puesto que resulta olvidable, pero no demerita que sea una cinta entretenida, sin pretensiones y que cubre la cuota en esta temporada baja donde los estrenos grandes están por comenzar a aparecer. Si no tienen nada más que ver en las salas y no quieren esperar a streaming, tampoco será un error acudir a verla.