Snow White (2025)

Vivimos en una época en la que odiar e idolatrar de forma visceral y sin control está de moda. Todos tenemos un punto de vista y gracias a las redes sociales este puede ser expresado de forma masiva, encontrando adeptos a esta misma mentalidad en el camino, sin siquiera sentarnos un momento a analizar si este sentimiento tiene verdaderas bases que lo sustenten o si se trata de simples rechazos y aceptaciones provocados por movimientos sociales que nos indican que pensar sobre ciertos temas. El arte, tan subjetivo como siempre ha sido, contando al cine dentro de este concepto, es donde más suelen verse ejemplos de este fenómeno. Puede que no se tenga el mínimo conocimiento sobre actuación, estilos de canto, formas literarias o cómo se realiza una película, pero eso no impide que las lenguas y dedos lancen dardos envenenados contra aquello que no nos gusta o no comulgamos con ello, por lo que por ende es malo y debe ser atacado, festejando su fracaso.

La introducción se debe al reciente estreno (y descalabro económico) de la versión Live Action de la primera cinta animada de Disney y la historia, Snow White (1937). Sí en el resto de sus versiones de carne y hueso el estudio se ha topado con críticas motivada por una nostalgia que nos ciega de los defectos que pudiera tener el material base, ya que todo luce mejor cuando miramos al pasado, era evidente que recrear con actores y escenarios reales la piedra angular de un estudio que durante décadas fue una fábrica de magia y fantasía iba a resultar por demás difícil o imposible.

Como si esto fuera poco, estamos ante una de esas cintas que nacieron muertas, donde la ola de rechazo se generó desde su anuncio mismo y esta no iba a desaparecer a menos que nos hubieran presentado una obra maestra del cine. Como se trata de un producto totalmente comercial, hecho para generar dinero y no aplausos, como (se acepte o no) todo lo que produce Disney, se sabía que esto no iba a suceder.  

Si con Death on the Nile (2022) y The Little Mermaid (2023) Disney se enfrentó a sus productos más difíciles de vender por las polémicas que los rodearon, en esta ocasión estas no quedaron muy lejanas. Iniciando con la selección de Rachel Zegler como la protagonista, despertando un odio masivo debido a su tono de piel, así como a los múltiples comentarios de esta sobre diversos temas, incluidos algunos negativos (aunque realistas) contra la trama de la cinta original. Por el lado de la antagonista, la participación de Gal Gadot volvió a jugar en contra, ya que ha sido criticada por su postura (o falta de esta) sobre los conflictos bélicos Palestina/Israel, junto a una constante reiteración masiva a su nulo talento interpretativo. Si a un reparto que el público a catalogado como poco atinado le sumamos la filtración de las primeras imágenes nada prometedoras del rodaje y la confirmación del uso de CGI para la creación de los enanos que aparecen en la historia, las audiencias estaban listas para desenvainar sus espadas meses antes del estreno, mismas que no se han guardado ahora que pudimos ver la película.

¿Este odio desmedido tiene una razón de ser? Sí y no, porque de nuevo se debe tratar de analizar el fenómeno mediático por un lado y la calidad de la película por el otro. En una respuesta sencilla, hablando directamente de la calidad cinematográfica, para nada nos encontramos ante el peor live action del estudio, aunque dista mucho de ser el mejor. Los cambios en la historia tan criticados por muchos no son ni de cerca lo peor que le pudo pasar a esta historia, ya que, siendo totalmente objetivos, la versión animada no brilla por su gran trabajo narrativo, porque en su momento no era lo que se trataba de mostrar.

La primera gran obra de Disney es un avance masivo en las técnicas de animación, pero su protagonista es una de las más aburridas, planas y carentes de personalidad que tienen, con un desarrollo tan pobre que en realidad no podemos definir su personalidad siquiera. Esto no es malo, han transcurrido casi 90 años desde su creación, los tiempos han cambiado y esa historia, tal cual lo dijo la actriz, ha quedado obsoleta. Con esto hablado, la historia que se ha escrito para esta versión, si bien tampoco ha descubierto el hilo negro o resulta la más innovadora en sus elecciones, por lo menos ha intentado darle capas de profundidad al pasado de la princesa y las consecuencias de estos sucesos. Aquí no vemos a una heroína natural, lo que se nos muestra es una mujer insegura que no se atreve a decir lo que piensa o siente, que se ha mantenido en las sombras hasta que, como suele suceder por le general, la vida la obliga a la mala a madurar, lo quiera ella o no.

Esto nos lleva al principal tema que se habla en redes y medios: Rachel Zegler. Y no, ella no la culpable de lo malo que tiene la película, ella no es la causante de la debacle como nos quiere hacer pensar el estudio que ha buscado un chivo expiatorio para no aceptar que su producto es uno más de esa ola de fracasos que han venido teniendo desde años atrás. Rachel Zegler puede que no les haya parecido la mejor selección a muchos, que el racismo de otros los ciegue o que su forma de pensar no les agrade, pero si hay algo que logra salvar del total naufragio a esta producción es precisamente ella. La actriz, porque ella sí lo es, logra trabajar su personaje de la mejor manera posible, con el material (y lo horrible de su vestuario y peluca) que se le ha dado para ello; de la misma forma, cosa que a nadie debería impresionarles a estas alturas, la parte musical queda cubierta de sobra, ya que también es una excelente cantante. Digan lo que digan, ella tiene talento y carisma, como ya lo había demostrado en el remake de West Side Story (2021), trabajo por el que consiguió el Golden Globe, lo que vuelve más triste el que se le esté atacando de una forma tan cruel por exponer su pensar, usando esto para cubrir los errores que el estudio viene cometiendo al producir uno tras otro esos proyectos que parecen haber sido realizados por los becarios en turno, ya sea que lleven el estandarte de Marvel, Disney o cualquiera otra de sus filiales.

El malestar del estudio puede entenderse, 2024 fue un año excelente para ellos, uno en que parecía que su mala racha había desaparecido, ya que a nivel global las 3 cintas más taquilleras provenían de sus filas. La cuestión es que tal vez no entendieron que el éxito de estas fue debido a que todas eran secuelas de producciones con un gran número de fanáticos, por lo que el éxito era más sencillo de lograr. Snow White, como el resto de sus live actions no tiene este plus, sino todo lo contrario, ya que las comparaciones pesan y mucho. Si a esto se le suma que la producción deja mucho que desear en varios aspectos, el resultado no debería extrañarles, ya que no han sabido escuchar a sus audiencias y han preferido culpar a otros de sus errores.

Para hablar de estos, que no tienen absolutamente nada que ver con su protagonista, se debe exponer al director Marc Webb, quien parecía que lograría mucho después de su prometedor debut en el 2009, (500) Days of Summer; tristemente, con este, su quinto trabajo en el puesto se confirma que todo su talento se fue en aquella película. De la misma manera, aunque en su caso lo intentó un poco más, la guionista Erin Cressida Wilson pareciera que trabajó en la escritura de esta historia por encargo forzado, haciendo imposible de creer que ella sea la responsable de Secretary (2002). Se puede decir lo que sea del reparto de una película, pero al final, salvo ocasiones donde los productores presionan para realizar cambios en la visión de los artistas, el guión y la dirección de un proyecto siempre serán los responsables de la calidad de este.

Con Webb como culpable principal, podemos catalogar a Snow White como la anti The Brutalis, ya que si aquella cinta costó una cantidad irrisoria, pero parecía haber tenido un presupuesto 10 veces más grande, en esta ocasión uno se pregunta para dónde se fueron los supuestos 250 millones que costo producirla, ya que no se ven por ningún lado.  Con un triste diseño de producción de apenas unas cuantas calles para el reino, limitados escenarios específicos donde transcurre la acción y un vestuario parecido al que utilizan los animadores de fiestas infantiles (que te hacen dudar del talento de la 15 veces nominada al Oscar, Sandy Powell), la película tiene un aire de TV film o cinta directa para streaming muy lejano de las grandes producciones que ha llegado a realizar Disney en sus adaptaciones. Sobre los efectos CGi, a pesar del bizarro e innecesario diseño de los enanos, el uso de este tiene momentos muy bien logrados, por lo que podría considerarse uno de los pocos puntos a favor en materia técnica, pero aun con esto y la inclusión de un par de canciones extras que si funcionan, en todo el metraje no hay magia o encanto alguno que haga valer la pérdida de semejante cantidad de dinero.

Para el final he decidido dejar lo que considero ha sido lo peor de todo, y sí, me refiero a Gal Gadot, quien debería ser el pararrayos del odio que está recibiendo la cinta, pero esa mujer parece ser inmune a todo escándalo. Nada de esto lo digo por sus decisiones personales, porque quién sabe qué haría yo en su lugar, tomando en cuenta lo que acaba de suceder con Hamdan Ballal, codirector palestino del documental No Other Land, que fue golpeado y luego arrestado por el ejército israelí en esta semana. Primero, antes de hablar sobre lo negativo, seamos sinceros: no creo que exista una sola persona sobre el planeta que pueda decir algo en contra de la belleza de la actriz, eso nadie lo discute, la mujer es hermosa por donde se vea, con lo que se ponga y desde el ángulo que quieras retratarla, cosa que se menciona en la trama, ya que se hace hincapié en que Snow White sólo la supera en belleza interna; pero su trabajo no se trata de modelar, sino de actuar y, en este caso, cantar y bailar, todos aspectos en los que la celebridad parece no tener la mínima gracia para desarrollar su trabajo. El que su personaje esté tan mal escrito no le ayuda, aunque no creo que una mejora en ese sentido hubiera hecho un cambio significativo. Tomando en cuenta que actrices como Julia Roberts y Charlize Theron tuvieron resultados más sobresalientes interpretando el mismo personaje, también con guiones en extremo tambaleantes, no podemos tomar esto como excusa. Todo empeora debido a la errada decisión (si, otra) del director que se empeñó en crear un número musical para ella, muy al estilo de Ursula en The Little Mermaid, tal vez para hacerla lucir más; pues si en las partes actuadas su limitado rango queda al descubierto, en su momento de bailar y cantar todo se torna peor. Gadot parece estar incapacitada para proyectar alguna emoción más allá de sonreír con su mejor (y bellísimo) ángulo a la cámara, gritar intentando algo que no logra y luego recitar sus líneas con menos alma que una piedra. Imposible entender cómo es posible que haya podido extender tanto la fama que le brindó la primera entrega de Wonder Woman, si después de ese proyecto no ha logrado un solo éxito real en su filmografía. 

Como casi todos los proyectos de Disney en los últimos años, Snow White pudo ser más, mucho más, pero terminó siendo otro cúmulo de oportunidades perdidas. Con el estreno en menos de dos meses del live action de Lilo & Stitch sabremos si está línea de cintas puede continuar teniendo un futuro o deba ser cancelada, ya que muchos consideramos que estas versiones son, sobre todo, innecesarias. Eso sólo el tiempo nos lo dirá, pero por el momento no queda nada más que decir que en esta ocasión pesaron más las deficiencias que los aciertos, se cometieron muchos errores y que dentro de estos, pésele a quien le pese Rachel Zegler no fue uno de ellos; pero ese es tema para otro tipo de columna. 

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