Emilia Pérez (2024)

Desde el momento que se supo que esta película tendría estreno comercial en los cines mexicano, fue evidente que tarde o temprano tendría que escribir sobre ella. Esto no tiene que ver con su premio conjunto a su reparto femenino en el pasado Festival de Cannes; tampoco se relaciona a un éxito económico descomunal, ya que en Estados Unidos se ha estrenado en Netflix, por lo que su recaudación mundial apenas y pasa de los 20 millones de dólares, todavía por debajo de su presupuesto; la calidad de la cinta, poca o mucha, tampoco es lo que obliga a escribir sobre ella; ni siquiera sus, no tan sorpresivas, 13 nominaciones al Oscar son la razón principal. No, aquí los motivos han surgido debido al escándalo viral y mediático a su alrededor, provocado por ese amor desmedido que ha recibido en esta temporada de premios, contraponiéndose a un rechazo casi generalizado que ha recibido entre los mexicanos y otros grupos como la comunidad trans, a quienes retrata a medias y con demasiados tropiezos. 

Antes de empezar, tomando en cuenta que mucha gente sabe sobre el fenómeno, pero no ha visto la película, ¿qué es, quién es y cuál es la trama de Emilia Pérez? 

Se trata de una cinta francesa de Jacques Audiard, quien ha dirigido buenas cintas como Un prophète (2009) y De rouille et d’os (2012), por lo que tal vez, hinchado de ego, se sintió con la capacidad de desarrollar este proyecto que tiene como personaje principal a Rita Mora (Zoe Saldana) una brillante abogada en México que ha pasado toda su carrera viendo como su jefe se ha robado toda la atención de los casos que ganan, ya que ella siempre ha quedado relegada a un segundo plano. Debido a su capacidad, llama la atención y es contactada por un poderoso narcotraficante, Juan «Manitas» Del Monte (Karla Sofia Gascón), quien le ofrece la posibilidad de ganar una importante cantidad de dinero a cambio de que le ayude a realizar su transición de género e identidad, fingir su muerte y sacar de forma segura a sus dos hijos y esposa Jessi (Selena Gomez) del país, quienes no están al tanto de sus planes. Gracias a lograr con éxito este trabajo, Rita utiliza el dinero ganado para iniciar una nueva vida.

Después de esto la cinta de un salto en el tiempo de 4 años, en los que Rita, viviendo ahora en Londres, ha despegado como abogada y su vida parece de ensueño, hasta que en una cena en un lujoso restaurante con amigos, resulta que entre ellos se encuentra el Manitas, transformado ahora en la Emilia Pérez que da título a la cinta, quien la ha buscado porque extraña a sus hijos y quiere que ella los haga regresar a México, junto a su “viuda”, haciéndose pasar por una prima del narcotraficante, para poder tenerlos cerca y cuidar de ellos. Esta decisión cambiará la vida de todos y llevará una trama que pudo dar para mucho más al absurdo y a los momentos que han molestado a la sociedad mexicana.

He visto Emilia Pérez en 4 ocasiones distintas, dejando pasar cierto tiempo entre ellas. ¿Por qué motivo que no sea el masoquismo se haría alguien semejante cosa? La primera fue sólo para cubrir las cintas que hacían ruido en la temporada de premios; la segunda fue porque la primera me dejó en un estado extraño de no saber cómo definirla o catalogarla, por lo que esperaba que el tiempo y otra revisión me ayudaran a hacerlo; la tercera fue cuando el escándalo mediático inició; por último, para escribir estas líneas. El resultado es que sigo sin entender muchas cosas.

Cada año hay una película (o varias) que son aplaudidas por la crítica y lo merecen, otras tantas que terminan siendo odiadas porque las consideran sobrevaloradas, así como también sucede lo contrario con películas de muy buena calidad que pasan sin pena ni gloría. Emilia Pérez no es la peor del año, tampoco vamos a exagerar; pero dista mucho de ser la joya cinematográfica que nos quieren hacer pensar que es. ¿Cuál es su principal problema? No, no es la pronunciación de Selena Gomez (de las actuaciones hablaré más adelante), es su guión, escrito por el mismo director, lo que vuelve a esta persona como el principal talón de Aquiles de su producto.

Dando contexto a esto, Audiard creó la historia basándose en un capítulo de la novela Écoute de su amigo Boris Razón, en el cual un sicario desea realizar su transición de género. En las palabras del director, el personaje no estaba desarrollado, por lo que le pidió permiso para hacerlo, pensando originalmente crear una ópera con este personaje, la cual nunca se realizó y terminó siendo esta película. El mismo director, que no habla español, ni inglés, también ha dicho que no hizo ninguna investigación para escribir su guión (con el apoyo de Thomas Bidegain, Léa Mysius y Nicolas Livecchi) lo que puede representar su primer error, tratar de plasmar en la pantalla una problemática de un país que no conoce; pero no vamos a ser doble moral en este sentido, porque existen una enorme cantidad de películas producidas en Hollywood sobre culturas que no conocemos y algunas de ellas las hemos considerado grandes obras.

Claro que esto es un problema enorme, sobre todo cuando se retrata una problemática tan grande para nuestro país de un manera tan superflua y estereotipada como lo hace la película, pero si dejamos de lado el nacionalismo y vemos esto como un producto nada más, que no tuviera que ver con nosotros, el principal lastre siempre terminará siendo que se nota una escritura que podemos llamar “parchada”, atropellada, en la que las reescrituras son evidentes, así como el intento de dar sustento a cuestiones que fueron saliendo sobre la marcha, sin siquiera conocer los idiomas en los que has escrito tu trabajo. Ejemplos de esto hay varios, como el arco de redención demasiado flojo del personaje que da título a la cinta, algunas cuestiones por demás absurdas (¿Cómo es posible que en dos años tu esposa no se dé cuenta de que estas bajo terapia hormonal?), otras más se tratan de explicar con una simple frase y no se ahonda lo suficiente para sostenerlas, y un largo etcétera de situaciones que parecen sacadas de la manga.

Después de esto ha llegado el momento de las protagonistas, Zoe Saldana, Karla Sofia Gascón y Selena Gomez. A pesar de que en un inicio, en medio de la ola de críticas por el reparto, se trató de maquillar por medio de la directora de casting, diciendo que habían sido seleccionadas por su talento y ser las únicas que dieron el ancho para los papeles, el director terminó aceptando que su selección se debió a cuestiones económicas y tener nombre reconocidos en sus filas, lo que llevó a ciertos problemas una vez iniciada la producción. Acertada o no esta decisión, insisto que no son ellas lo peor que hay en esta película, ya que logran llegar hasta donde se les ha pedido y dirigido.

Puede que no comulgue con la forma en que se ha expresado y la agresividad que ha demostrado, pero no voy a criticar el trabajo de Gascón, su interpretación lleva a cuestas un gran trabajo físico y emocional, el cual desarrolla hasta cierto nivel con calidad, sobre todo cuando está bajo la piel de El Manitas, aunque nunca llega a ser sublime como ella misma ha dicho sobre su interpretación. Saldana, quien nunca logró eliminar su acento, por lo que se cambió su origen al de su país natal República Dominicana, diciendo luego que desde muy niña vivió en Veracruz, todo sin un trasfondo real que pudiera ayudar a conocer más a su personaje; aun con esto sin duda es la mejor de la película (podemos odiar la canción “El Mal”, pero su corporalidad y desempeño en ese número la hace destacar). Ya todos sabemos que Selena Gomez nunca pudo pronunciar bien el español y su personaje fue reescrito por ese motivo, pero si somos justos, hasta el momento es su mejor trabajo (aunque la vara no estaba muy alta para comparar) a pesar de las irrisorias líneas sin lógica que le tocaron aprender sin conocer su significado verdadero. De Adriana Paz, la única mexicana verdadera en el reparto con un peso significativo, no hay mucho que decir, ya que su personaje aparece muy tarde y sus líneas son escasas; hace bien su trabajo, claro, pero de las 4 es la que menos notoriedad tiene. ¿Merecen todos los aplausos que han recibido? Posiblemente no, pero tampoco la avalancha de abucheos que ha recaído sobre ellas. Tal vez con otra actitud en redes y medios, la percepción del público hubiera sido otra. 

Ahora, Emilia Pérez es un musical, aspecto en el que tampoco brilla, ya que, aunque algunas canciones se han viralizado, ninguna está lo suficientemente bien realizada para resultar memorable, posiblemente porque fueron escritas por la cantante Camille en francés y luego traducidas, lo cual tiene sentido al escucharlas y no percibir en ellas un ritmo o estructura natural, algo en lo que comulga con ese guión plagado de frases inconexas e inverosímiles de las que estas forman parte. Caso opuesto, la banda sonora compuesta por Clément Ducol si goza de un espíritu propio y es, junto al maquillaje y algunas secuencias con buen manejo de cámara, de los puntos más destacables. 

13 nominaciones al Oscar, 10 a los Golden Globes, 10 a los Bafta y un interminable número de galardones otorgados por grupos de personas que, al igual que el director, no conocen nuestra realidad, no pueden ocultar que Emilia Pérez es deficiente, que pudo ser mucho, si tan sólo Jacques Audiard hubiera descendido de su nube de egocentrismo por un momento, cosa que no sucedió y acabó como un producto fallido, uno que trata de plasmar tantas problemáticas sociales que no conoce, que termina quedando corta en toda dirección. Buena manufactura, más no excepcional, al final (ahora sí retomando el espíritu mexicano) ofende en lugar de honrar a quien debe hacerlo. Si yo he tardado días investigando el proceso de producción de la cinta, leyendo sobre este y viendo entrevistas, para escribir esta humilde columna, es casi imposible de creer que un director no haya hecho lo mismo para la creación de su proyecto más grande, por lo que grita (nunca canta) unas pretensiones tan grandes que le explotaron en la cara o en la vulva, según sus propias palabras.

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