A Quiet Place: Day One (2024)
Cuando un producto resulta exitoso hay que explotarlo y extenderlo en cuanta dirección sea posible. En el cine comercial esto se refiere, como he dicho antes, a secuelas, precuelas, reboots, recuelas, series de televisión, videojuegos y cuanto formato sea posible. Algunas fracasan por completo en su intento de emular el éxito del producto original, otras funcionan en el aspecto económico nada más, y tan sólo un reducido número logran mantener el nivel de calidad y aceptación del público por igual. Dentro de este último grupo parece que se encuentra la franquicia de la que forma parte A Quiet Place: Day One, cinta de la que hoy escribo.
Iniciando la saga con A Quiet Place (2018), retomándola con A Quiet Place Part II (2020) y con otra parte con argumento y equipo de producción todavía desconocido en marcha, Day One es una precuela, un producto por encargo que recayó en manos del director y guionista Michael Sarnoski, (una vez que Jeff Nichols abandonó el proyecto) cuyo último trabajo fue la magnífica cinta independiente Pig (2021), causante del regreso de Nicolas Cage a las grandes ligas.
Con ese título no se necesita ser un genio para saber de qué trata la cinta. Lo mismo que las anteriores, monstruos en extremo violentos que atacan todo aquello que produzca alguna clase de sonido, pero llevándonos al primer momento en que estos aparecieron. Entonces, después de unos letreritos sobre la imagen de la ciudad de New York, en los que se nos indica la cantidad de ruido que esta urbe genera todos los días, nos presentan al personaje principal que se verá enfrentada a estos seres, Sam (Lupita Nyong’o) y su majestuoso, espectacular, bellísimo, roba escenas, rey de reyes, gato Frodo. Ella es una poetisa con cáncer terminal que pasa sus días en una residencia de cuidados paliativos esperando su muerte; él, su acompañante en esta última etapa de su vida. Para su mala suerte, y la de su grandioso gato, los encargados del lugar organizan un viaje a la ciudad para asistir a un espectáculo en un teatro, momento en que comienza toda la catástrofe que ya vimos en las otras cintas. Un poco más adelante en la trama, ya con el caos desatado, gracias al magnetismo y carisma del felino, se unirá a ellos Eric (Joseph Quinn), un temeroso estudiante de derecho proveniente de Inglaterra, que la mitad del metraje resulta más una carga para la pobre mujer que una ayuda verdadera, pero que poco a poco ira evolucionando, formando entre ellos un lazo emocional que les ayudará a luchar contra la recién aparecida amenaza. Todo, mientras Frodo resplandece en cada una de sus apariciones en pantalla.
A Quiet Place: Day One puede que sea la menos lograda en un contexto general, pero resulta la más efectiva de todas hasta el momento. Esta contradicción se debe a que tiene un ritmo mucho más rápido que las anteriores, lo que la hace ganar muchos puntos en acción y tensión, pero le impide desarrollar del todo sus aspectos narrativos. Uno de los puntos que favorecen a esta fluidez trepidante, es precisamente el hecho de mostrarnos más de la llegada de estos seres, ya que si bien habíamos visto un poco del origen de las extrañas creaturas ciegas, es en esta ocasión cuando vemos con toda la espectacularidad posible el momento justo en que estos invasores llegaron a la tierra, a una mayor escala, lo que hace posible que el uso de los efectos visuales luzca a un nivel muy superior a las entregas anteriores. Sumado a esto, el ya acostumbrado apartado sonoro que se ha vuelto insignia de la franquicia es elevado a un grado de importancia y calidad mucho mayor. Técnicamente hablando, esta es la cinta que luce más en este sentido y donde se nota una mayor evolución.
Ahora, si hablamos del guión, que a mi gusto es la parte de mayor debilidad en esta producción, se nos presenta primero a una mujer a la que parece no importarle lo que está sucediendo, ya que sus días están contados. A diferencia del resto, ella no quiere escapar de la ciudad, ella quiere regresar a su barrio natal para pasar sus últimos momentos recordando épocas mejores. Este personaje sirve como contrapeso para un joven inseguro que irá ganando fuerza gracias a la presencia de la primera, hasta llegar a realizar actos de verdadero heroísmo. Como se puede ver, nada que no hayamos visto ya múltiples ocasiones, y si a eso le sumamos que puede que el gato sea lo mejor de la película, pero que su comportamiento es por demás extraño (lo digo desde la experiencia personal como dueño de uno durante 15 años), ya que parece tener una inteligencia que da 10 vueltas a la de los humanos y entiende mejor la situación que estos. Entonces tenemos un guión que flaquea y sin mucha originalidad, un poco inverosímil en la parte felina, que evidencia una historia que tiene baches que pudieron pulirse. Un aspecto a favor que se contrapone a lo anterior es la manera en que unieron las cintas, en la forma del personaje de Henri (Djimon Hounsou) a quien ya conocíamos de la segunda entrega y que brinda cohesión entre todos los productos; aunque incluso con esto, y con los muchos y muy logrados momentos de tensión, hay algo que se siente faltante en esta historia para que termine de cuadrar por completo. Aunque todo esto dicho desde una perspectiva en que la cinta funciona y lo hace de manera muy eficiente, por lo que dentro de su género y estilo no se puede considerar como un punto de peso para restarle valor de verdad.
Posiblemente esto último se debe al par de actores que la protagonizan, puesto que ambos llegan a niveles de interpretación muy elevados. Tal vez sea Joseph Quinn la revelación de la cinta, por sus escasos trabajos previos (su rol más recordado fue el de la serie Stranger Things), estelarizando su primer proyecto, saliendo al quite cuando se necesita y mostrando una gama de sentimientos y un encanto bastante desarrollado; pero en definitiva es Lupita Nyong’o quien se lleva las palmas, demostrando ser una maestra en esto de estelarizar cintas de terror donde casi no puede hablar (uno de sus personajes de Us tampoco lo hacía), ya que su evolución y desarrollo son de aplauso, así como el sufrimiento físico y emocional que proyecta todo el metraje, aunque para nadie debe ser una sorpresa ya que todos sabemos sus alcances. Ella es una de esas actrices que tiene pocos trabajos, pero que logra resaltar en cada uno de ellos y este no es la excepción. Punto aparte merecen los dos felinos que interpretaron a Frodo, el causante del mayor estrés entre el público, ya que interpretan al gato mejor portado del universo y era notorio que la sala completa suplicaba que nada le pasara.
A Quiet Place: Day One ha sido la más cara de las tres producidas hasta el momento, pero la que mejor desempeño tuvo su primer fin de semana (aunque hay que realizar un ajuste inflacional para ver su verdadero éxito), por lo que podemos estar seguros de que la cuarta entrega nos llegará y este universo se seguirá expandiendo. Por lo que respecta a esta en particular, goza del privilegio de poder ser vista por separado ya que funciona sin problema como un producto independiente, altamente funcional y una digna representante del cine de verano que parecía estar falleciendo hasta hace unas semanas. Si el público está volviendo poco a poco a las salas, esta es una de esas experiencias por las que vale la pena pagar, ya que logra lo que se propone, incluso repitiendo el fenómeno de las anteriores, manteniendo en silencio a una sala completa, algo que, debido a las nuevas generaciones y sus costumbres, es muy difícil de que suceda. Si una película logra meter tanto al espectador en su trama, en definitivamente estamos hablando de una por la que vale la pena pagar por ver.