Silent Night (2021)

La temporada navideña siempre ha sido campo fértil para que los estudios busquen estrenar tantas películas como les sea posible, buscando atraer a un público motivado por el sentimiento que impera en la última recta del año. Debido a esto, se han realizado cintas de todo tipo, para todos los gustos y de todos los géneros que, ya sea utilizan la navidad como tema principal o las fechas como marco para otro tipo de historias. 

Tenemos desde clásicos como It’s a Wonderful Life (1946), considerada una de las mejores de todos los tiempos, y que ha servido como referencia para todas las que han intentado emular posteriormente el espíritu navideño; Miracle on 34th Street (1947), tan sólo un año después de la anterior, haciendo lo suyo con la figura de Santa Claus y la inocencia infantil; otras más recientes, como Scrooged (1988), que modernizaría Cuento de Navidad de Charles Dickens, en formato de comedia y con Bill Murray como estelar; o Jingle All the Way (1996), donde un entonces taquillero Arnold Schwarzenegger hacia lo imposible por cumplir una promesa a su hijo. Todos éxitos de taquilla que repiten el tono en el que se instruye sobre el verdadero significado de la Navidad. Luego están las que han utilizado las fechas para crear historias que no son precisamente sobre el tema, pero que se apoyan en el marco de la temporada, como los casos de Love Actually (2003), The Holiday (2006) y la mismísima The Apartment (1960), pertenecientes al género romántico;  Home Alone (1990) en el campo de las comedias familiares infantiles; o incluso el cine de terror con sangrientos ejemplos como Black Christmas (1974), madre de las películas slasher con dos remakes de realización reciente, y Silent Night, Deadly Night (1984), donde un sanguinario y traumatizado asesino disfrazado de Santa Clause mata sin reparo a todo el que se cruza en su camino. Gremlins (1984), The Nightmare Before Christmas (1993) y la española El día de la bestia (1995), son híbridos entre géneros que pueden complementar esta lista.

Como puede verse, no toda película con la Navidad como temporada de fondo tiene que ser sensible, tierna, dulce o aleccionadora, las posibilidades son amplias y eso es lo que demuestra la cinta de la que hoy hablo, Silent Night, peculiar comedia negra y opera prima de la directora Camille Griffin. 

¿Por qué es diferente la película? La trama se centra en un grupo de amigos que se conocen desde el instituto, que han decidido reunirse para pasar la cena de Navidad en la hermosa casa de campo inglesa del matrimonio compuesto por Nell (Keira Knightley) y Simon (Matthew Goode). Cuando la cinta inicia, pareciera que estamos ante una historia común, donde un grupo variado de parejas evidencia desde antes de llegar al lugar de la reunión una serie de conflictos personales, amorosos o familiares. Rencillas del pasado, incomodidad por parte de algunos que no quieren asistir, amores no materializados, problemas paternales y un largo etcétera. De la misma forma, los anfitriones tienen su propia dosis de estrés, tratando de que todo se encuentre perfecto antes de la llegada de sus amigos, cosa que no facilitan sus tres hijos, que parecen estar incomodos con la situación.

Conforme los invitados van arribando, las dinámicas internas del grupo, así como las ácidas y molestas personalidades de la mayoría se van haciendo notorias, generando una atmósfera de tenso malestar entre ellos, y también en el espectador que comienza a notar que hay algo oculto bajo la aparente civilidad de los adultos. Hasta este punto, aunque al tanto de que los personajes son más incómodos de lo usual, nada fuera de lo común en las narraciones de grupos numerosos con historia a cuestas. Pero entonces, antes de que siquiera transcurran veinticinco minutos de metraje y que logremos definir del todo a los participantes, se revela el verdadero motivo de la reunión y temática de la película, situación que provoca el entendimiento de algunas acciones y comentarios que hasta el momento podían haber parecido extrañas en el comportamiento del grupo, y que te ataca de golpe y sin aviso, tornando la historia en una comedia por demás oscura que no da tregua a quienes observamos el sutil y aterrador relato que la directora ha creado.

Ya que esta es una de esas películas que se disfrutan más entre menos información se tenga sobre ella, situación que se hizo evidente por el secretismo que se mantuvo hasta su estreno en el pasado Festival de Toronto en septiembre, así como con su triunfo a Mejor Guión y premio del público en la Sección Oficial Fantàstic del Festival de Sitges en octubre, lugares donde se mencionó que el giro en su historia era uno de sus mayores puntos a favor, no hablaré más de una trama que debe ser descubierta por el espectador, pero intentaré tocar los temas que aborda la película. 

Debo reiterar que esta es una ópera prima, por lo que algunos de los vicios y manías que suelen tener este tipo de propuestas están presentes, aunque en este caso no son un lastre total como en otras producciones. El más recurrente de estos, tiende a ser el tratar de abarcar muchos temas diferentes en una narración que podría haber funcionado mejor si hubiera optado por ser mas concisa, pero repito, en esta ocasión no resta del todo calidad a su mensaje. Los puntos que trata la historia pueden ser divididos y separados conforme avanzan los actos de la película, partiendo con la problemática de la interacción social y familiar que los personajes muestran al inicio, mismos que van quedando de lado una vez que se descubre la verdad y que no remontan hasta el final, cuando el grupo es enfrentado a una realidad que los alcanzó mas pronto de lo que quisieran.

A lo largo de hora y media de duración (demasiado corta a comparación del excesivo tiempo que las producciones actuales manejan y que posiblemente en este caso sea insuficiente para cerrar todo lo que la también guionista quiere decir), podemos notar como se hace mención de temas globales como las diferencias de clase y la manera en que la sociedad observa segregante a un sector menos privilegiado, el cambio climático, el consumismo, la visión que se tiene sobre las personas de edad avanzada, el debate sobre el aborto, la eutanasia y una muerte digna, el conformismo y hedonismo social, y el escepticismo de algunos con respecto a las decisiones tomadas por sus gobernantes; por el otro lado, los conflictos locales del país de origen de la cinta también son retratados, sobre todo en la forma de la pastilla Exit, que deja ver la postura de la directora sobre el Brexit y otras cuestiones que posiblemente sean captadas mejor por los ingleses o personas al tanto de la política internacional. Los personajes tocan estos temas, algunas ocasiones de manera directa y otros en la forma de agudos y brillantes diálogos en que se deja ver su postura de manera implícita, mientras sus verdaderas personalidades se filtran, acompañadas, dependiendo el caso, por la desesperanza, el instinto de supervivencia o la aceptación de lo en apariencia inevitable. 

Debemos recordar que la película es inglesa, por lo que el humor tiende a ser más acido y difícil de digerir que en las producciones estadounidenses, por lo que esta película puede ser tomada como una anti Don´t look up (Adam McKay, 2021) , que si bien ha resultado un éxito entre el público y logró proyectar nuestra actualidad, tiende a la estridencia, lo explicito y lo absurdo, a comparación de este caso en que todo es mas oscuro, elegante, denso y sutil, situación que la torna más incomoda de ver que la ya mencionada película de Netflix. Pero si bien hay algo en la que ambas empatan, es en ser dignas estandartes de un género que ahora podemos llamar “post pandémico”, ese cine que antes pudiera haber sido tomado como fantasía, pero que a partir del 2020 retrata una realidad que nunca pensamos vivir. La diferencia entre ambas, a independencia del tono, es que el guión y la grabación de Silent Night fueron terminados antes del registro del primer caso de Covid, por lo supone uno de esos casos de películas visionarias, adelantadas a un momento especifico y premonitorias de un futuro que parecía demasiado lejano.

Dejando la parte narrativa de lado, el otro punto fuerte de la película es el reparto coral cinco estrellas con el que contó, brillando tanto por separado como en conjunto durante todo el metraje. Si bien la trama da mayor peso a los personajes de una soberbia Keira Knightley que se mantiene neutra ante el desmoronamiento de los demás, para explotar en los momentos que debe hacerlo, y de Matthew Goode que sirve como el pilar que trata de mantener firme a un familia y grupo de amigos que comienzan a caer victimas de la presión, los otros miembros del ensamble actoral no se quedan atrás. Annabelle Wallis en medio de un ataque de guapura, con un personaje histriónico, odioso y superficial, pero deseosa de ser querida por una hija que la rechaza y se decanta por su padre; Lucy Punch como la parte cómica de un grupo que está pasando por el peor momento de sus vidas, ocultando sus miedos con bromas, pero dejando ver su vulnerabilidad en la recta final; Lily-Rose Depp, como la ajena al grupo y uno de los únicos dos personajes que dudan de las decisiones tomadas por el gobierno, que se encuentra en una situación de mayor peso emocional que el resto; y Kirby Howell-Baptiste, otra ajena al grupo, que junto a Sope Dirisu representan la voz de la razón en medio del caos. Pero si hay actores que roban las escenas, esos recaen en la figura de los niños, que se encargan de nivelar la carga emocional, al no verse inmersos en los costumbrismos sociales que obligan a los adultos a comportarse de manera civilizada en un momento en que la mayoría seriamos invadidos por la desesperación y el miedo.

La directora seleccionó a sus propios hijos para interpretar a los del matrimonio central, en sus propias palabras por practicidad y resultarle más barato, cosa que puede ser falsa o verdadera, pero que fue un acierto total. Los gemelos Hardy y Gilby Griffin Davies se lucen en sus primeros papeles complejos, pero es sin duda Roman Griffin Davis, quien ya había demostrado su capacidad hace dos años en Jo Jo Rabbit, y que en esta ocasión no sólo demuestra que aquello no fue un caso aislado, el que se vuelve el personaje principal de esta película, así como la mejor actuación del reparto completo. Sus miedos, rebeldía, ideas y frustración son el centro de ese huracán de emociones que se maneja en conjunto con soltura por un ensamble perfecto.

Puede que Silent Night no vaya a pasar a la historia como una cinta memorable por las masas, que no haya logrado la notoriedad que merecía, tal vez por no terminar de cerrar del todo sus tramas, por ser demasiado oscura y difícil de ver por momentos, pero es uno de los mejores debuts de los últimos años, que merecía mucha más relevancia de que ha tenido hasta el momento. Comedia negra, sátira, crítica social, drama familiar, divertida, inteligente, densa y con un marcado punto de vista sobre la humanidad actual. Una original y diferente historia navideña, que al mismo tiempo se ha convertido en automático en una de las películas anti-navidad definitivas, que todos deberían ver por su incisiva actualidad que no deja a nadie indiferente. Este fin de semana con su estreno en México, deberían darle una oportunidad.