Foto: Portal La Otra Plana.

Los riesgos del ocio

Rogelio Luévano es una persona importante en mi vida: fue de los poco maestros que he tenido; y cuando uso la palabra maestro le estoy dando ese sentido de ser la persona que no solo te descubre un mundo nuevo sino que comparte contigo el asombro por el mismo y el constante y mutuo aprendizaje, así como las diversas maneras de aceptar ese mundo y los modos de vivir en él.

Fue un hombre apasionado, todo lo concebía con mayúsculas e insistía en que nosotros también evitáramos andarnos con pequeñeces: todo lo que crearas se hacía o no independientemente de la opinión de los demás y con los tanates bien puestos. Así, mucho de mi literatura lleva esa premisa, qué más da que mis cuentos o novelas no estén dentro de la moda, de lo cómodo o de lo políticamente correcto, es lo que quiero escribir, es mi estilo, es mi creación, mi pasión.

Lo anterior lo traigo al recuerdo porque la semana pasada se le hizo un pequeño homenaje a Rogelio por parte de la generación de contadores a la que perteneció; cumplieron cincuenta años de haber egresado y develaron una placa en honor de Luévano. Por cierto, ya los pocos medios que estuvieron en el evento dieron cuenta del error ortográfico de la misma. La poca gente que lo conoció teatralmente y que estuvo presente, sintió que no era suficiente para todo lo que representó artísticamente para la ciudad de Torreón. Ya que, al ser creador de teatro, su conocimiento abarcaba todas las artes y en todas participó de una u otra manera. 

Nos llamó la atención que, la directora de la facultad no investigara más sobre la persona homenajeada con miras a realizar un evento un poco más grande, involucrando a las nuevas generaciones de teatreros, a los encargados de la cultura municipal, a los periodistas, escritores, bailarines, músicos, pintores que tuvieron y siguen teniendo la influencia o la amistad de Rogelio. Incluso se sintió que la importancia de Nora Mannek no fue debidamente captada. Para los asistentes en general era la “viuda de Rogelio”, no sé si estén enterados de su trayectoria como integrante de la directiva y participante del Theater Frederik y su trabajo con gente como Marcel Marceau o Lindsey Kemp, entre otros.  

Un evento muy deslucido donde nos dimos cuenta de que la historia artística de nuestra ciudad se borra muy fácilmente, o no importa porque a veces resulta incómodo o porque quien se encargó de hacerlo ya no está, o tal vez simple flojera de conocer y reconocer a personas que no forman parte de los apellidos ilustres de la región, pero que dieron mucho más que conocimiento. Personas que legaron una forma de hacer arte, que nos hicieron vivir en el arte, que nos enseñaron esa libertad de creación que podemos ejercer de manera independiente a cualquier sistema.

O tal vez es solamente el cariño y admiración hacia alguien muy importante en mi vida lo que me hace desear que sea igual para los demás y le dediquen homenajes más grandes. 

Así que dejo de renegar y sigo con mi proceso de creación, que es la mejor manera de honrar a los maestros, esos que dejan legado más allá de lo meramente tradicional.

Foto: portal www.laotraplana.com