The Nun 2 (2023)
Diez años han pasado desde que se comenzó el Universo Warren, como se conoce a todas las cintas que forman parte de la saga que inició con The Conjuring en agosto del año 2014, siendo de la que escribo en esta ocasión la novena de una serie de películas que han quedado debiendo más y más a los espectadores, hasta resultar en productos totalmente olvidables. ¿Esta entrega repite esto o puede catalogarse como una mejora? Ambas respuestas, por contradictorio que suene, tienen una respuesta positiva, lo que explico a continuación.
Primero la trama, con algunos spoilers. Esta inicia en 1956, cuatro años después de la primera y repite a casi todos los personajes principales (así como clichés y vicios) de la cinta anterior, los cuales no son muchos, pero ahora son menos, ya que el Padre Burke ha muerto, como se nos indica de forma parca y sin una mayor explicación, posiblemente porque la producción no estuvo conforme con que Demián Bichir no aceptara participar, ya que es probable que el actor tuviera que escoger entre la muerte de su personaje o la de su carrera y renombre como histrión respetable, después del bodrio que resultó la cinta pasada.
Esto lo sabemos una vez que hace su aparición la hermana Irene, de nuevo interpretada por Taissa Farmiga, quien se aferra con evidente desesperación a este universo debido a que, a pesar de haber iniciado su carrera de la mano de Sofia Coppola y trabajar bajo las órdenes de Clint Eastwood, no ha logrado repuntar más allá de las producciones de Ryan Murphy y este personaje que, la verdad sea dicha, le fue brindado más por el parecido que tiene con su hermana Vera, que por méritos propios. Volviendo a la historia, Irene se encuentra llevando una vida tranquila en un convento de Italia, tratando de olvidar lo sucedido al enfrentarse a Valak (porque nada como el trabajo duro para superar que casi fuiste arrastrada la infierno por una entidad demoniaca), cuando recibe la visita de un cardenal que le ordena con el tono autoritario e intransigente estereotípico de ese tipo de personajes unidimensionales, investigar una serie de asesinatos (uno de los cuales se muestra en la secuencia introductoria de la película) que parecen indicar (sorpresa para nadie) que el demonio no fue destruido en la cinta anterior, por lo que ella, sola, sin mayor protección o apoyo extra, en una decisión por demás carente de sentido, debe partir a Tarascón, lugar del último asesinato, para descubrir que está sucediendo; pueden mandar un ejército de exorcistas, pero no, una monja sola y traumatizada es la opción ideal para esto, pero bueno.
En el camino se descubre que la hermana Debra (Storm Reid) quien se nos había mostrado en el convento, como una novicia rebelde sin fe que es ingresada en el mismo obligada por su padre, se ha escapado y abordado al tren, viendo en la investigación de Irene una oportunidad para salir de la monotonía que hace que se pudra de aburrimiento, lo cual se agradece porque sus escenas son de las mejores; así como los productores de la cinta vieron en la actriz afroamericana (bastante solvente y carismática, debo aceptar), la oportunidad de llenar la cuota de inclusión racial, porque si mataste al personaje mexicano, se abre la oportunidad de llenar el espacio con cualquier otra minoría de forma descarada. Juntas comenzarán una labor detectivesca, misma que se basa en su mayoría en las visiones de Irene, más que en un verdadero desarrollo intelectual, que las llevarán a juntar las pistas necesarias para descubrir que es lo que busca y dónde se encuentra ahora el demonio.
Lo anterior se mezcla con la historia de Maurice, el otro sobreviviente de la primera parte, de nuevo interpretado por Jonas Bloquet, a quien parece que tampoco se le ha facilitado conseguir buenos papeles después de su nominación al Cesar por la cinta Elle (2016), ya que no ha logrado nada relevante desde entonces (películas sin mayor éxito y series canceladas en su historial), y volver a un nicho seguro pudo parecerle su mejor opción, volviendo a la piel del cuasi interés amoroso de la protagonista (lo que se puede dentro de la clasificación PG 13 de la cinta), sólo que ahora trabajando como el intendente de un internado en Francia, donde ha entablado amistad con una niña de nombre Sophie (Katelyn Rose Downey), al mismo tiempo que muestra interés romántico para con la madre de esta, la maestra Kate (Anna Popplewell), porque es evidente que no puedes mantenerte platónicamente enamorado para la eternidad de una monja. Ahí se nos muestra el acoso que sufre la niña, pero también una serie de sucesos extraños que están relacionados con una capilla a medio derrumbar a la que les está prohibido ingresar, así como ciertos avistamientos extraños en todo el lugar.
Con la investigación de las primeras en marcha y los sucesos extraños que ocurren alrededor del segundo, sólo es cuestión de tiempo para que ambos se reencuentren, ya que su antiguo enemigo, el demonio Valak, parece tener al internado como meta final en su búsqueda de ese algo que tanto anhela.
Con la trama a medio explicar, en esta ocasión comenzare hablando de los puntos que considero los fuertes de la película, que si bien no son sobrados o de una valía que pasará a la historia, tiene sus momentos y vale la pena mencionarlos. Lo primero que salta es que, a pesar de que en todas las de este universo se realiza una investigación sobre el demonio o espíritu que aqueja a los protagonistas, en esta ocasión la historia es lo suficientemente inteligente para abordar la trama por el lado del suspenso, tanto en la investigación de las monjas, que deben seguir pistas y el rastro de cadáveres para descubrir los planes del Valak; como por el lado de Maurice, donde todo es narrado a través de la mirada infantil de Sophie, dejando ver muy poco de lo que ocurre en realidad o los motivos de los sucesos. En este sentido la cinta se acerca más al suspenso que al terror común, aunque no es ajena a este. Esto logra darle una personalidad propia en medio de todas las demás, lo cual es de aplaudirse.
Otro aspecto para mencionar en el apartado de los pros es cierto desarrollo técnico, como la atmosfera apoyada por la muy precisa y eficaz fotografía de Tristan Nyby, que recuerda a un cine más clásico, incluso por momentos (con sus abismales diferencias, obvio) a The Exorcist (1973) cercano más al thriller que al horror básico. El diseño de ciertas personificaciones de Valak (sobre todo una relacionada con una cabra), así como unos sets pieces como uno que tiene como centro un puesto de revistas, hace ver que por momentos la producción intento crear algo original, lo que se logra en esos puntos mencionados, pero que son islas en medio de un mar de repeticiones ya vistas.
Con esto ya mencionado, el resto de la trama se vuelve un constante uso de efectismos vistos hasta la saciedad, como esas tomas en pasillos largos que no llevan a nada, utilizados al extremo en la entrega anterior, los sustos falsos, así como los verdaderos que a estas alturas todo el público (supongo) ve venir de la misma manera que una desestabilización económica con un cambio presidencial. Claro que hay momentos que logran asustar, pero son los menos una vez que se han visto demasiadas películas del género y sabemos que cierto tipo de música sumado a concierto movimiento de cámara sólo pueden significar dos cosas: algo totalmente común que nos será mostrado, como un ave encerrada en algún punto que sale disparada volando, o la presencia misma del ser sobrenatural que se busca destruir. Siendo la mayoría de los casos la primera opción.
Si bien en la última parte, ya más cercana a la acción o al cine de superhéroes (con su versión de alguna gema del infinito incluida), la cinta repunta en cuanto a ritmo, sobre todo por la parte relacionada con las niñas del internado y la hermana Debra, que se roban con sus escenas mucho del peso final, aunque dejando un poco a Irene para que se luzca cuando llega el momento de mostrar sus “superpoderes” en su máxima expresión.
The Nun 2 para muchos ha sido de las mejores de la saga (lo cual tampoco es un listón muy alto para superar), pero para otros tanto unas de las peores, aunque por lo menos intenta algo diferente. Posiblemente esto se deba a que uno de los guionistas fue Akela Cooper, que si bien no ha recibido el aplauso unánime, de sus cintas Malignant (2021) y M3GAN (2022), se puede decir todo, menos que carecen de originalidad y una visión fresca sobre cosas ya vistas. Posiblemente la razón de que James Wan, el productor, le haya encargado apoyar en la escritora, puesto que el director Michael Chaves (a quien no entiendo porque siguen dándole tantas oportunidades) no ha dado en el clavo una sola vez, dirigiendo las dos cintas previas de menor recaudación (cosa que se repite en esta ocasión) y algunas de las que han tenido peores comentarios desde de la saga. Del rigor histórico no habalremos, porque nadie esta buscando aquí un documental, pero errores en cuanto a prácticas y costumbres católicas hay varios, pero repito, nadie espera un documental en esto.
The Nun 2 pudo funcionar mejor si se hubiera decidido por un género o tono, ya que mientras con el suspenso logra mucho, al llegar al horror se desvanece todo ápice de calidad que pudo haber tenido. Todo esto a los fanáticos no les interesa y correrán a verla, como un servidor lo hizo, pero más por un instinto de inercia que por unas ganas tremendas de ver la nueva entrega de un producto donde las referencias a los Warren terminan siendo mucho más llamativas que la cinta completa. Posiblemente se desarrolle una tercera parte, porque si Valak aparece en cintas de épocas más actuales, es porque sigue con vida, a pesar de lo que nos hayan hecho creer en estas dos películas. Recomendable sólo si no hay otra cosa en cartelera o si eres fan empedernido de la franquicia pero, salvo una reinvención de la misma (como el caso Scream), se nos seguirán brindando este tipo de películas, que no aportan mucho a la saga o el cine en general, por lo que lo mejor sería finalizarla cuando todavía le queda algo de público.