Los riesgos del ocio
Un tipo equis como tantos otros va al cine vestido completamente de rosa, le toman una foto que se viraliza como meme burlón, criticando su cuerpo y atrevimiento de vestuario en dicho cuerpo. Al día siguiente la comunidad LGTBIQ+ sale en su defensa y una caricatura rosa del tipo se vuelve bandera de defensa con el eslogan “Ernesto, tú puedes ser lo que quieras ser”. Bien. Bravo.
Un padre luchón se viste de fucsia y tul para llevar a su hija a ver una película y se vuelve noticia en cierto diario de circulación nacional. ¿Por qué? Misterio. El señor hizo lo mínimo que se le puede pedir a un padre, es decir, jugar con su hija. Sólo nos queda el pasmo. Nunca comprenderemos porqué se convirtió en primicia.
Un grupo de mujeres de diversas edades, economías, tamaños, profesiones, tallas, colores y demás, van al cine emperifolladas con tules, colores chillantes, brillos, pelucas de colores, y demás fantasías. Se disfrazan para jugar un poco, para divertirse, aprovechar esta ola de regreso a una infancia feliz en la que tal vez no pudieron vestirse de esa manera, pero ahora aprovechan un momento, la fiesta que representa ir a ver una película que las regresa a una etapa que les perteneció por completo. Nadie mejor que ellas sabe lo que fue jugar con una muñeca que te transportaba a un universo lleno de posibilidades, incluso la de ponerte un rímel estridente, o brillos de oro por todo el cuerpo.
Son criticadas rabiosamente. Son atacadas por hombres, por muchísimas mujeres, por los medios, por las redes sociales. Circulan fotos al azar de ellas, y en todas, el comentario es de burla sanguinaria. Ataque total. Los peores vienen de otras mujeres que critican el tamaño de sus traseros, su color de piel, su edad, y la supuesta fealdad de sus rostros.
Un hombre sale del closet a los sesenta años y el mundo le aplaude su atuendo de plumas y lentejuelas.
Diariamente en las redes sociales hay anuncios, videos, tik toks, páginas recomendadas, gracias al algoritmo, donde explican el por qué cuando una mujer llega a los cincuenta o más no se debe usar tal o cual color, corte de cabello, tipo de maquillaje, ropa, accesorios, etcétera. Hay videos donde un muchacho veinteañero intenta moldear el cuerpo de alguna mujer menopáusica. Absurdo.
La mujer sigue siendo este ser incómodo, molesto y accesorio. Incluso para otras mujeres.