Y en un instante de domingo
Columna: A la hora del café
La soledad del domingo por la mañana, con el café recién hecho, con una calma inusual en mi vida, es uno de los momentos más valiosos de la semana. Dura poco, porque la rapidez y el rol de las mujeres adultas, es a veces muy ingrato. ¿Por qué tarda tanto en aparecer este instante de domingo?
A las personas de mi generación nos educaron para producir, minuto a minuto, algo valioso, algo que le sirva a los demás. Nos enseñaron a que levantarse temprano, nunca debe ser una queja, sino un agradecimiento. A no hacer a un lado nunca las nuevas oportunidades, no nos prepararon para decir no a cuantiosas responsabilidades.
Después también, las mujeres de mi edad, de repente crecimos, somos madres, profesionistas, solteras o casadas, con más de un empleo, oficios, ocupaciones alrededor de nuestras principales habilidades. Algunas son cuidadoras de un adulto mayor, o de alguien con un padecimiento, sin haber estado preparadas para eso.
Si ser madre no vino con un manual, aunque sí con muchos consejos, recetas, desveladas, tropiezos y miedos, ser cuidadoras de alguien que enfrenta la vida adulta mayor con muchas dificultades, es un nuevo balde de agua helada que golpea a esa generación productiva que tiene que afrontar, de forma positiva, un problema más.
Ya había hablado en esta columna del cruel paso del tiempo. Las mujeres nacidas a finales de los 70´s nos debatimos entre seguir siendo productivas hasta donde sea posible y no parecer siempre “la mayor del grupo”. En llegar a ese soñado equilibrio: mente, cuerpo y espíritu sano, que es bastante normal y de los comunes mortales no alcanzarlo nunca.
Luchamos por gozar de esa energía que teníamos hace 10 o 15 años y que poco a poco deja de ser la misma, en algunos casos, nuestros hijos brincan la maravillosa infancia para escalar al peldaño de la adolescencia, para otras la maternidad acaba de empezar y hay quienes que viven su mejor momento de independencia, sin familia ni compromisos.
La realidad es que entre más pasa el tiempo y las rutinas son tediosas metas que se tienen que cumplir, las soledades de domingo por la mañana con un café recién hecho y sin tener que servirlo en un termo para que viaje toda la mañana de un lado a otro, son instantes valiosos, son un tiempo detenido.
Quizás, en esa inspiración me encuentro algunos domingos, pensando en no dejar caer por un caos sin retorno, toda la pesada energía de la semana.
Esta tuitera y columnista, llega así a su cumpleaños una mañana de domingo.
Twitter: @Lavargasadri