The Matrix Resurrections (2021)
The Matrix (1999), todos la conocemos. Película de culto de las hermanas Wachowski, sorpresivo éxito cyberpunk de taquilla, revolución en el campo de los efectos especiales, referencia de cultura popular, ganadora de 4 premios Oscar, imitada hasta la saciedad y parodiada hasta el hartazgo.
Debido a todo lo anterior, y como sucede con todo éxito, el universo de Matrix se ampliaría en toda dirección posible: el bien recibido videojuego para PlayStation y Xbox, Enter the Matrix, escrito por las directoras; la aplaudida serie de cortometrajes The Animatrix, que servían para explicar y sustentar la historia de la película; pero, sobre todo, las dos secuelas, Reloaded y Revolutions (ambas del 2003), con las que iniciaría el declive del fenómeno. Y no es que las mismas no hayan funcionado en taquilla, el efecto de la primera entrega provocó que un ejército de fans lograra que ambas continuaciones cumplieran en ese sentido, sobre todo Reloaded, que superó por mucho en ingresos a la original, pero que generó un descontento unánime en el público que no vio cumplidas sus expectativas. Las secuelas fueron grabadas al mismo tiempo, con un enorme despliegue de publicidad durante el proceso, estrenadas con tan solo 6 meses de diferencia entre ellas y con una premier sincronizada mundial para la primera, sin importar el huso horario de cada país; por esto, se daría el primer y único caso hasta el momento de decepción mundial simultánea. Puede que algunos las defendieran, pero la respuesta generalizada fue negativa, situación que terminaría por volver a la tercera, Revolutions, la menos redituable de las tres, con un cierre para los personajes que dejó mucha más inconformidad que alegría para los fanáticos. El futuro de la Matrix estaba enterrado, el interés en la saga por parte del estudio se había acabado.
A pesar de los rumores constantes sobre posibles reinicios o continuaciones, transcurrirían 15 años para que Warner Bros considerara prudente un nuevo acercamiento a la Matrix, anunciando que se encontraban en el proceso de desarrollo para revivir a los tan queridos personajes. Aunque con dudas iniciales, los fanáticos recibimos con entusiasmo la confirmación de Lana Wachowski (su hermana no pudo participar por conflictos de agenda) como directora, pero, sobre todo, la presencia de Keanu Reeves y Carrie-Anne Moss repitiendo los roles de Neo y Trinity. El interés resurgió, las expectativas crecieron y la película ha logrado proyectarse el pasado fin de semana a lo largo y ancho de todo el mundo, después de retrasos en su grabación y fecha de estreno. ¿El resultado fue satisfactorio? La respuesta no es tan fácil de definir.
Lo primero que hay que decir, es que The Matrix Resurrections se encuentra en un punto más cercano al reboot que a una secuela; lo segundo, es que esta cuarta entrega no debe ser tomada con demasiada seriedad, puesto que ni los mismos participantes parecen haberlo hecho. Es un producto para los fans, con todo lo bueno y malo que esto conlleva.
Para explicar la primera cuestión, es necesario contar un poco sobre la trama (sin spoilers) que fue creada esta ocasión por la misma directora, David Mitchell y Aleksandar Hemon. La historia inicia con Bugs (Jessica Henwick), capitana de una nave en el mundo real, que se encuentra inmersa en la Matrix, descubriendo lo que parece ser un bucle en el que se repite aquella secuencia inicial de la película original en que se nos presenta a Trinity. Ella hace evidente que algo no está correcto en la simulación, pero antes de descifrar lo que sucede, es descubierta por agentes que la persiguen, hasta ser rescatada por uno de estos, quien resulta ser una nueva versión de Morpheus (Yahya Abdul-Mateen II).
Paralelo a esto, se nos muestra a un Thomas Anderson aka Neo (aunque no recuerda haberlo sido), ahora como un exitoso desarrollador de videojuegos (sin explicación inicial, después del final del personaje en la película anterior), a quien su socio Smith (Jonathan Groff) le acaba de informar que se encuentran obligados a crear una secuela del exitoso juego que lo lanzo a la fama, The Matrix. Thomas, estable hasta ese momento, presenta evidentes signos de malestar y ansiedad por esto, evidenciando que, aunque pareciera llevar una vida normal, con triunfos económicos, padece con vacíos emocionales y problemas mentales. El primer aspecto representado por la atracción que siente por una mujer de nombre Tiffany (Carrie-Anne Moss), que visita diariamente la misma cafetería que él, en compañía de sus dos hijos; el segundo, en la forma de las sesiones de terapia a las que acude por un intento de suicidio tiempo atrás, y que es tratado por medio de un medicamento azul que debe tomar con regularidad.
Como puede notarse, el plot en esta ocasión es muy parecido al de la primera entrega. Neo, atrapado en una simulación de la realidad, mientras alguien que sí está despierto trata de que este se dé cuenta de lo que está sucediendo. El reiterado uso de imágenes y frases de la película original a lo largo de este metraje nos hace recordar y equiparar las situaciones que se están viviendo, para dar sentido a la historia que en esta ocasión se nos presenta. La diferencia principal en ambos planteamientos es que en la primera se trata de hacerlo ver la realidad, mientras que en esta ocasión lo que se busca es que la recuerde.
Y es en estas diferencias y cambios en la estructura del mundo Matrix que ya todos conocíamos, que se sustenta el segundo punto que mencioné anteriormente. La cinta es espectacular, con escenas cargadas de adrenalina y logrados efectos visuales, pero su estructura narrativa y originalidad adolecen por momentos. Una vez que pasa la secuencia de apertura llena de acción y nostalgia, y se hace alusión a este nuevo metauniverso donde la Matrix existe dentro de la Matrix, y se hace una serie de referencias y chistes sobre la razón del éxito de la película original y lo que la gente espera de una secuela, se llega a un punto muerto prematuro, cuando todavía quedan dos horas completas de duración por delante que hay que llenar a como dé lugar.
Es a partir de este momento cuando la directora modifica la mitología que, junto a su hermana, creo hace más de 20 años, ampliando y mutando el concepto básico de toda la saga. ¿En qué reside este cambio? En la importancia del personaje de Trinity, misma que pasa de ser una acompañante del Elegido en su misión, a volverse su igual, como su complemento y mitad necesaria para lograr el objetivo deseado. ¿Cómo lo explica? Ese es el problema, no lo hace, ni siquiera lo intenta. Motivo por el que me refiero en un principio a esta entrega como un producto para los fanáticos que solo quieren ver más de sus héroes, sin importarles la razón de algunas cuestiones. Y no estoy diciendo que este cambio sea malo, por el contrario, el que ahora el personaje de Moss sea tan importante y poderoso como el de Reeves, es algo que aplaudo ya que Trinity fue mi favorita desde la primera entrega; pero en el cine existen reglas sobre el guión que no deben romperse, siendo una de las más importantes la que dicta “si no está en papel, no sucedió”. Después de tres películas en las que se hace referencia a un único Elegido que logrará detener a las maquinas, de pronto cambiar el formato, sin explicación alguna, a volver una dupla al símbolo de la liberación, no tiene mucho sentido. Los tiempos han cambiado, por lo que se entiende el poder que ahora se da a la protagonista femenina, pero la directora pudo intentar profundizar más al momento de realizar dicha alteración en los conceptos. Y como este, otros aspectos más se mencionan, pero sin explicar del todo lo que se nos muestra en pantalla, pero no los mencionaré para no revelar demasiado información sobre la trama.
Ahora, ¿esto importa en realidad? La respuesta es no. Las Wachowski son directoras de forma, no de fondo, cosa que se ha demostrado incluso en sus productos más profundos como la primera producción de esta saga, Cloud Atlas o la serie Sense 8. Los conceptos están ahí, también la filosofía en que basan sus historias, pero una vez que dan rienda suelta a sus mentes, los mismos siempre han terminado desdibujados en medio de un despliegue visual y el fanservice que siempre se les ha atribuido. Esta cuestión sólo se incrementa cuando la dupla trabaja por separado, como en este caso, donde es Lana la que tuvo control total sobre la producción, sin el límite de la razón que tiende a poner Lilly para nivelar el proceso. Esto, que podría parecer negativo, juega a favor de una cinta que lo que busca es divertir, remembrar y hacernos pasar un buen momento de añoranza y entretenimiento. La directora sabía, después del fiasco de las dos anteriores, que es imposible emular el éxito y concepto de su propuesta original, por lo que no lo intenta (aunque no por eso se deja de lado los conceptos filosóficos), no repite los errores que ya había cometido y sólo se deja llevar, siendo genial en lo que sabe hacer, darnos un producto espectacular con la dosis necesaria en cada sentido para que disfrutemos lo suficiente.
Los efectos especiales de primera están ahí durante todo el metraje; las peleas cuerpo a cuerpo lucen tan bien coreografiadas y desarrolladas como en las entregas anteriores; las estrellas del reparto despliegan su carisma y talento tanto como el guión se los permite, sobre todo los dos protagonistas; las referencias a la historia y los personajes que regresan en esta ocasión (una envejecida Jada Pinkett y un enloquecido Lambert Wilson tienen sus momentos de lucimiento) te emocionan como debe suceder; y en definitiva, todo lo que un producto diseñado por y para la nostalgia debe tener para cumplir.
Puede que no sea una gran película, ni un producto redondo, pero es la mejor secuela que se ha realizado hasta el momento, y al parecer la definitiva, debido a los malos números que presentó, al ser la última de las víctimas de ese nada conveniente modelo de distribución hibrida que Warner Bros decidió para el 2021. Una cinta que ha dividido tanto a público como critica desde sus primeras proyecciones, tachada de demasiado larga y sin sentido por unos, pero aplaudida por otros como el entretenimiento nostálgico que es. No pasará a la historia, pero debemos agradecer que se hayan atrevido a salir del molde comercial de las secuelas que abarrotan el mercado. Como fanático extremo de la saga, me siento complacido por el resultado.