Enero
Ya sé que a nadie le importa que lleves cuatro días enferma del estómago, después de una semana de gripa y de infección en el oído. El mundo afuera está hecho pedazos, falta alimentación, seguridad, integración familiar, empleo… y tú te preocupas porque el café no sabe igual que antier o que la semana pasada y no lo disfrutas de la misma manera porque ni siquiera deberías de tomarlo.
Porque pocas cosas producen tanto bienestar como el café en invierno, el café en un enero frío, eterno, un poco descafeinado, incierto o revelador. Pero enero sigue siendo eso: el balde de agua fría con el que tenemos que comenzar el año, ese espacio en el que tenemos que salir de las cobijas, aunque queramos prolongar el regocijo del descanso o de la comodidad de no pensar en nada.
Es el miedo a que la casa siga fría, que se acabe el gas, que los calentadores no sean suficientes. Pero, sobre todo, el miedo a los cambios, a eso para lo que no estás preparada o no crees estarlo. Enero es como una gripa mal curada, como salas de cine semi vacías, como supermercados con precios hasta el cielo y rostros con señas de “esto es lo que hay, ni modo”.
Enero te pone a prueba, te enfermas una y otra vez. Te sientes más sola que en diciembre y que en octubre, casi no ves a tus amigas, a veces escriben, todo mundo está tratando de acostumbrarse de nuevo, a una rutina que no sea solo eso, el día a día de las tareas pendientes.
Una rutina donde quede espacio para disfrutar el cielo ámbar de la tarde o la luna, que en estos días contrasta con el frío y el triste ambiente. La luna resplandece, es que nada puede ser tan malo con esta luna. ¿No creen?
Sé que el calendario avanza, que vendrán meses, días, semanas mejores y que el café volverá a ser disfrutable. Así sea.
Twitter @Lavargasadri
Hay amiga! Ánimo! Ahora sigue el terregal! Ahora si ni por error a salir! Muy elocuente el texto. Saludos!