A la hora del Café

La precariedad y el discurso motivacional que nada resuelve

Todas y todos hemos pasado por dificultades económicas, a veces es necesario abrirse para que la reflexión sea en verdad un ciclo.

En las primeras semanas de enero, mientras vivía una serie de cambios, vi la película española “Techo y comida” estrenada en 2015, con una fuerte reflexión sobre la precariedad que ha vivido buena parte de la sociedad de ese país en los últimos años. Muchos supimos de los episodios de desahucios, de familias que perdieron su patrimonio por la crisis económica. Tristemente, hasta hubo gente que se tiró del piso de su casa antes de que le echaran de ahí.

Nada lejos de la realidad que ha vivido México en muchas décadas.  ¿En cuántos hogares no sabemos que viven juntas varias familias, los hijos con sus esposas y su descendencia? ¿O padres que llevan a los abuelos a vivir en casa, a tíos o demás familiares?

México va cuesta abajo en la economía doméstica desde hace mucho tiempo. La canasta básica llegó a sus máximos niveles de incremento en los meses más recientes, por lo menos en dos ocasiones se ha dicho que hemos vivido la máxima inflación. ¿Y cuál es el tope final de esto? 

La película “Techo y comida” te llega hondo en lo emocional, cuando ves que una madre va al basurero a buscar comida en buen estado (galletas en su envoltura original) para su hijo pequeño que ya está viviendo desnutrición.  O la imagen de verlos a ambos alejarse del barrio donde vivían porque fueron echados del departamento que no podían seguir pagando.

¿En verdad toda la gente se cree ese discurso motivacional que vende mucho en las redes? “el que persevera alcanza” “Hola universo, atrae las buenas vibras a mi”, “Si Dios conmigo, ¿quien contra mi”? no soy irrespetuosa de las creencias de nadie. Sé que a mucha gente le funciona escuchar este tipo de frases sobre todo un día en que te sientes decaída. Por supuesto que funciona que alguien te recuerde que siempre hay un mañana y que, tarde o temprano, todo se resolverá.

Hacia donde va mi reflexión es a lo siguiente: se necesita mucho más que frases motivacionales para que la situación económica de una familia, de una sociedad y de un país mejore. Cuando inicia un año hay mucha incertidumbre, cuando hay cambios de gobierno también, hasta cuando hay una amenaza de inestabilidad mundial.

Desde la pandemia y después, mucha gente ha perdido su empleo. Muchas personas se endeudaron y no han podido saldar sus cuentas, en lugar de ayudar, los bancos endurecen sus tasas de interés, el empleo se ha recuperado, es cierto; pero en nuestra región vivimos los niveles de salario más bajos que en muchas zonas metropolitanas del país. Es una realidad, hay mucha gente que vive al día o hay gente que no cuenta ni con lo básico para pasar un día. Hay un discurso que abraza a los jóvenes estudiantes, que los anima a ser emprendedores, a crear nuevos productos a no dejarse vencer, a ser creativos o hasta nuevos “influencers”.

Pero es ese discurso el que olvida a todas esas personas que están en la brecha tecnológica, que por alguna razón no se actualizaron en herramientas digitales para buscar empleo, que no saben cómo vender en Internet. Hay quienes no llegan ni a realizar un buen currículum y no saben llenar lo más básico de una solicitud de empleo. Gente sin seguridad social. 

Claro, también hay una clase privilegiada a la que la carencia y precariedad, jamás asomará a sus vidas, que seguirán viajando y pagando servidumbre de noche y de día. Que seguirán viviendo en una burbuja.

Así de desigual sigue nuestra sociedad, así de grande es la brecha entre ricos y pobres.

Y esa apatía, a veces alcanza niveles tan altos, como los de la inflación de los meses más recientes.

Twitter: @Lavargasadri.