Crónica del día que rompí (temporalmente) el aislamiento
El asunto comenzó, creo, el jueves por la tarde. Quemaba yo las horas frente al computador, entretenido con algún trabajo monótono e intrascendente; papeleo que nunca falta en las oficinas. Aquella tarde estaba en casa porque la pandemia obligaba a los viejos a recluirse para evitar ser uno más en la estadística de la conferencia diaria -masculino, 62 años, sano.