Clown in a Cornfield (2025)

Shudder es un servicio de streaming que, si estuviera disponible en nuestro país, definitivamente contrataría. Como fanático del terror y de las películas de género parecido —principales productos que engrosan su catálogo—, cada que escucho que una cinta fue adquirida por ellos para su distribución, maldigo que México no se encuentre dentro de los países, limitados, que cuentan con el servicio. Esto porque debemos esperar meses para que estas cintas se proyecten en nuestras salas, en caso de que lo hagan, lo que obliga a verlas por otros medios.

Ejemplos de su contenido que terminaron en nuestros cines mucho tiempo después, aunque en algunos territorios sí se estrenaron en un tiempo decente, son las cintas Musarañas (2014), Ghostland (2018), Relic (2020), Possessor (2020), The Medium (2021), De uskyldige (2021), Watcher (2022), Exhuma (2024), The Exorcism (2024) y Dangerous Animals (2025). Vuelven (2019) y Huesera (2023) no entran en esta categoría por haber tenido un estreno formal y en numerosas salas en nuestro país, quedando el servicio únicamente como distribuidor estadounidense.

Como los tipazos de Cine Caníbal parecen amar este tipo de cine tanto como yo, han sido los responsables de que algunas de ellas lleguen a nuestras salas, como el reciente caso de una de mis favoritas del año, Den stygge stesøsteren (2025), o su última adquisición, Clown in a Cornfield, del director Eli Craig, basada en la novela homónima de Adam Cesare, estrenada en el festival South by Southwest de este año, con estreno semilimitado en cines en mayo antes de llegar a la plataforma.

Para quienes no saben de qué va la novela o no vieron el tráiler —y debido a su estreno este fin de semana en nuestro país—, la historia va más o menos así: iniciando en 1991, una pareja de adolescentes en Kettle Springs, Missouri, se adentra en uno de los maizales de la zona, solo para ser brutalmente asesinada por la figura del payaso Frendo. Dando un salto a nuestra época, Quinn Maybrook (Katie Douglas) llega a vivir a dicho pueblo porque su padre ha conseguido trabajo como médico ahí, tras la muerte de su madre, por lo que debe reconstruir su vida y empezar de cero en el lugar.

La joven no tarda en hacerse amiga de un grupo de jóvenes: Cole (hijo del alcalde), así como Janet, Matt, Ronnie y Tucker. Una noche, los chicos le gastan una broma a Quinn haciéndole creer que el payaso Frendo —una leyenda local— ha asesinado a uno de ellos y va tras ella, solo para grabarlo en video. Mientras Quinn observa el video en redes, horas más tarde, se percata de la presencia de otro payaso escondido entre los maizales, situación que comunica a sus amigos.

Con el festival del centenario del Día del Fundador en marcha, uno a uno los jóvenes comienzan a ser asesinados por el payaso, intentando avisar a las autoridades, quienes los ven solo como un grupo de delincuentes juveniles causantes de un incendio tiempo atrás. Sin nadie que los crea, deberán enfrentarse al payaso y descubrir lo que realmente sucede en el pueblo si quieren sobrevivir, revelando quién está detrás de todo y las razones de los hechos.

Como se puede ver, estamos ante una historia de manual para este tipo de productos, con la presencia misteriosa que asesina a un grupo de atractivos jóvenes que no son más que eso: jóvenes actuando como tales y sirviendo, en su mayoría, como carne de cañón. No es una historia que trate de reinventar la fórmula, y se agradece, ya que aunque toca lugares comunes, ofrece algunas vueltas de tuerca para ciertos personajes. No busca más que entretener mientras la sangre brota, los gritos llenan la pantalla y el mal acecha de forma omnipresente.

Aunque parece copiar y en algunos casos homenajear a otras obras, el material base ayuda a dejar claro su mensaje: aquí se habla de la brecha generacional y de cómo a algunas personas les cuesta aceptar los cambios y la forma de pensar de los más jóvenes. Sin entrar en detalles, es esta la historia de fondo que presenta Eli Craig, en su trabajo más logrado hasta el momento. Sin llegar a ser sobresaliente o memorable, deja la sensación de que pronto podría regresar con una historia que sí logre llamar más la atención.

Aun así, es bueno verlo de vuelta después del fallido piloto de la serie Zombieland (2013), que nunca vio la luz, o de Little Evil (2017), destruida por la crítica y no aceptada por el público, que casi le cuesta la carrera, todo después de haber tenido un prometedor debut con Tucker & Dale vs Evil (2011), una comedia negra de terror que le consiguió algunos elogios.

Al final, Clown in a Cornfield puede sorprender a algunos con su tercer acto e incluso generar rechazo por las decisiones de algunos personajes secundarios y sus motivaciones. Sin embargo, es una película ideal para este octubre, cuando las cintas de terror abundan en calidad variable, y esta se sitúa ligeramente por encima de la media, algo que se agradece en un mar de productos fallidos y mediocres. Cumple, resulta efectiva hasta donde debe y, al menos, nos entrega un villano que sí logra ser atemorizante, aunque en algunas secuencias se incline hacia la comedia.

No será la gran película de terror del año, no es “terror elevado”; es un slasher clásico con su respectiva moraleja, un elenco principal que —salvo Asher Angel— no es muy conocido, apoyado por veteranos como Aaron Abrams y Kevin Durand, todos cumpliendo dentro de lo que cabe. Realizada con mejores valores de producción que muchas otras, es una excelente opción para iniciar el mes. No está inflada por las pretensiones que han hundido a otras en las últimas semanas. Palomera, dominguera y muy entretenida.

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