The Fantastic Four: First Steps (2025)

Cuando escribí sobre la nueva película de Superman, dejé en claro que ese era el superhéroe con mayor número de adaptaciones cinematográficas realizadas por grandes estudios, empatado con Batman. Pues esta semana toca hablar de un grupo de estos que posee el segundo puesto en esta lista, con 3 intentos por llevarlos al cine (4 si contamos la versión realizada sólo para no perder los derechos de los personajes).

El viaje dentro de la gran pantalla de la familia Richards inició sin la presión que conlleva formar parte de un universo cinematográfico con las medianamente exitosas Fantastic Four (2005) y su secuela Fantastic Four: Rise of the Silver Surfer (2007), que si bien no fueron descalabros totales en la taquilla, nunca recibieron un apoyo real del público y mucho menos de la crítica; con la anterior franquicia finalizada, se intentó revivir a los personajes con Fantastic Four (2015), desastrosa producción que la mayoría queremos olvidar, misma que casi hace perder la ilusión de que en algún momento se pudiera tener una realización decente con el grupo de superhéroes; lo que nos lleva a la película de la que toca hablar hoy,  The Fantastic Four: First Steps, último (y desesperado) intento de poder crear algo digno para unos de los personajes más queridos de la editorial, ahora como parte del MCU.

Como si ambos estudios se hubieran puesto de acuerdo en el desarrollo de sus películas, esta producción también se aleja de las que ya conocimos, tanto en estética como en la forma de abordar su historia, ya que igual que con el superhéroe de DC, en esta versión se omiten los orígenes de los personajes, narrando su historia a manera de semblanza en un programa de televisión, para iniciar la trama en 1960, en la tierra 828, cuando el cuarteto ya cuenta con sus poderes y han salvado al planeta en varias ocasiones, volviéndose super estrellas, por lo que el eje central de la cinta no se da con el origen de sus poderes, sino con su interacción como familia. Por este motivo, el periodo que se nos presenta es en el que Redd (Pedro Pascal) y Sue (Vanessa Kirby) descubren que serán padres, después de números intentos fallidos. Junto a ellos, Ben (Ebon Moss-Bachrach) y Johnny (Joseph Quinn), deberán enfrentar la amenaza que representa la llegada de Silver Surfer (Julia Garner) quien les anuncia la inminente destrucción de su mundo a manos de Galactus, lo que pone en riesgo sus vidas, las de todo el planeta y la del hijo que esperan.

¿La trama les suena conocida? Claro que debe hacerlo, ya que es técnicamente la misma que vimos en la película del 2007, sumándole un bebé a bordo; aunque, si somos sinceros, mucho mejor llevada. En esta ocasión lo fuerte de la película no es su originalidad ni el manejo de la historia, misma que tiene varias partes (sobre todo en el tercer acto) que pudieron ser mucho mejor llevadas, sino en la relación de los 4 como familia y el papel que van a desempeñar en futuros proyectos, ya que esta es la película que inaugura la Fase Seis del MCU.

Teniendo este peso sobre sus espaldas, podemos decir que esta producción cumple a medias, ya que, aunque el reparto trabaja a la perfección en conjunto (destacando a Vanessa Kirby sobre los demás) y visualmente estamos ante la que es posiblemente la más lograda del estudio en muchos años, con una personalidad propia y tono específico, la trama seleccionada nunca logra despertar el entusiasmo que debería para la llegada de Avengers: Doomsday el próximo año. Sabemos que esta carga ha echado por tierra otras producciones que se han visto forzadas a encajar dentro de un algo más grande, situación que aquí parece repetirse.

Con esto no quiero decir que estemos ante un mal proyecto, ya que (Thunderbolts de lado) posiblemente sea también la más lograda en general en un tiempo considerable, demostrando que en esta ocasión sí se pusieron las pilas para darnos algo diferente, cosa que se puede ver en determinados momentos de la historia, cosa que se agradece, pero que termina ensombrecida cuando se intenta hacer que embone con el resto.

Se sabe el motivo por el que no se seleccionó al Dr. Doom como villano principal, no podía tocarse por el momento, pero el repetir a Galactus, como si el cuarteto no tuviera otros enemigos resulta cansado. Parece ser que el estudio no puede ver ya a villanos terrenales y todo tiene que ser inmenso para que sea atractivo y puede que lo sea, pero pareciera que se dejó pasar la oportunidad de explorar el mundo de estos superhéroes yéndose a lo seguro. Esto puede notarse en la decisión de nunca ver al equipo trabajar para vencer a otros villanos salvando al mundo, ya que si bien se nos explican en la introducción sus logros, todo pasa tan rápido que nunca los vemos de verdad en acción hasta que el metraje ha avanzado casi hasta el final. Tal vez las cosas hubieran funcionado mejor si no se hubiera reducido tanto la película, dejándola con una duración de menos de dos horas, cortando hasta la participación de John Malkovich quien interpretaba a Red Ghost, algo que pudo haber favorecido la trama. Este es uno de esos casos donde más tiempo si pudo haber sido un mejor trabajo narrativo.

Sumado a esto, algunas decisiones argumentales en pro de engrandecer el papel de Reed y Sue como padres hacen incongruentes algunas situaciones, como preferir que ciertos personajes realicen ciertas funciones cuando otros pueden desarrollarlas de una forma más rápida y eficaz. También el motivo por el que la opinión publica se torna en contra del grupo (algo que extrañamente también se da en la película de Superman), volviendo este uno de los mayores conflictos narrativos de la trama, se da debido a una situación que hace dudar del intelecto de un personaje que se nos ha dicho millones de veces que es un genio, por lo que su actuar carece de todo sustento lógico.

Un punto que si tiene cierta originalidad a pesar del rechazo inicial del público al enterarse del cambio, pero con el que no se hace nada al final, fue el género de Silver Surfer, ya que en esta ocasión el personaje no es Norrin Radd, sino su interés amoroso en los comics, Shalla-Bal, quien fue cambiada de dirigente del planeta del que proviene a una mujer científica que se sacrifica para salvar a su mundo, volviéndose el heraldo de Galactus. Cuando vas a realizar un cambio de este estilo, le guste a la audiencia purista o no, es porque habrá todo un trasfondo para este, mismo que nunca aparece en la pantalla, ya que (aunque Garner sale airosa del reto) técnicamente le dieron la historia de su enamorado en el papel y sólo cambaron el nombre. Otra situación desaprovechada.

Puede que parezca decepcionado de la película, pero debo decir que la disfruté mucho, ya que es una historia sencilla, con mensaje familiar incluido, que se permite ver y te hace pasar un buen rato, a pesar de que llegué a la sala con unas expectativas del tamaño de la amenaza que aqueja a los protagonistas. Posiblemente la parte negativa se deba al hecho de que esta vez se anunció por todo lo alto, como la salvadora de un universo en decadencia, tanto en calidad, como aceptación popular, terminando por no cumplir ninguna de estas funciones.

Visualmente es atractiva y lograda, mucho, incluso en el uso de CGI (salvo una escena con Reed casi al final), pero ha sido su guión el aspecto en el que ha cojeado al final. Personajes que, salvo Sue, nunca muestran su máximo potencial, con situaciones que se repiten de versiones anteriores, sin algo que la haga destacar del resto que no sea su diseño de producción y la química entre el reparto que es envidiable. Tendremos que esperar a ver cómo funciona en la taquilla y el papel de estos personajes una vez que interactúen con el resto, como pudimos ver en su escena post créditos y la de Thunderbolts, ya que como producto independiente ha resultado funcional nada más. Marvel dio un paso adelante en muchos aspectos con esta película, pero sigue estancado en muchos otros, cosa que espero no merme el futuro de la familia Richards como ha sucedido en otras ocasiones.

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