Gladiator 2 (2024)

En otra reseña escribí lo que el nombre Russell Crowe y Gladiator significaron hace 24 años. Gran éxito de taquilla que volvió super estrella al actor, ganadora del Oscar a Mejor Película y otras 4 categorías, causante del intento por revivir un género que tenía décadas muerto. Gracias a ella se produjeron una serie de cintas parecidas, tales como Troy (2004), Alexander (2024), 300 (2007) y su secuela 300: Rise of an Empire (2014), culminando con el innecesario y desastroso remake Ben-Hur (2016); cada una con un grado de éxito y aceptación diferente, pero ninguna acercándose a lo que la cinta de Ridley Scott consiguió, por lo que los estudios perdieron interés y el género dejó de producirse de nuevo. 

Scott, a pesar de estar al tanto de que ninguna cinta había logrado lo que la suya y de que parecía que a nadie le importaba ya este tipo de cine (él mismo se estrelló con Exodus: Gods and Kings en el 2014), nunca quitó el dedo del renglón o perdió la esperanza de realizar una secuela de uno de sus más grandes éxitos. Con planeaciones que iniciaron desde un año después de la original, pasando por una serie de líneas argumentales (algunas por demás irrisorias), borradores, guiones rechazados, reescrituras, nombres que se barajaban y descartaban, venta de la propiedad intelectual, pandemias, huelgas y una larga lista de situaciones que le gritaban que su proyecto jamás se realizaría, parece ser que cuando al hombre se le mete una idea en la cabeza no hay quien se la quite; por lo que este año tenemos por fin la superproducción Gladiator 2, uno de los eventos más esperados del año, acompañada por una forzada campaña de publicidad que nos quiere hacer pensar que el fenómeno Barbenheimer puede repetirse con el nombre de Gliked (se estrena el mismo día que el musical Wicked) y con un reparto variado que incluye actores de renombre y nuevas estrellas, tratando de acaparar una audiencia más amplia. Eso sí, tal vez para ganar un poco de terreno, su estreno internacional se ha dado antes que en el mercado anglosajón, por lo que pudimos verla desde el fin de semana pasado en México y las reacciones no se han hecho esperar, tanto positivas, como negativas.

Primero, ¿cómo continuar una historia en la que tu protagonista ha muerto? No sería la primera que se obviara este aspecto, pero después de dejar de lado la idea de revivirlo, se decidió centrar todo el peso argumental en el personaje de Lucius (Paul Mescal), a 16 años de los sucesos de la original, que ahora utiliza el nombre de Hanno, después de haber vagado por su seguridad de pueblo en pueblo desde su infancia, hasta terminar en Numidia, donde lleva una vida apacible, casado y en aparente calma. Todo esto termina cuando los romanos los invaden, dirigidos por Marcus Acacius (Pedro Pascal), y terminan tomando como esclavos a los sobrevivientes, quienes son utilizados como entretenimiento en arenas de lucha, lugar donde el protagonista llama la atención de Macrinus (Denzel Washington), quien lo compra como gladiador para competir en el Coliseo, que ahora, bajo el reinado de los emperadores gemelos Geta (Joseph Quinn) y Caracalla (Fred Hechinger), han parecido olvidar la idea de una Roma dirigida por el Senado y para el pueblo, ya que el imperio se encuentra en un momento donde las clases más bajas sufren de penurias, mientras los ricos derrochan todo tipo de lujos (algo que sigue sonando demasiado actual). A la par de esto, cada personaje parece tener su propia agenda para realizar sus acciones, mostrando poco a poco los motivos ocultos que los hacen accionar.

Gladiator 2 es más de lo mismo que vimos en la primera en el aspecto superficial, pero al mismo tiempo no lo es si hablamos de todo lo que gira alrededor del esqueleto que conforman los enfrentamientos que se dan en la arena. Scott rinde homenaje a su producto, pero se encarga de alejarse lo suficiente para que esta tenga un ritmo, tono y lenguaje diferente, lo cual no es malo en absoluto, puesto que este es un producto en extremo entretenido y una superproducción hecha en Hollywood con todas sus letras; pero el gran problema es que se trata sólo de eso, ya que, a pesar de ser mucho más espectacular que la anterior, en ningún momento logra siquiera acercarse al espíritu o poder que tuvo la primera. 

Si bien la original no era la imagen de la fidelidad histórica (casi ningún producto de Hollywood lo es), por lo menos se sentía creíble y lograda en su narrativa. En esta ocasión resulta notorio (o lo parece en caso de que no haya sido buscado) que la trata se ha acercado más a un drama shakesperiano, que a una narración sobre el avance de la historia romana. Intrigas, traiciones y secretos son los principales ingredientes que conforman una trama que termina resultando lo mas endeble del producto final, sobre todo en la creación y desarrollo del personaje central.

No es que Paul Mescal no cumpla, porque lo hace, es un excelente actor, pero es que su personaje resulta el más débil en desarrollo de todos, tal vez no tiene las tablas suficientes para llenar los zapatos que le han regalado, su físico pudo jugar en contra también, ya que luce demasiado joven, lindo y hasta escuálido por momentos, para verlo como un verdadero gladiador. El guión se encarga de dejarnos ver que su fuerte es la inteligencia por sobre la fuerza bruta, por lo que eso queda cubierto, pero de igual forma se percibe que es su escritura es hasta cierto punto débil e incluso unidimensional.

Esto se vuelve más notorio cuando entra en escena un Denzel Washington que parece habérsela pasado de lo lindo, con mejores diálogos y desarrollo que todos los demás, en un papel que nos recuerda de lo que es capaz y la razón de ser el actor afroamericano más laureado de la historia; apenas aparece en escena y todos los demás se desdibujan, se borran y sirven como mera decoración a su alrededor. Todos funcionan, están en su papel y hacen lo que pueden con los diálogos y situaciones que se les han definido, pero es Washington el único que en verdad brilla y lo hace de forma tan cegadora que no hay manera de que alguien salga al quite contra él. Esto, por donde se vea, es el resultado de un guión que nunca termina de funcionar y llega a niveles de camp y extravagancia (posiblemente buscada) que termina restando fuerza a la trama.

Técnicamente impecable, a pesar de ciertos tiburones CGi que han causado que historiadores se arranquen el pelo, la producción demuestra cada centavo invertido, pero lo hace de una manera tan linda, pulcra y cuidada, que resulta inverosímil pensar que las ropas puedan mantenerse limpias tanto tiempo, que las dentaduras de los protagonistas sean tan perfectas y que los peinados permanezcan inamovibles a pesar del momento histórico en que se desarrolla la trama. Es más probable que uno termine bañado en tierra después de una polvareda lagunera que ellos en medio del desierto. Esta es una cinta donde la gente parece utilizar disfraces en lugar de vestuarios, a pesar de la maestría de los dos vestuaristas y sus carreras impecables, cosa que creo, más no estoy seguro, tiene que ver más con la visión del director que con sus propias decisiones. Scott quiso darnos un espectáculo visual y lo logro, superando por mucho a la anterior, no hay duda de eso, pero creo que ni el mismo tomó muy en serio el aspecto histórico de su producto. Todo dicho desde mi percepción, más no tengo la información para corroborarlo.

Gladiator 2 termina siendo una secuela de manual, donde todo es más grande, más espectacular y llamativo, pero también vacío y superficial. No dudo que vayamos a escuchar sobre ella en la temporada de premios, sobre todo en Actor de Reparto para Denzel y en un sinnúmero de menciones técnicas, pero para nada la veo llegando como favorita, sobre todo en un año donde no sólo tendrá competencias mas logradas narrativamente hablando, sino en el aspecto visual.

Aun con tolo lo anterior, y pareciendo que es una cinta que estoy por destrozar, la verdad es que la disfruté mucho, tiene momentos muy divertidos, maneja la cantidad suficiente de drama (aunque este en algunas veces termine antes de que empiece) pero que en realidad es cine, del de antes, del enorme que se producía en décadas pasadas. Ridley Scott es alguien que ha logrado grandes clásicos en diferentes géneros, que cuando se lo propone logra maravillas, pero en este caso no estamos ante una de ellas. Cuando el año pasado hizo burla sobre que, mientras Martin Scorsese había tardado años en crear Killers of the Flower Moon, mientras él había realizado 4 películas en le mismo periodo, tal vez tuvo que detenerse a pensar que la calidad, en la mayoría de las veces es mejor a la cantidad, y que en su caso resulta notorio al no detenerse un momento para pulir mejor sus proyectos o escogerlos con mayor tino.

No creo que ninguno vayamos a destruir u odiar Gladiator 2, porque cumple, entretiene y es una buena película a secas, pero teniendo el antecedente de la primera, esta sólo resulta un mero entretenimiento, muy eficaz eso sí, pero sin mayor sustancia. No una perdida total, pero tan olvidable que no creo se vuelva un clásico como la anterior. Nunca pensé decir esto, pero tal vez si hubiera sido mejor revivir a Maximus Decimus Meridius. 

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