Inside Out 2 (2024)
Ya lo he dicho antes, no soy fanático de Pixar, no sé la razón, pero la mayoría de sus películas no me han enamorado; aunque eso no quita que algunas estén dentro de mis gustos, como The Incredibles (2004) y WALL·E (2008). La más reciente de sus producciones que logró cautivarme fue Inside Out (2015), sobre todo por la originalidad de su guión. De esta última acaba de estrenarse una secuela, Inside Out 2, misma que no sólo tiene la difícil tarea de no morir sepultada por las comparaciones, sino también la de internar revivir el interés en la taquilla por las producciones de un Disney que tiene un par de años sin lograr repuntar. Después de haberla visto creo que la película ha salido airosa en ambos sentidos.
Primero el punto económico, aunque cuando esto se publique le suma será mucho mayor, la cinta ha logrado superar los 430 millones a nivel internacional en sus primeros 6 días de proyección. Esto, sin exagerar, es mejor que el único éxito verdadero de este año, Dune: Part Two, lo que la acerca al fenómeno Barbieheimer del año pasado. Claro, se trata de una película infantil, pero esto no ha impedido que el resto de las producciones del estudio se estrellen de manera estrepitosa en los últimos tres años.
El posible éxito de la película puede que se deba, al igual que sucedió con Finding Dory (2016) y Incredibles 2 (2028), a que es una continuación o derivado de una cinta que gozo de un gran recibimiento del público, pero que al mismo tiempo fue aplaudida de forma unánime. De la misma manera que las antes mencionadas, la producción de la que hablo no es una simple secuela, ya que se nota que fue cuidada a detalle al momento de su planeación, desarrollo y producción, incluyendo una mejora significativa en su animación, así como un marketing desarrollado bajo microscopio. No en vano la primera es, junto a Coco (2017), sus últimos estrenos originales, no continuaciones o spin offs, que resultaron de verdad exitosos, antes de que la pandemia y una enorme avalancha de servicios de streaming viniera a cambiar la manera de ver películas.
Los padres han dicho que dejaron de llevar a los niños al cine porque prefieren esperar 2 meses a que lleguen a Disney +, lo que tiene mucho sentido si hacemos cuentas y vemos lo que se gasta una familia en llevar a sus hijos a ver una cinta no una, sino varias veces, como antes ocurría, sin contar los alimentos que se lleguen a consumir. En este caso algo ha sucedido que este factor no ha importado, posiblemente porque los niños que la vieron hace casi 10 años ya se encuentran en edad para ir en solitario o con amigos, o los adultos que la vimos quisimos saber la continuación de estos personajes, así como la inclusión de uno nuevo que lleva por nombre una de las palabras más repetidas de los últimos 15 años, emblemática para definir el pensar colectivo de una sociedad millennial y centennial que ha llegado al límite de aceptación y tolerancia para con las generaciones anteriores y sus reglar arcaicas, me refiero a la Ansiedad.
Esto nos lleva a la trama, donde al inicio parece que las cosas se mantienen tal cual las dejamos, con las cinco emociones básicas (Alegria, Tristeza, Enojo, Desagrado y Temor), habiendo logrado que Riley haya llegado a los 13 años siendo su mejor versión, una buena persona, como ella misma se autodenomina y con un Sentido de Identidad (concepto psicológico incluido en la trama) basado en recuerdos y experiencias positivas, debido a un filtrado que Alegria (adicta al autocontrol como siempre y amante del autoengaño, por lo que no la tolero mucho) ha logrado realizar con un dispositivo que ella inventó.
Como nada puede ser perfecto, porque los humanos no lo somos, la temida pubertad hace su aparición, junto con un grupo de trabajadores que reestructuran el cuartel de las emociones, debido a la llegada de cuatro nuevas que han aparecido debido a la etapa que la jovencita acaba de iniciar, que aunque no son exclusivas como tal de este momento de la vida, es cuando comienzan a tomar mayor importancia. Estas son Envidia, Vergüenza, Ennui (palabra en francés que significa aburrimiento y puede ser tomada como la apatía) y la líder de estas, Ansiedad. A partir de la llegada de las nuevas emociones, se desatará una lucha de poder entre Alegria y esta última por el control del actuar de la nueva puberta, lo que da a una serie de situaciones que llevaran a Riley a sufrir los cambios de humor y decisión tan típicos de su edad.
Esto a grandes rasgos es la historia de la cinta, pero sabemos que, tal cual sucedió en la primera parte, esta es la parte infantil, la que está llena de colores, con figuras atractivas para que los pequeños (y algunos adultos) se entretengan sin pensar, plagada de bromas físicas y evidentes que provocaron en la sala las suficientes risas generalizadas para saber que este aspecto está cubierto sin problema.
Pero esto es Inside Out, y así como en la primera parte vimos desaparecer en una escena desgarradora al amigo imaginario de Riley y transitar a los personajes por el mundo del pensamiento abstracto, en esta ocasión son variados los aspectos que se nos exponen, como una bóveda donde se guardan los secretos “más oscuros” de la jovencita, mismos que a comparación de la mayoría de los adultos son por demás inocentes (incluido el de la escena post créditos); también aparece el fuerte hecho de colchones de la primera cinta, que servía para que su imaginación diera rienda suelta a la creación de historias o momentos agradables, que ahora sirve como centro donde se crean y proyectan escenarios catastróficos que roban la paz emocional de la protagonista.
En el sentido del desarrollo del guión (que cuenta con algunos hoyos que se notan más ahora que en la anterior y mencionaré más tarde) podemos decir que esta saga esta más cercana a la de Toy Soty que a cualquier otra del estudio, esto porque, minera los juguetes debían aceptar el desarrollo de su propietario hasta volverse un adulto donde ya no son necesarios, en esta ocasión las emociones básicas deben aceptar que ya no pueden controlar la vida de un ser humano que comienza a enfrentarse a cosas muy diferentes y complejas, que ellas no pueden solucionar del todo. Como sucede con los juguetes, Alegria es la Woody renuente al cambio que no acepta lo que está ocurriendo, mientras otros como Temor parece haber aceptado a Ansiedad sin problema alguno, cosa que se entiende psicológicamente hablando, ya que ambas emociones pueden considerarse complementarias.
La manera en que los escritores, sobre todo Meg LeFauve quien fue la creadora de la primera parte, logra llevar las situaciones, hacen que sea imperceptible el cambio de director, ya que en esta ocasión Pete Docter ha cedido su lugar a Kelsey Mann, quien debuta con este proyecto, uno demasiado grande para haber sido confiado a un novato, pero que sale en extremo bien librado y con un futuro prometedor, aunque con algunos puntos que pudieron exponerse para la parte adulta de la audiencia.
Y aquí es donde comienzo con estos puntos, pero no sin antes decir que son nimiedades porque la cinta funciona y lo hace de maravilla, cumpliendo de sobra en el aspecto basado en el entretenimiento y la calidad técnica llevada como nunca, donde solo merece aplausos; pero esto se trata de analizar y durante la proyección me saltaron un par de cuestionamiento, tal vez por que busco lógica en todo (menos en mis comportamientos personales), porque tengo problemas con el orden de las cosas o simple amargura, no lo sé, pero menciono a continuación ciertas cosas que tal vez en otra entrega se expliquen.
Cuando la primera parte se estrenó, uno de los aspectos que resaltó fue el hecho de que la mente de Riley contaba con emociones de ambos géneros, a diferencia de sus padres donde las cinco emociones correspondían al de cada uno. Esto, que desató alarmas entre las cándidas almas conservadoras que luchan constantemente por mantener los valores morales de la época de la inquisición y aman utilizar de forma peyorativa la palabra woke, tuvieron que aceptar con el tiempo que esto se debe a que la identidad sexual termina de definirse años más delante, muchos más de la edad que tenía la niña en esa ocasión.
Ahora, con una adolescente esto se ha mantenido (aunque la mayoría ya son de género femenino), incluso mostrando las mentes de sus amigas donde el fenómeno se repite, sin que eso sea una malvada trampa de la agenda que se le quiere imponer a las masas dominantes y para nada mayoritarias que rechazan este tipo de situaciones. Pero dejando de lado a un grupo que parece seguir aferrado a vivir en 1800, la cuestión importante aquí es que, si en las adolescentes se crean nuevas emociones, incluyendo a Nostalgia que ya vive dentro de su mente, pero a la que se le recuerda constantemente que no es su momento para aparecer, hace notar ciertos puntos. El primero es el hecho de que una emoción desconocida ya habité en la mente de Riley, pero el resto hayan llegado a vivir ahí, lo cual vendría a chocar con la manera en que se nos presenta el planteamiento de la historia; pero el más importante es el segundo, ya que volvemos a ver las mentes de sus padres y en estos no existen emociones nuevas, como si se hubieran quedado en una etapa infantil y sólo tuvieran las cinco básicas. Yo he pasado los 40 años desde hace bastante tiempo y puedo asegurar que esas cuatro emociones nuevas, así como una constante aparición de la nostalgia, no han desaparecido desde que hicieron su entrada triunfal, lo que vendría a suponer un error bastante notorio al momento de presentar el concepto de la cinta.
Lo sé, esta es la historia de la niña cambiando de etapa, no de los padres, por lo que mi cuestionamiento puede estar sobrado, pero no por eso deja de romper una de las reglas básicas del guionismo, la cual es que “si no aparece en papel, es un error”. Como dije, esto puede que sea pensado para otra entrega futura, porque con estos números y comentarios tan positivos, sería imposible que Pixar/Disney no vean en esta franquicia su nueva Toy Story, ya que hasta esta última parece que no se cansan de explotar y han anunciado una nueva secuela. Ahora, siendo totalmente honesto, nada de lo que dije al final importa, porque errores o no la cinta es un deleite narrativo y visual, desde el diseño de personajes y cada aspecto técnico que la rodea, con secuencias que ya pueden ser consideradas dentro de las mejores de Pixar, como lo es la tan mencionada escena del ataque de pánico, donde todos aquellos que los hayamos experimentado pudimos coincidir que no humo una mejor manera de plantearlo. La cinta es grande, merece cada uno de sus halagos y por mucho vale la pena ir a verla a las salas; pero sobre todo se le debe agradecer venir a salvar a un verano que parecía sucumbir entre malos proyectos y la apatía de un público que parecía ya no interesarle lo que se le ofrece. Parece que Disney está de vuelta, por lo que sólo queda esperar que no sea invadido de nuevo por la emoción llamada avaricia y comience a regalarnos otra vez productos de este nivel