Immaculate (2024)
Los twin films o películas gemelas son un concepto que se refiere a dos o más producciones cinematográficas que tienen argumentos casi idénticos, llegando incluso a parecer que son copia una de la otra. Esto puede deberse a que el tema que se trata está de moda, se basan en algún material existente como una obra de teatro o novela, a espionaje industrial, al cambio de algún ejecutivo de un estudio a otro, o que un guión pasó por varias compañías antes de ser adquirido para su producción.
Ejemplos de esto podrían ser Dante’s Peak y Volcano, Antz y A Bug’s Life, Deep Impact y Armageddon, Anywhere But Here y Tumbleweeds, The Cave y The Descent, The Prestige y The Illusionist, No Strings Attached y Friends with Benefits, Olympus Has Fallen y White House Down, por mencionar algunos de una larga lista que puede encontrar sus orígenes desde que el cine comenzó a producirse. Pues este año el fenómeno se ha repetido dentro del género del terror religioso, en la forma de las cintas The First Omen (de la que ya escribí en su momento) y de la que me toca hablar en esta ocasión, Immaculate.
La historia en esta ocasión es la de la joven novicia Cecilia (Sydney Sweeney) que llega a un convento en Italia que sirve como asilo para monjas de la tercera edad. Ella es una mujer devota que siempre ha estado marcada por el milagro que suscitó el permanecer varios minutos muerta debido a un accidente y haber vuelto a la vida.
Ella se adapta al convento sin problemas, entablando amistad con una compañera de nombre Gwen (Benedetta Porcaroli) y cumpliendo con gusto las labores que se le asignan; pero de un día para otro todo cambia cuando se descubre embarazada sin haber tenido contacto sexual con ningún hombre, por lo que el hijo que lleva en su vientre es considerado concepción divina y el trato para con ella cambia por completo, pues ahora la consideran la elegida para que el hijo de dios regrese a la tierra. A partir de esto Cecilia comienza a percatarse de cosas extrañas, así como comportamientos inusuales en algunos de los dirigen el lugar, por lo que comienza a dudar de todo lo que ocurre a su alrededor.
Habiendo contado la sinopsis, ¿son tan parecidas ambas cintas para que se consideren gemelas? Empezando con el prólogo, en ambos casos las historias abren con una secuencia que sucede poco tiempo antes del verdadero arranque, en que se nos muestran escenas con algún tipo de impacto visual para atrapar al espectador; en ambas la trama inicia con el arribo de una joven monja con alto grado de devoción (y atractivo físico) que cargan con un suceso de su pasado que las ha marcado; las dos han sido invitadas por un sacerdote a formar parte de esa congregación; los conventos sirven como vivienda para cierto grupo, niños en The Omen y ancianas en esta; en los dos lugares cuentan con secciones misteriosas donde el acceso es restringido por diversos motivos; ambas protagonistas entablan amistad con otra monja de espíritu libre y alma rebelde; en las dos tramas ocurre la muerte de otra joven monja de forma llamativa, creativa y horrible; en las dos la historia se sustenta en misteriosos embarazos cuya existencia es inexplicable; después de esto las protagonistas se percatan del actuar de su entorno y tratan de escapar de los conventos; las historias terminan con secuencias ligadas a un parto.
Pues sí, a pesar de contar con algunas diferencias, las historias son por demás parecidas y como suele suceder en estos casos una siempre sale peor parada que otra, y en esta ocasión, indistintamente de mi predilección por la otra película, es Immaculate la gran perdedora. Y no es que la cinta sea mala como tal, hay muchas peores, simplemente no aporta nada o no cuenta con algún punto en el que destaque de cualquier película del montón. Posiblemente la mejor decisión que tomó el director Michael Mohan no tiene nada que ver con su proceso tras las cámaras, sino el haber buscado a Sydney Sweeney a quien ya había dirigido antes del nivel de fama que se maneja en la actualidad y cobrarle el favor de haberla vuelto la estelar de su cinta The Voyeurs (2021), ya que es ella la que debió terminar más agotada que un maratonista al finalizar una carrera, por la responsabilidad de cargar el peso completo de esta película, y no me refiero a su trabajo como productora, papel que también desempeñó, sino al hecho de que sin su actuación la historia sería mucho más difícil de soportar.
Sweeney está de moda, es su momento, la celebridad juvenil en ascenso y se le comienzan a ofrecer roles de diversos tipos, por lo que este proyecto pudo ser seleccionado para alejarse de la sexualización que se le ha realizado en medios y redes (lo que no evitó que le tuvieran corriendo con singular alegría sin sostén o mojada por completo en diversas secuencia durante el metraje), por lo que ella entrega todo para que la gente vea que sus papeles en la series Euphoria y The Withe Lotus, o el éxito de Anyone But You no fueron simples casos de suerte. Su personaje es el único que remotamente tiene un desarrollo en esta trama y ella lo desarrolla de forma más que solvente, pasando de la inocencia inicial a una lucha constante por su supervivencia, llegando a cierto grado de salvajismo y violencia; ella está muy bien para los diálogos que le escribieron y la manera en que se maneja su personaje, pero deberá escoger mejor sus siguientes trabajos, ya que aunque parece que este no le ha afectado, después del descalabro de Madame Web no puede volverse la actriz que encadena una basura tras otra.
Ahora, dejando a la It Girl del momento de lado, no existe un aspecto que podamos aplaudir por completo dentro de este sinfín de clichés y situaciones genéricas; pero mencionamos los que se diferencia de su comparación directa. El primero es la manera en que se dan los hechos, puesto que en The Omen se ha optado por un tono totalmente sobrenatural, en esta los guionistas apostaron por la manipulación genética, por lo que podemos decir que esta es una mezcla entre Rosemary’s Baby y Jurassic Park, sí, así como suena. Esto provoca que una cinta que de por si no estaba funcionando para generar la tensión y el miedo que uno esperaría por los trailers, tome un rumbo totalmente diferente que vuelve imposible volver a generar algún tipo de interés en el espectador, quien probablemente para ese momento ya había comenzado a divagar mentalmente debido a que el ritmo nunca se logró mantener. Ni siquiera el mensaje sobre la independencia de la mujer y la capacidad de decisión sobre sus cuerpos, o el yugo masculino bajo el que viven es llevado de manera funcional, por lo que esta parte de la trama sólo sirve para que Álvaro Morte nos muestra que es capaz de enromes niveles de sobreactuación al interpretar a su sacerdote/científico loco Sal Tedeschi.
Immaculate es en resumidas cuentas una cinta que tiene un inicio poderoso y cuenta con una secuencia final de las que no se olvidan, aunque a muchos pueda molestar; pero que pareciera que no se interesaron en crear algo sustancioso en medio de estas dos partes. Apoyada por completo en la actuación de su protagonista, la película carece de una atmosfera que ayude a su argumento o algún apartado técnico que la eleve un poco o la separe del resto. Una historia de terror religioso cuyo mayor pecado es no haber sido eso en realidad, no asustar y ni siquiera intentar volverse memorable visualmente. Posiblemente en otro año o en otra forma de exhibición pudo haber hecho más ruido, pero no en este, no en uno donde las comparaciones la matan y ya se demostró que se pudo haber hecho algo mucho mejor.