May December (2023)
Entre 1996 y 1997, Mary Kay Letourneau se volvió infamemente conocida por todo el mundo como la maestra de Washington que terminó tras las rejas por sostener una relación sexual con su alumno Vili Fualaau de tan solo 12 años. De dicha relación, que reinició al salir en libertad y terminó en un matrimonio de casi 14 años, se engendraron dos hijos, mientras se volvieron el centro de miles de titulares de la prensa amarillista, así como de expertos que analizaban los aspectos psicológicos de la relación. Como era de esperarse, las productoras de películas para televisión no podían dejar pasar la oportunidad de utilizar semejante caso mediático, por lo que se produjo All American Girl: The Mary Kay Letourneau Story (2002) de USA Network, estelarizada por Penelope Ann Miller, quien mantuvo comunicación telefónica con Mary Kay para poder interpretarla de la manera más creíble posible.
Es raro que este tipo de historias amarillistas llame la atención de los grandes estudios, así como de directores de renombre, motivo por el que fue muy llamativo (y extraño) cuando el laureado realizador Todd Haynes anunció que su más reciente proyecto, May December, tendría como base este suceso. Como suele ocurrir con todos los trabajos del Haynes, era evidente que no íbamos a recibir una simple recreación de los hechos, ya que, debido a su educación en semiótica, sus proyectos siempre están llenos de mensajes y simbolismos que se ocultan bajo la primera capa de sus historias, cosa que se ha repetido en esta ocasión.
El director ha optado por contarnos todo desde la perspectiva del metacine, en una versión ficcionada de los personajes, en un universo donde sus nombres son otros y la cinta mencionada nunca fue realizada. En este mundo con paralelismos, una famosa actriz de cine llamada Elizabeth Berry (Natalie Portman), habiendo conseguido el que cree el papel de su vida, se prepara para interpretar a Gracie Atherton-Yoo (Julianne Moore), la mujer que pasó tiempo tras las rejas por abusar de un menor de edad con el que terminó casándose. Como actriz de método, la estrella ha solicitado conocer a los relacionados con el escándalo para poder realizar con fidelidad su personaje, cosa que es aceptada por Gracie para poder contar su lado de la historia, permitiéndole adentrase en su vida, sin saber los estragos que esto causará tanto en ella, como en su joven esposo Joe Yoo (Charles Melton) y todos los que los rodean.
Todd Haynes es un maestro para crear apariencias perfectas que luego destruirá o presentándonos personajes que va a desnudar emocional y mentalmente ante nuestros ojos. En sus historias nada ni nadie es lo que parece, aunque no estén mintiendo, porque ellos mismos han creído que esas mascaras son verdaderas, hasta que comienzan a craquelarse y desmoronarse, sin tener ya nada que esconda la verdad sobre quienes son realmente sus personajes, en toda dirección que el espectro moral permita.
Así como nos hizo ver la perdida de la civilidad hasta llegar a la histeria que provoca el miedo a una extraña condición médica en Safe (1995); o la recreación del glam de los 70 para narrarnos la vida de un personaje que no termina de ser definido al mostrárnoslo desde perspectivas diferentes que son contadas por diversos personajes en Velvet Goldmine (1998); hasta sus dos trabajos más finos y pulidos, Far from Heaven (2002) y Carol (2015), donde las apariencias son imperantes en la vida de los protagonistas, hasta llegar a asfixiar con la marcada perfección de sus falsos mundos de pretensión; en esta ocasión el director nos regala una triada de seres rotos, que nos muestran una faz que poco a poco va dejando ver el verdadero sentir y pensar de cada uno.
Para contar esta historia el realizador ha seleccionado en esta ocasión un marcado tono melodramático y un acercamiento telenovelesco que utiliza recursos como una de las dramáticas partituras escritas por Michel Legrand para la cinta The Go-Between (1971), así como encuadres y acercamientos bruscos a los rostros de sus protagonistas en ciertas escenas clave para provocar en nosotros el entendimiento forzado de que ahí está sucediendo algo emocionalmente importante para los personajes, como si el público no fuera capaz de entenderlo por sí mismos.
En el centro de esta buscada exageración melodramática deambulan el trio de protagonistas con sus notorias patologías, mismas que van desde un narcisismo desmesurado por parte de Elizabeth, a quien le dura poco la fachada de amabilidad con la que se presenta ante el matrimonio en su llegada, puesto que no le importa nada ni nadie con tal de conseguir lo que necesita para sacar adelante su personaje; pasando por la negación en la que vive el personaje de Gracie, sonriendo todo el tiempo, a pesar de estar al tanto de que su entorno la rechaza y desprecia debido a sus acciones; en el centro de estas dos mujeres, Joe Yoo, el niño atrapado en el cuerpo de adulto al que se le robó gran parte de su vida, que se vio forzado a tener responsabilidades que no le correspondían y a quien la llegada de la actriz lo hace dudar de todo lo que ha vivido desde su casi infancia. Un avispero que ha sido pateado, un baile de máscaras que ha llegado a esa parte de la noche en que las mismas se deben retirar para descubrir quien se esconde tras ellas, una fachada de perfección que se derrumba y un universo que no va a volver ser el mismo.
Un festín de apariencias perfectamente coreografiado gracias al maravilloso guión (única nominación de la cinta a los Oscar de este año) escrito por Samy Burch, donde las capas de complejidad psicológica y narrativa facilitan el deleite que resulta ver a ese trio de actores en los que pueden ser considerados como parte de los mejores personajes que han caído en sus manos. Natalie Portman en un papel muy diferente a los que nos tiene acostumbrados, como la causante del caos, la actriz seductora que llega a exponer las verdades que los demás no quieren ver, más cercana a su Alice Ayres de Closer (2004) que nunca; Charles Melton, la otra revelación del año, sacudiéndose el estigma de haber aparecido durante 7 temporadas a ese producto televisivo bizarro llamado Riverdale, con sus momentáneos escapes de su realidad a través del teléfono, teniendo el personaje con el mayor desarrollo de la cinta, el que mayores conflictos posee y el que pero librado en este choque de egos e inseguridades que se ha transformado en su cárcel; pero es Julianne Moore la que despliega todo su talento interpretativo, en la que es posiblemente su mejor actuación desde aquel 2002 cuando estrenó The Hours y Far from Heaven (también de Todd Haynes), lo que es mucho decir para una actriz de su tamaño, su actuación es contenida por momentos y visceral en otros, la compadeces en unos a pesar de sus acciones, para luego temerle cuando el uso tan característico de los espejos del director nos muestra su verdadera naturaleza.
May December es una cinta que resultará difícil para muchos, para algunos no pasará de ser una telenovela reducida, para otros les resultara incomprensible; pero así fue pensada, se diseñó para que uno piense y reflexione lo que se le está observando. Incómoda por momentos, sí, pero con una manufactura impecable, poseedora del que es posiblemente el mayor duelo interpretativo del año y para mi gusto, una cinta imperdible que con el tiempo encontrará el lugar que no se le ha dado.