The Exorcist: Believer (2023)

Existen ciertas películas que, debido a su estatus de obras de culto, no deben ser tocadas. Esto quiere decir que no se deben realizar secuelas, precuelas, recuelas, remakes o cualquier otro producto con el que la maquinaria capitalista del cine quiera repetir el fenómeno comercial o de critica que fue la cinta base.

Lo anterior lo digo porque, aunque se han realizado algunos escasos casos de éxito, como The Godfather Part II (1974), Aliens (1986), Terminator 2: Judgment Day (1991), Toy Story 3 (2010) o Mad Max: Fury Road (2015), tarde o temprano toda franquicia termina por tener un eslabón débil, carente de la calidad del resto. Aun así, estos títulos han sido algunos de los que han logrado algo digno en sus intentos, ya que por lo general el fracaso, provocado por una ínfima calidad, es la característica principal en ellos.

Un ejemplo que reafirma mejor que todos lo anterior es el de The Exorcist (1973), para muchos la mejor cinta de terror jamás filmada, para otros la más aterradora película de la historia (aunque el tiempo haya diluido su impacto), clásico entre los clásicos, nominada en su momento a 10 premios Oscar (ganando por la adaptación de su guion y el apartado de sonido), éxito descomunal de taquilla; pero con una lamentable y patética sucesión de 4 cintas inconexas que se han realizado en torno a ella tratando de emular sin el mínimo éxito el impacto y calidad de esta. Dentro de este infame grupo de secuelas/precuelas totalmente innecesarias se encuentra la producción de la que esta semana escribo, la lamentable The Exorcist: Believer, de David Gordon Green, quien en esta ocasión mordió mucho más de lo que pudo tragar.

Es evidente que no considero que esta sea una película buena, ni siquiera funcional, pero hablemos por partes de esto para poder explicar las razones de mi pensar, empezando por su tambaleante y repetitiva historia, que en este caso tiene como protagonistas a no una, sino dos niñas poseídas por un demonio, Ángela (Lidya Jewett) y Katherine (Olivia O’Neill); pero de nuevo vamos por partes.

Con una secuencia de apertura que nos muestran a los padres de la primera, el fotógrafo Victor (Leslie Odom Jr.) y su esposa Sorenne (Tracey Graves), quienes viajan por Haití, con ella en un avanzado estado de embarazo. Gracias a lo notorio de su condición, un grupo de locales bendice a su bebé nonato bajo sus creencias vudú, diciéndole que ahora su hija estará protegida contra el mal, palabras que la futura madre recibe con agrado. Para mala suerte de la pareja, un masivo terremoto se produce en el lugar donde se encuentran, por lo que Sorenne termina gravemente herida y se debe tomar la decisión de salvarla a ella o a su hija, ya que resultará imposible hacerlo con ambas.

La cinta entonces salta 13 años al futuro, donde vemos a un viudo Victor y a su hija, llevando una vida agradable y una buena relación entre ambos, aunque dándonos cuenta de que él extraña a su esposa y su hija quiere saber más sobre ella. Esa mañana, ella le pide permiso para ir saliendo de clases a estudiar a casa de una compañera, cosa a la que él accede después de una negativa inicial. Con la moraleja de que los padres tienen un sexto sentido por el cual no quieren permitirle a sus hijos adolescentes la libertad de realizar actos estúpidos, apenas han pasado unos minutos nos damos cuenta que tanto Angela como Katherine han mentido a sus padres con la misma excusa, ya que no piensan ir a casa de ninguna compañera, sino que las vemos adentrarse en el bosque (no se explica la razón por la que seleccionan ese lugar), con la firme idea de realizar un ritual (el acto estúpido característico de la adolescencia) que le permita a la joven contactar con su madre muerta. Como se ve venir desde el espacio, es este el momento en que todo comienza a salir mal, ya que las niñas desaparecen y son encontradas en estado casi catatónico varios días después, sin recordar que les ha sucedido y comenzando a mostrar actitudes extrañas y agresivas, cosa que sus padres no entienden, pero que nosotros, el público, sí.

Resultando evidente que ambas han sido poseídas, es el momento de sacar el oportunista arsenal de la nostalgia, ya que gracias a una vecina enfermera católica de nombre Ann (Ann Dowd aceptando productos muy por debajo de su talento), los padres de ambas chicas descubren el libro de Chris MacNeil (una Ellen Burstyn posiblemente convencida de regresar por un gran cheque y el uso mínimo de sus capacidades interpretativas), a la que contactan y piden apoyo para ayudarlos en lo que están viviendo. Todo esto sucediendo en el primer acto y todo visto en el trailer, por lo que el resto de la historia deberá ser descubierta por los que se atrevan (y no lo digo por el supuesto terror que pueda causar la cinta) a ir al cine a ver la película.

¿Cuáles son los errores que se cometieron con esta producción para que la reacción a la misma haya sido tan negativa y con un desempeño económico tan pobre? El primero es uno que Hollywood comete una y otra vez, el cual es tratar de repetir formulas de éxito. El director y guionista David Gordon Green viene de haber terminado su trilogía de recuelas que renovaron la historia de Laurie Strode y Michael Myers, definiendo cuales de las cintas que se realizaron con este asesino como protagonista eran canon y cuales no, con un acercamiento diferente en sus tramas y haciendo regresar a Jamie Lee Curtis al papel que la volvió famosa, todo mientras recaudaba grandes cantidades de dinero y la crítica las recibía con entusiasmo. Con el estudio tratando de replicar esto, se buscó al director y le pidió que hiciera lo mismo con este producto, incluso autorizándole una trilogía completa para sus fines. Tristemente en este caso nada ha salido como se planeaba.

The Exorcist: Believer es una trampa, una que ni siquiera intenta ocultar que se ha utilizado la publicidad nostálgica para engañar al público y hacerlo acudir a las salas. Esto porque los puntos en que esta cinta se une con la original de forma coherente y orgánica son tan pocos, que bien la cinta pudo llamarse “Angela y Katherine: una aventura infernal” si editamos las pocas escenas en que aparece el personaje de Chris MacNeil. Posiblemente este sea el principal aspecto que ha jugado en contra de la cinta, ya que si se tratara de una película genérica sobre posesiones, como muchas que se han realizado, las expectativas no hubieran sido tan altas; pero al formar parte de un universo, que si bien nunca ha gozado de mucha congruencia, ya que cada una de las películas que lo conforman han contradicho algo que se ha visto en las demás, provocando que carezcan de una verdadera línea argumental con lógica, la audiencia esperaba mucho más al iniciar la proyección, lo que terminó por decepcionar una vez que nos damos cuenta que nada de lo que esperábamos se va a cumplir.

Si bien con puntos a favor, como una apertura más grande respecto a otras creencias religiosas que no son la católica, con un desempeño solvente (por sus talentos, más no por los papeles que les brindaron) de todo el reparto, un trabajo de maquillaje y una creación musical que superan a la historia, y el uso de cierta atmosfera eficaz en algunas escenas, una película donde el mayor susto llega en la forma una serpiente en el bosque y no de los demonios que se deben enfrentar, deja mucho que desear dentro de la efectividad que se necesita en este género y en la escritura de un guión con calidad.

The Exorcist: Believer no ha cumplido como parte de un todo o como cinta independiente de terror, ya que no aporta nada como lo primero y resulta ineficaz, repetitiva y hasta aburrida en lo segundo. Por mucho lo mejor de ella es una sola escena, una que si tiene que ver con la película de 1973 y que como fanáticos o cinéfilos resulta gratificante, aunque venga a chocar y contradecir lo visto en la serie de televisión (un producto que si logró sobresalir en cuanto a calidad, a pesar de los bajos números que la llevaron a la cancelación) que también se considera canon. Al final, estamos ante otro intento fallido de crear un producto que honre al clásico del que se ha colgado, porque esa es la palabra que define mejor esto, un intento desesperado de colgarse del éxito y estatus de una historia que nunca debió tratar de alargarse, porque en su momento se dijo e hizo lo que debía.