Indiana Jones and the Dial of Destiny (2023)

Indiana Jones es de esos personajes que trascienden la pantalla y el tiempo para transformarse, desde que es proyectado por primera vez, en un ícono y pilar de la cinematografía de su país; uno de esos que cambian carreras y te resulta imposible separarlo del actor que lo interpreta. Personajes como estos hay pocos, esos que todo mundo conoce a pesar de no ser fanático o ni siquiera haber visto sus películas; porque puede que Han Solo haya vuelto famoso a Harrison Ford, pero fue Indy el que lo volvió la estrella inmortal que es ahora y lo será muchos años después de su muerte.

1981 sería el año en que Steven Spielberg, después de enamorar a público y crítica con dos proyectos en géneros tan diferentes como el horror natural de Jaws (1975) y la ciencia ficción en Close Encounters of the Third Kind (1977), y de haber probado suerte en la comedia con 1941 (1979), cambiaría nuevamente de giro al escoger como siguiente proyecto la cinta de aventuras Raiders of the Lost Ark, volviéndose un éxito instantáneo en todo sentido pero, sobre todo, marcando un antes y después en este tipo de cintas, así como crear al instante uno de esos fenómenos de la cultura popular imposibles de olvidar y replicar.

Como es de esperarse, con un éxito de este tamaño se generó una franquicia en la que, a través de los años, hemos sido testigos de cómo el arqueólogo aventurero ha puesto su vida en peligro con tal de impedir que villanos megalómanos se hagan con el poder que ciertos artefactos antiguos les pueden brindar, mientras ambos bandos investigan antiguas leyendas de culturas ancestrales. A la par, hemos visto al protagonista crecer y madurar en la forma de romances que se complican por la naturaleza del personaje, mostrarnos algunos de los motivos de su personalidad cuando su padre aparece en escena, verlo después en una etapa mayor descubrir una paternidad que le había sido oculta durante muchos años, reencontrarse con su verdadero amor y al parecer vivir feliz por siempre. Aunque para muchos ese hubiera sido el final perfecto para su historia, sus creadores pensaron que era necesario otro tipo de cierre para su vida, y eso es lo que nos muestran en esta nueva aventura titulada Indiana Jones and the Dial of Destiny, la quinta que tiene como protagonista a Indy y que viene a finiquitar una historia que inició hace más de 40 años. Una vez vista sabemos que esto posiblemente sea verdad, por motivos tanto planeados en la escritura de su guión, como otros que se han hecho evidentes desde el momento de su estreno, ambos aspectos que comento a continuación.

Esta ocasión, en una continuación directa y un poco tardía de Indiana Jones and the Kingdom of the Crystal Skull (2008), la cinta abre con una aventura pasada de Indiana Jones, en 1944, siendo capturado por los Nazis que están por perder la guerra. Acompañado por su amigo arqueólogo Basil Shaw (Toby Jones), descubren que en un tren donde el ejército alemán transporta lo que han saqueado del Castillo de Núremberg, se encuentra un artefacto en posesión del físico Jürgen Voller (Mads Mikkelsen), llamado Dial del Destino, creado por Arquímedes y que se cree es capaz de localizar fisuras en el tiempo. Después de una lucha, ambos logran salir del tren antes de que se descarrile, con el objeto en su posesión.

La película da un salto a 1969, con un Jones viviendo en un pequeño departamento en New York, mismo que muestra que nuestro protagonista no está en el mejor estado emocional. Entre todo el desorden, se nos informa por medio de unos documentos que se encuentra en proceso de divorcio con Marion (Karen Allen), el amor de su vida y madre de su hijo. Luego lo vemos en su faceta de profesor frustrado por la apatía de sus estudiantes a quienes no les interesa el pasado, sobre todo por todo el entusiasmo que les genera el alunizaje que ocurrió poco tiempo atrás. Al terminar su clase, sus compañeros lo reciben con una celebración en su oficina, ya que ha llegado el momento de su retiro, lo que parece no entusiasmarle.

Cuando lo anterior ha terminado, solo en la barra de un bar, aparece una mujer que había sido la única en prestarle atención en su clase, revelándole que se trata de Elena Shaw (Phoebe Waller-Bridge), hija de su amigo Basil, fallecido tiempo atrás, y ahijada de Jones. Ella le pide información sobre el Dial del Destino, diciéndole que quiere buscarlo ya que su padre le dijo que lo habían extraviado en la persecución en el tren. Jones le revela que eso no es verdad, ya que está en su posesión, por lo que regresan a la universidad para mostrárselo, momento en que son atacados por un grupo de hombres armados. Haciendo evidente que Elena ha mentido y está metida en asuntos turbios, mismos que terminan arrastrando al protagonista en otra aventura por el mundo, visitando ruinas arqueológicas, templos antiguos y países exóticos, siempre con la sombra de Jürgen Voller quien no falleció en el descarrilamiento años tras y ha regresado en búsqueda del artefacto para por fin lograr sus planes.

Como podemos ver, se trata de una típica y clásica aventura de Indiana Jones, adjetivos que en este caso tienen connotaciones tanto positivas, como negativas. Positivas porque una cinta de este personaje siempre es divertida, cumple el principal cometido del cine que es entretener, cuenta con valores de producción muy bien cuidados y en general te hace pasar un buen momento cuando vas al cine; negativas, porque esta se trata, en teoría, de la ultima aventura del personaje, el cierre para una saga que, a mi gusto, ya han estirado demasiado, por lo que al momento de realizarla se tuvo que haber pensado en realizar algo memorable, no la simple repetición de cosas que ya hemos visto, sobre todo en estos tiempos donde las nuevas audiencias  han dejado en claro que los formatos y contenidos deben cambiar o resultaran ignorados por completo. Digo esto último porque, tristemente, la película ha resultado un fracaso al igual que casi todo lo que ha estrenado Disney en el año, a la par del resto de los estudios que han visto a sus proyectos estrellarse en la taquilla.

El público quiere asombrarse, no seguir consumiendo lo mismo que ya hemos visto una y otra vez, maquillado de novedoso para tratar de enganchar. Indiana Jones Jones and the Dial of Destiny peca de esto, a pesar de intentar profundizar en la idea de un hombre que ha visto pasar sus mejores épocas y se le brinda la oportunidad de vivir una ultima aventura, lo cual pudo resultar positivo si se hubieran atrevido a ir un poco más allá. Dial of Destiny está nivelada, es funcional, pero si analizamos por partes toda su estructura es difícil no verla como la más floja de toda la franquicia, a pesar de las criticas a la segunda parte y las dudas sobre el argumento de la última que se estrenó.

Entre los aspectos que han pesado en contra, puedo mencionar la búsqueda del artefacto en sí, ya que, si bien la mitología que lo rodea es por mucho las más elaborada y nos brinda casi al final la secuencia que más se ha acercado a la fantasía dentro de este universo, el resto no llega a emocionar o deslumbrar como sus predecesoras. Esto incluye el apartado visual, que está bien realizado, con una impecable fotografía del nominado 2 veces al Oscar, Phedon Papamichael, quien cumple, sobre todo en la primera y ultima parte del metraje, pero que el resto se dedica a copiar a las otras entregas; el diseño de arte también es un punto fuerte, con recreaciones de muy buena calidad, pero sin la espectacularidad de las que hemos visto antes; por último, los efectos visuales, al igual que la fotografía, tienen sus mayores bazas en el prólogo donde se rejuvenece a Harrison Ford y la recta final con la escena de la batalla, dejando el resto en un nivel más bajo, mas por no necesitarse, que por falta de talento en los encargados del departamento.

El villano en turno tampoco tiene la fuerza suficiente para volverse memorable, a pesar de los intentos de Mads Mikkelsen para hacerlo funcionar. El maquillaje en su caso es algo para mencionar aparte, ya que su proceso de rejuvenecimiento/envejecimiento dista mucho de ser realista, a comparación de Indy a quien sí se le nota el paso del tiempo al ser verdadero. Dejando esto de lado, el personaje nunca llega a tener el desarrollo suficiente para temerle o sentirlo una verdadera amenaza para el protagonista, por lo que al final resulta débil y olvidable.

Esto nos deja a Helena como la salvación de los recién llegados, interpretada con todo el carisma que Phoebe Waller-Bridge ha demostrado ya muchas veces que posee y que explota sin reparo con un personaje que puede ser el que mejor desarrollo tiene y fue escrito, pero que se sabe la razón de su existencia sin que intentaran esconderlo un poco, ya que resulta evidente una vez que se nos indica el motivo de la separación del estelar con su esposa. Ella está ahí parra cumplir una función, tal vez pensando en futuras entregas donde tuviera más peso, algo que se ha venido pensando desde la película anterior, pero que por motivos fuera de cámara se vio truncado. Tal vez hubiera resultado más conveniente permitir que ella escribiera el guión de la película, ya que sabemos que es más que talentosa en este sentido, ya sea en cine (No time to die) o televisión (Fleabag y Killing Eve), y que ha logrado trabajos mejores que lo que hicieron el grupo de 4 personas que no pudieron realizar algo original en este proyecto.

Posiblemente todo lo anterior se deba al director, ya que esta es la primera entrega que no dirige Steven Spielberg (y que tampoco escribe George Lucas), por lo que se siente que se trata de un producto forzado por encargo, más que una decisión nacida del amor al personaje por parte de sus creadores. En esta ocasión se optó por James Mangold, quien ha demostrado ser capaz en el cine más clásico con proyectos como Walk the Line (2005) y Ford v Ferrari (2019), e innovador con su Logan (2017), pero su trabajo se siente correcto, aunque anticuado, como si él hubiera estado incomodo al realizarlo, cosa que se entiende cuando ponen sobre tus espaldas algo de esta magnitud, por lo que, pienso, pudo tratar de ser fiel a lo ya conocido, cosa que resultó contraproducente.

Indiana Jones and the Dial of Destiny es una historia entretenida que funciona si no eres tan exigente, que emociona por momentos, sobre todo cuando se hacen referencias a las anteriores, como con cierto cameo o cada que resuena la partitura original del personaje; pero que para nada es el cierre que debió tener este mundo tan maravilloso. Correcta pero olvidable y que debido a la edad del protagonista y al fracaso que ha resultado es evidente que será la última aventura que veamos sobre Indiana Jones. Un mundo de oportunidades perdidas que en manos de sus verdaderos creadores o de alguien con una visión más moderna pudo haber funcionado de mejor manera. Adiós Indy, merecías algo mejor.