Beau Is Afraid (2023)
Ari Aster es un director al que le han bastado dos cintas para ser considerado de culto y volverse uno de los principales representantes tanto del terror elevado, como de la casa productora A24. Hereditary (2018) y Midsommar (2019) se volvieron al instante obras con miles de seguidores que las aplaudieron hasta el cansancio, con guiones plagados de crípticos mensajes que los fanáticos trataban de descifrar, mientras el realizador lograba sobresalientes actuaciones de sus protagonistas, Toni Collette y Florence Pugh, respectivamente.
El cine de culto no es para todos los gustos, pero eso no impidió que un mar de expectación se haya creado alrededor de su tercer proyecto, Beau Is Afraid, estrenado el pasado fin de semana en las salas de varios países, incluido el nuestro, y donde Aster vuelve a desempeñar el doble rol director/escritor. La atención recibida por la cinta se acrecentó, por un lado, debido al estira y afloja entre el realizador y la casa productora, ya que el corte inicial rondaba las 4 horas y tuvo que ser reducido, motivo por el que no pudo estar lista a tiempo para ser presentada en el Festival de Cannes de este año; por otro, debido a que ahora maneja un mayor presupuesto y ha puesto bajo sus órdenes a un reparto que incluye nombres como Joaquin Phoenix, Patti LuPone, Nathan Lane, Parker Posey y Amy Ryan, siendo el de mayor calibre hasta el momento en su filmografía y a los que vuelve a sacar algunas de sus mejores interpretaciones.
Hablar de este tipo de cine es complicado y posiblemente el adjetivo que mejor lo describe sea el de divisivo. Si una cinta mucho más accesible como Everything Everywhere All at Once (2021) separó en grupos muy marcados a los que la vieron, en el cine de Aster, de una mayor complejidad para el espectador promedio, esta división se muestra con mayor demarcación, ya que genera tanto odio desmedido, como amor apasionado entre los que llegan a tener contacto con sus realizaciones. Porque puede que sus dos trabajos previos hayan sido vitoreados, pero eso no quita que un gran sector de la comunidad cinéfila las considero obras sin sentido, pretensiosas y carentes de lógica; mientras muchos otros, acostumbrados al cine comercial, no ocultaron su pensar al indicar que ni siquiera les habían entendido. Digo esto, porque Beau Is Afraid, aunque posiblemente sea la más sencilla en su mensaje hasta el momento, es la que tiene más probabilidades de dividir al público. Uno de esos casos donde la cinta va a ser juzgada por el filtro de los gustos personales, anteponiéndolos al valor como obra de esta, cosa que intentaré no hacer, por lo que no le daré el mismo tratamiento técnico que a las demás, aunque debo decir en este momento que su apartado visual es una maravilla que debe tener el mérito que merece. Ahora, me dispongo a iniciar.
Primero, ¿de qué va esta historia? Beau Wasserman (Joaquin Phoenix) es un hombre neurótico y gris, lleno de inseguridades, con notorios problemas psicológicos y conflictos con su figura materna, Mona (Zoe Lister-Jones en su juventud y Patti LuPone en una versión mayor), así como no contar con ninguna información sobre su padre, el cual se supone murió de un orgasmo cuando este fue concebido. En una de las sesiones semanales con su terapeuta (Stephen McKinley Henderson), que nos toca presenciar, se nos dice que Beau tiene planeado un viaje a casa de su madre para el día siguiente, situación que le provoca estrés, tema en que su psiquiatra trata de profundizar, mientras el protagonista lo evade o miente sobre ello. A partir de este momento y tomando como base el argumento de un cortometraje previo del autor, de nombre Beau (2011), con algo tan intrascendente como el quedarte dormido y el posterior robo misterioso de las llaves de su apartamento, a Beau le resulta imposible (o eso quiere pensar), tomar su vuelo, por lo que debe informar a su madre lo sucedido, la cual muestra en su voz una decepción y malestar demasiado evidentes; pero al mismo tiempo se expone la codependencia de un hombre incapaz de tomar decisiones por sí mismo, al haber estado subyugado por su exitosa progenitora durante toda su vida.
Después de esto todo comienza a ir mal para el protagonista, que ve como los habitantes del violento vecindario en el que vive y teme destruyen cada una de sus pocas posesiones, su tarjeta de crédito (pagada por su madre) es declinada al tratar de comprar otro vuelo y, finalmente, se le revela que esta ha muerto decapitada por un candelabro, por lo que Beau debe viajar a su funeral. Primero pasando por la negación, para luego sentirse perdido sin la mano guía que ha sido Mona toda su vida, el protagonista debe emprender un viaje (físico y emocional), enfrentándose a una serie de situaciones que le dificultan llegar a dicho evento, los cuales van desde ser atropellado por una pareja de amables (en apariencia) personas que deciden cuidarlo en su recuperación hasta casi mantenerlo cautivo, para luego entablar relación con un grupo de artistas que viajan de bosque en bosque, montando obras de teatro; todo antes de poder finalizar el viaje hasta la casa de su infancia, donde lo esperan, ya que una de las condiciones para poder enterrar el cuerpo de su madre, es que él esté presente, a pesar de todos los días que han transcurrido desde su muerte. Todo lo anterior transformándolo, revelándole secretos y verdades que hubiera preferido no saber, y enfrentándose a su mayor miedo, que es la figura y recuerdos de la misma Mona.
Con esta trama el director vuelve a tratar su tema preferido, las relaciones familiares disfuncionales, sus problemáticas y los traumas que pueden nacer de estas. En esta ocasión, centrando el peso del mensaje principal (mas no el único) en los conflictos madre/hijo, se nos muestra el viaje emocional de un hombre que ha vivido demasiado tiempo bajo la sombra de una mujer autoritaria y dominante, al grado de que este ha sido controlado y manipulado de tal manera que hasta el más mínimo detalle de su vida depende de las decisiones de ella. Todo narrado en una estructura argumental dividida en cinco partes, cada una desarrollada y plasmada en la pantalla de una manera que podría ser tomada como una serie de cortometrajes independientes, en lugar de un todo homogéneo. Esto, que podría resultar contraproducente en otras manos, se vuelve el principal atractivo en el apartado visual de un producto que ha recibido sus mayores elogios en este sentido.
Un prólogo de presentación, tres actos y un epílogo en que se nos muestra el destino de Beau, son los que conforman esta travesía onírica por la que transita el personaje, más parecida a una pesadilla que a un sueño placentero. Porque esa es la descripción más acertada que se puede hacer de esta película, una pesadilla, una de esas donde quedamos atrapados, que van mutando conforme nuestro sueño avanza, con momentos tan desesperantes e irreales, pero que no logramos diferenciar del mundo real, porque estamos tan sumergidos en ellas que todo lo que percibimos y sentimos nos parece congruente y realista. Pues esa es la experiencia al estar dentro de una sala las casi 3 horas de duración que tiene la cinta, ya que por momentos nos fascina aunque no sepamos bien la razón de eso, otras nos molestan, nos sentimos identificados en otras, para en la siguiente secuencia rechazar por completo lo que se nos muestra. El director busca enredarnos, para tomarnos con la guardia baja cuando los acontecimientos cambian de tono, tal cual lo hace el aspecto visual, y esto le funciona, ya que puede que la mayoría no entienda lo que está sucediendo, pero no importa, porque cuando tratamos de comprender ya estamos enganchados en el siguiente capítulo de su narración.
Tal vez ese sea el principal valor de esta cinta, el mantenernos confundidos, aunque absortos en todo lo que nos va presentando, en la forma en la que maneja cada uno de los traumas de un protagonista que se ve enfrentado a sus anhelos y deseos, en la forma de esos personajes que se le van presentando. Todo bajo el sello de un realizador que nos da su producto más personal, pero al mismo tiempo pareciera copiar los estilos de otros tantos directores. Por momentos, muchos, Lynch, otros tantos Charlie Kaufman y con pinceladas de Cronenberg en la recta final, Aster se acerca por primera vez a la comedia oscura, para saltar al surrealismo y mostrarnos otra vez ese terror que no te hace saltar, sino que te cala y molesta debido a la grotesca cercanía que representa para nuestras mentes. Beau es un personaje que sabemos acostumbrado a vivir bajo los efectos de los medicamentos que regulan su personalidad, que controlan hasta cierto punto su depresión y ansiedad, por lo que no podemos estar seguros de que lo que vive es real o no, lo que si podemos asegurar es que se encuentra en un constante estado de pánico, temiendo al terror de la vida cotidiana, al no tener las armas para sobrevivir por sí mismo, arrastrando traumas y culpas provenientes de su infancia pero, sobre todo, un rencor que choca con la admiración desmedida que siente para con su madre, ya que Mona es el personaje más importante de toda la cinta, uno que se hace presente y asfixia al protagonista durante toda la proyección, así sea en recuerdos dulces o en otros demasiado amargos para que la mente de este hombre los mantenga tal cual son. Y si esto se logra de una manera tan perfecta, se debe a las interpretaciones de Joaquin Phoenix y de una maravillosa Patti LuPone, a quien parece que Hollywood por fin le ha dado un personaje que está al nivel de sus interpretaciones en el teatro. Tal vez, sin esa mancuerna, la amalgama de estilos no tendría la cohesión que se llega a lograr, aunque parezca a simple vista que esta no existe.
Beau Is Afraid es de esas películas que necesitan un segundo o hasta tercer visionado para comprender, en caso de lograrlo, todo lo que se nos proyecta. Por lo menos eso es lo que queremos pensar los cinéfilos, ya que ninguno de nosotros vivimos dentro de la mente de Ari Aster, por lo que sólo podemos tratar de absorber un poco de su visión, misma que en esta ocasión nos ha dado algunas de las imágenes más bellas y perturbadoras que el cine ha mostrado este año. Aceptaré que no la disfruté como las dos cintas previas del cineasta, pero creo que eso se debe a que precisamente hizo mella en mis propios traumas personales, lo cual es algo bueno, se piense lo que se piense, al momento de enfrentarte a un mensaje en el formato que sea. ¿La recomiendo? Definitivamente, a pesar de pensar que se trata del proyecto más logrado visualmente, aunque el menos en lo narrativo, del director. No lo haría con todo mundo, porque este es un producto para un mercado muy limitado que, tal cual dije al principio, es difícil de digerir y soportar, que va a dividir y estoy seguro de que la balanza se inclinara al lado del rechazo. Aun así, la propuesta es por mucho la más original de todo lo que se encuentra en cartelera en este momento, por lo que, si se tiene la paciencia, mente abierta y capacidad de ver algo donde no te sirven todo de forma explícita, es sin duda una de esas producciones que debe verse sin dudar.