Tár (2022)

Todd Field irrumpió en la escena cinematográfica con su opera prima, In the Bedroom (2001), con una fuerza pocas veces vista. Aplausos y alabanzas para su película a lo largo y ancho de todo el planeta, incluyendo la nominación al Oscar a Mejor Película y otras 4 categorías (2 de estas para él), lo hicieron posicionarse como una promesa a seguir que mantuvo a público y crítica expectantes sobre cual sería su siguiente trabajo. Para poder confirmar si su caso había sido suerte o talento, tuvieron que pasar 5 años, tiempo que tardó en estrenar su segundo proyecto, Little Children (2006), desnudando y evidenciando las diferentes capas de una sociedad fracturada, recibiendo de nueva cuenta una avalancha de elogios para un trabajo más denso y menos accesible que, aun con esto, logró conseguir 3 menciones en los premios mencionados, incluyendo otra nominación para el director en el apartado dedicado al guionismo. Después de estos éxitos, en un caso atípico, el cineasta optó por alejarse de la industria por completo. 

Con 16 años desde su último trabajo, el director ha vuelto con su tercer largometraje, titulado Tár, logrando otra vez el aplauso unánime y una enorme cantidad de premios, ahora centrando todo el peso de su historia en un personaje en apariencia perfecto, pero tan dañado en el fondo como nos ha acostumbrado en su corta, pero magnífica filmografía.

Después de mostrarnos el duelo de una familia al perder a su único hijo, motivo que hace evidentes las grietas ocultas de una relación en apariencia sólida; para luego hablarnos de infidelidades, insatisfacción y hasta adentrase en la mente de un pedófilo; en esta ocasión el director y también guionista ha creado toda una historia alrededor de Lydia Tár (Cate Blanchett), una exitosa directora de orquesta lesbiana que ha logrado escalar en un mundo por lo general dominado por hombres. Con una vida en apariencia perfecta, de la mano de su esposa Sharon (Nina Hoss), virtuosa violinista con quien tiene una hija que complementa su idílica existencia, la película abre con una entrevista donde se recapitulan todos los éxitos e historia de una mujer que se encuentra en la recta final de tener su más grande logro, cerrar el ciclo de Gustav Mahler que nunca ha podido llegar a concluir. Éxitos y aplausos en el momento previo a que la vida comience a jugar en su contra debido a sus acciones.

La historia creada por Fiel en esta ocasión no es fácil de ver, no porque sea complicada en su estructura narrativa o porque maneje mensajes crípticos, sino porque el personaje principal es, por lo menos, despreciable. Con esto no quiero decir que se deba desdeñar la película, todo lo contrario, ya que nos encontramos ante la que es en definitiva una de las mejores producciones, no sólo de la temporada de premios, sino del año en general; pero la cuestión es que resulta casi imposible empatizar con una mujer tan fría, manipuladora y egocéntrica, que se ha vuelto el centro de ese micro universo que lleva su nombre. Esto provoca una sensación de distanciamiento con el público que puede llegar a considerarla demasiado estilizada, snobista y clasista, tal cual lo es su protagonista. Lo que digo no es un defecto, la cinta fue planeada de esta manera, Lydia manipula y maneja a todos los que orbitan a su alrededor, tal cual lo hace el director de una orquesta o el cineasta con su audiencia, quienes nos encontramos perdidos ante la cantidad de información sobre el mundo en el que vive la protagonista, sin recibir la mínima explicación sobre los temas que tocan, como si nos gritara que somos un grupo de incultos en medio de todos esos seres que han sido bendecidos con la capacidad de entender a ese nivel el arte.

Lydia utiliza a todos a su antojo, ya sea para beneficio personal o como simple demostración de su poder en el medio en que se desenvuelve. Una persona que apoya a los que le sirven como súbditos, mientras que ha humillado a los que no piensan como ella, así como destruido la vida y carreras de otros por el simple hecho de no ceder ante sus deseos y caprichos. Un personaje que escrito por otra persona pudo generar un rechazo total, pero que en manos de Fiel termina volviéndose hipnótico, como suele suceder cuando nos topamos con un ser así en la vida real, atrapándote tal cual lo ha hecho con todos los que forman parte de la vida del personaje protagonista, a pesar de no saber nada sobre su pasado que no sea lo que ella nos permite, de una manera tan calculada que no es hasta que todo comienza a desmoronarse que sabemos sus orígenes y los motivos de su actuar, no plausible, pero entendible al saber que, como casi toda persona que ha medrado y se ha construido de la nada, esta dispuesta a todo con tal de no perder lo que ha logrado.

Por este motivo es que resulta tan irónico que sea ella misma la causante de su debacle, consecuencia de haberse embriagado de poder hasta el punto de consumirla. Porque de eso es lo que habla la cinta en realidad, dejando de lado los géneros, como respondió la misma Blanchett a los comentarios de la conductora de orquesta Marin Alsop al tachar la película de anti-mujeres, Tár es una cinta que habla del poder, sin género, ya que este es una fuerza corruptora sin importar al que pertenezcas. Lydia se ha vuelto un dios, por lo menos en su mente, uno que sus acciones han llevado a la desesperación y muerte a personas, y que debe pagar por eso; un ser para el que todas sus relaciones son transaccionales, como le dice su esposa en determinado momento, especificando que es su hija la única capaz de provocar en ella sentimientos genuinos y puros, capaz de equipara su amor por la música, con el que nadie puede o intenta luchar, porque saben que terminaran perdiendo.

Esta historia pudo ser protagonizada por cualquier persona, en lo referente a género y orientación sexual, y hubiera funcionado igual. Al inicio de esta, la protagonista habla de no haberse sentido excluida por ser mujer, aunque después se nos revela su lucha por lograr el lugar en que se encuentra, pero dejando de lado esa cuestión, ese es uno de sus puntos fuertes y débiles. Por un lado, este hecho la vuelve universal, sin entrar en detalles, el abuso de poder e influencias para conseguir beneficios económicos, favores sexuales y manejar a todos a su antojo; pero por el otro, ha sido esto lo que algunos han tachado como falto de originalidad, al esperar un tratamiento diferente a la historia al ser protagonizada por una mujer lesbiana. Esta dualidad es la única que ha dividido a la audiencia y critica, pero todos coinciden en que, al mismo tiempo, la otra historia, la del amor a la música, mantiene unido ese todo que conforma esta cinta que funciona tanto como drama, como película de suspenso, que es el otro género, aunque en menor medida, que maneja el director. Las escenas donde se hace mención a otra mujer, Krista Taylor, una de las pupilas y victimas del ego de Lydia, que nunca se nos presenta en pantalla, pero que pesa sobre la protagonista, en momentos tan simples como un par de tacones, cuya propietaria nunca vemos, pero que al caminar le recuerdan a dicha mujer y alteran a todos los que están al tanto de la situación, dota de un aire de tensión una atmosfera que por si misma ya es sofocante ante el perfeccionismo de esa genio musical a la que todos respetan, pero sobre todo temen.

Tár es una película extremadamente bien realizada, muy bien escrita, con un montaje excelente y muchos puntos a favor, como su fotografía, pero sobre todo el apartado sonoro, la selección musical y la partitura original creada para esta, pero demasiado distante, tocando un tema demasiado exclusivo, para que el público pueda acercarse a ella, por lo que si hay algo o alguien que se encarga de volver accesible el trabajo tras las cámaras del director, es ese monstruo de la actuación que representa Cate Blanchett. Ella es Lydia Tár, ella es Tár la película, la causante de que no podamos separar los ojos de la pantalla a pesar de querer hacerlo porque la despreciamos. Sólo alguien con su talento puede lograr eso, transitar por una enorme gama de sentimientos y emociones, sin necesidad de aspavientos o recursos básicos, puesto que sólo hay tres escenas en las que parece permitirse explotar. Verla cambiar del ser que no se toca el corazón para acabar con una carrera, para luego amenazar a una niña que acosa a su hija, volverse una bestia frente una audiencia que la admira, ahogarse al verse acorralada y finalmente romperse al volver a sus raíces, es un tour de force que pocas veces tenemos el privilegio de ver. Cada actor tiene un momento de su carrera en que hace su gran trabajo, su gran momento, el papel que lo consagra llevándolo a niveles fuera del alcance de la mayoría, y en el caso de Blanchett fue Blue Jasmine (2013), pero parece que a la actriz le sobra el talento y ha vuelto a lograrlo en esta ocasión. Posiblemente estemos ante (si Michelle Yeoh, también de aplausos, no termina ganando) el tercer Oscar de la actriz que ya ha recibido todo premio importante en esta temporada y sería totalmente meritorio. Y aunque ella es el centro y gravedad de todo, Noémie Merlant como su fiel asistente y amante Francesca, así como Nina Hoss como su esposa Sharon, se encuentran al mismo nivel, como esos satélites que giran a su alrededor, le facilitan la vida y cumplen con cada una de sus peticiones, hasta el momento en que ambas no pueden soportar más y deben decidir entre morir, metafóricamente, con ella o ver por ellas y poner un alto a la situación. Una triada perfecta, a las órdenes de un director que sabe desnudar las almas y mostrar las heridas de sus personajes como pocos pueden hacerlo.

Impecable, dura, hermosa, densa, casi perfecta, es como podemos describir a Tár, más allá de la identificación, empatía o falta de estas que pueda generar una historia de este estilo que sólo puede ser comprendida en su totalidad por un sector muy limitado, pero que toca un tema tan universal que cualquiera pueda verse reflejado, ya sea por lo que vive la protagonista o por haber sucumbido ante una persona como ella. Puede que no llegue a las pantallas de nuestra ciudad, como ya ha sucedido con algunas cintas programadas de las que he escrito en reseñas pasadas, pero en caso de que suceda, el público debería darle una oportunidad a esta cinta que esta realizada y dirigida de una manera tan maravillosa como lo pueden ser las mejores orquestas.