Black Panther: Wakanda Forever (2022)

En el 2018, la película Black Panther se convirtió en un fenómeno mundial en todo sentido. Protagonizada por el primer personaje negro en tener su propia película dentro de MCU, la cinta se mantiene hasta el momento como la mejor reseñada de toda la franquicia, única en lograr 7 nominaciones al Oscar, incluyendo la categoría principal, y tercera en cuanto a recaudación en la taquilla de todo el universo de Marvel. Un éxito total, por lo que era evidente que una secuela tenía que producirse sobre el personaje, siendo autorizada al instante.

Para lamento de todos, en el 2020, Chadwick Boseman, quien interpretaba al superhéroe, falleció después de luchar varios años contra el cáncer, lo que hizo pensar que la tan esperada segunda parte de su historia no se llevaría a cabo. ¿Cómo continuar cuando tu actor principal ha muerto? En otras circunstancias y tiempos, lo usual hubiera sido sustituirlo por otro para que interpretara al personaje pero, por respeto y el amor del público, esta nunca fue una opción.  El estudio, en lugar de cancelar el proyecto, decidió renovar el mundo de Wakanda, desarrollando una historia que honrara lo visto en la primera entrega, pero desde una perspectiva diferente. El resultado de esto ha dado una película que, si bien no alcanza el nivel de su predecesora, es una digna secuela que aprovecha su cambio forzado para tocar ciertos temas y líneas argumentales que la alejan del resto de las cintas de Marvel.

La historia comienza de la única manera lógica posible, es decir, emulando a la realidad, con la muerte de T’Challa debido a una rara enfermedad. Aunque no podemos verlo, las encargadas de transmitirnos la notica son su hermana Shuri (Letitia Wright), ahogada en frustración por no haber podido salvar a su hermano, a pesar de sus múltiples intentos e intelecto; y su madre Ramonda (Angela Bassett), mucho más centrada y resignada, aceptando con dolor la muerte de su hijo. Después de esto, se da un salto temporal de un año, en el que vemos a una Ramonda que ha retomado el control de Wakanda, viéndose presionada por otros países para compartir el vibranium, cosa que ella no esta dispuesta a hacer. Por tal motivo, algunos de los centros donde lo almacenan han sido victimas de ataques realizados por comandos armados para robarlo, aunque estos no resultan efectivos. La reina evidencia a los países que han intentado hurtar el mineral, indicándoles que si lo desean tanto, deben buscarlo en otro lado, ya que ellos no piensan comerciarlo. 

Es esta decisión tomada por la líder de Wakanda la que desencadena el conflicto principal, ya que, gracias a su negativa, se ha creado un dispositivo capaz de detectar vibranium y se inicia una búsqueda para localizarlo en otra parte del planeta, dando con un yacimiento submarino, mismo al que no pueden acceder porque el equipo completo encargado de extraerlo es asesinado antes de lograr su cometido. Mientras el resto del mundo piensa que estas acciones fueron realizados por Wakanda, se presenta al verdadero perpetrador de los hechos, Namor (Ténoch Huerta), un poderoso mutante líder del pueblo submarino de Tlalocan, quien se presenta ante Shuri y Ramonda con el ultimátum de que deben entregarle a la persona que ha diseñado la maquina que detecta el vibranium o de otra forma iniciará una guerra contra ellos, ya que los culpa por haber hecho pública la existencia del extraño mineral, razón por la que su pueblo es ahora el que corre peligro. 

Con este planteamiento narrativo, el director Ryan Coogler, repitiendo su función realizada en la primera parte, escribió un guion eficaz, junto a Joe Robert Cole, que toca diversos temas de mayor profundidad en las diferentes capas que la historia va mostrándonos en las casi tres horas de extensión con las que cuenta la cinta. Ramonda encarna la fortaleza femenina, una mujer que por primera vez debe tomar el control total de un país que siempre ha contado con un rey/héroe para guiarlos y representarlos, alguien que debe luchar por ser tomada en serio como gobernante, ante la mirada juzgadora del resto del mundo que ve en Wakanda un país débil del que quieren aprovecharse por la pérdida de su líder. En Shuri nos enseñan el choque generacional, la científica que rechaza la idea de tener otro Black Panther, ya que lo considera obsoleto al compararlo con los avances tecnológicos con los que cuenta su país; si bien ella misma buscaba recrea en su laboratorio la hierba en forma de corazón, lo hacia con el mero fin de tratar de salvar la vida de su hermano, pero una vez que este ha fallecido, no encuentra sentido en seguir dependiendo de una figura heroica mítica para defender su hogar, pudiendo en su lugar utilizar la tecnología con la que cuentan. Ambas mujeres personifican la imagen del duelo, el dolor de haber perdido a un ser querido, viéndose en la necesidad de cargar en sus espaldas responsabilidades que no pensaron tener, demostrando ser capaces de eso y más.

Por otro lado tenemos a Namor, el “villano”, un personaje complejo que busca por todo medio mantener anónimo y seguro a su pueblo, ya que, debido a su longevidad, ha visto los alcances de la avaricia y maldad humana. Alguien que antepone las tradiciones y el bienestar de su gente, pero que no está cerrado al cambio, lo que se contrapone y complementa con la mentalidad de Shuri. Irónicamente, su presencia termina ayudándole a esta a abrir su mente y visión del mundo, al mismo tiempo que la hace despertar un lado que ni ella creía conocer.  La mayoría del arco argumental relacionado con este personaje es creada especialmente para la cinta, desde su origen, hasta el reino y cultura a la que pertenece, por lo que algunos han criticado estos cambios de los comics a la pantalla, pero sin duda las modificaciones no mellaron la fluides narrativa al momento de definir y crear uno de los villanos más interesantes que ha mostrado el estudio desde que comenzó su universo. Las conversaciones entre él y la princesa de Wakanda, donde cada uno se abre en diferentes sentidos, son de los aspectos más destacables en cuanto a la escritura del guión.

Pero esta es una película de Marvel y superhéroes, por lo que es obvio que a pesar de la solemnidad que quiera imprimírsele al proyecto, la carga de adrenalina y acción no va a defraudar a su público. Todo lo que encumbró a la primera parte se repite en esta ocasión de forma magnificada, con mucho más elaboradas secuencias de batallas, grandes despliegues técnicos en materia de sonido y efectos visuales, una variación mayor en los vistosos vestuarios al representar ahora dos culturas y sus tradiciones, un diseño de producción que incluso supera a su versión previa por el mismo motivo.

Todo complementado con una maravillosa fotografía y un dinámico montaje que, salvo algunas escenas pausadas, mantiene al espectador sin descanso, con la mirada fija en la pantalla en todo momento. Un producto realizado con la mano y precisión acostumbrada del estudio, que en esta ocasión logra levantar la calidad que en esta cuarta etapa había dado de que hablar en sus aspectos técnicos. 

De la misma forma, los actores aprovechan cada una de sus escenas, sin tener desperdicio, a pesar de las opiniones que algunos sectores del publico puedan tener sobre alguno de ellos. Me refiero en específico a Letitia Wright y Ténoch Huerta, ambos conocidos por sus opiniones políticas y fricciones con la prensa, situaciones que no deberían importar, ya que ambos desarrollan sus personajes con el talento sobrado que han demostrado poseer. En el caso de ella, sin revelar información, al volverse la protagonista absoluta de un proyecto que recayó en ella sin buscarlo, mostrando el potencial que tiene como heroína de acción y protagonista; en el de él, matizando un personaje que parece hecho a su medida, poniendo en alto a los actores mexicanos, porque puede que nos guste o no, nos agrade o lo rechacemos, pero llegar hasta ese punto es de aplausos para cualquier interprete que no sea anglosajón. Ambos actores sacando adelante su propio desafío, una que apenas comienza y otro que se estrena en el mercado internacional, los dos realizándolo de una manera más que digna.

Dejando a las dos figuras principales de lado, todo el reparto realiza bien su trabajo, desde los que tienen mayor peso como Danai Gurira, Dominique Thorne  y Lupita Nyong’o, hasta algunos que aparecen en pocas escenas, como Martin Freeman y Julia Louis-Dreyfus; pero si hay alguien que llega a robarse la película, es en definitiva, y a mi gusto personal, la actriz Angela Bassett (quien parece que se niega a envejecer como el resto lo hacemos), con varias de las escenas de mayor potencia interpretativa, como su discurso ante las demás naciones al inicio de la cinta. Bassett es una reina de la interpretación que merece todo el reconocimiento del mundo, demostrando que para ella no existen papeles pequeños y que todo género le funciona, por lo que no me extrañaría verla posicionada en la temporada de premios como actriz de reparto en alguna ceremonia. Aplausos aparte para ella.

Black Panther: Wakanda Forever logra salir airosa del reto más difícil que ha tenido alguna de las producciones del MCU, desarrollando una identidad y espíritu propio, en la que es posiblemente la cinta más coherente y congruente en esta caótica cuarta etapa que parece no tener un rumbo definido, y esto se debe a que parece no formar parte de esta, ya que incluso su única escena post créditos no tiene la función de hilar la historia con productos venideros; pero al mismo tiempo es la que mejor lleva esta transición de la antigua generación de superhéroes a la nueva. Wakanda Forever puede verse como una cinta aparte, sabiendo que forma parte de algo mayor, pero sin estar ligada de manera forzada más que con su predecesora. Un trabajo que, a pesar de contar con protagonistas, es coral y funciona como homenaje al fallecido Boseman y a la mitología que se desarrolló alrededor del personaje. No se repetirá el fenómeno de la primera parte, eso es mas que obvio, ya que a pesar de funcionar, hay algo que falta, que se extraña y sabemos que es, pero no por eso se demerita la calidad de la que es la mejor película de toda esta fase que está por terminar.