X (2022)
Siempre he creído que existen dos tipos de moneda de cambio en este mundo a las que las personas les dan un valor superior: el dinero como tal y la belleza física, ligada a la juventud. Algunos tratan de situar la personalidad, talento e inteligencia a la par, pero esto no es verdad. Son cualidades muy importantes, claro, a la larga nadie quiere una relación con una carcasa hueca, pero carecen del impacto inicial que tienen las otras, ya que el ser humano es visual y materialista por naturaleza. De las dos, la belleza es, por mucho, más deseada que el dinero. No me malinterpreten, no hablo de su importancia, no, trata de pagar un tratamiento médico con tu carisma y hermoso rostro, y verás como el dinero sale ganando. La cuestión es que la belleza natural hegemónica, por su efimeridad, es valorada como un don casi sagrado, algo mágico que tan sólo algunos pocos tienen la suerte de poseer. Es tal la obsesión que se tiene para la estética física, que se rumora que el mismo Alfred Hitchcock llegó a decir que cambiaría toda su fama y dinero si con eso llegara a lucir como alguno de los galanes que aparecían en sus películas, mismos que luego seducían a las actrices de las que el director estaba enamorado.
¿Por qué la razón de esta introducción existencialista? Pues porque Hollywood ha utilizado la obsesión con la juventud y la belleza para desarrollar historias en todo género, por diversos motivos, con variados resultados, haciendo evidente que esa obsesión, dolor y frustración por la pérdida de estas “cualidades” es semillero para historias interesantes. Ya sea basándose en cuentos infantiles, como Blanca Nieves, donde la madrastra no podía soportar que una mujer más joven y hermosa que ella existiera; novelas como The Picture of Dorian Gray con sus múltiples versiones cinematográficas, donde es ahora un hombre el que desea la juventud eterna, cueste lo que cueste; u obras de teatro, como Sweet Bird of Youth y A Streetcar Named Desire, del dramaturgo Tennessee Williams, donde mujeres antaño conocidas por su belleza, deben enfrentarse al paso del tiempo, situación que provoca inestabilidad en ellas. Por el lado de los guiones originales, las tramas con esta base también son numerosa y de variadas calidades, desde joyas ahora clásicas como la grandeza gótica que supone Sunset Boulevard (1950), donde una ex estrella de cine no ha aceptado el paso del tiempo, así como el deterioro de su fama y belleza, enclaustrándose en su mansión, en espera de un regreso triunfal en papeles para los que su físico ya no es el adecuado; pasando por cintas olvidables como Devil’s Partner (1958), donde un hombre vende su alma al diablo con tal de volver a ser joven; o comedias que intentan satirizar el tema, como Death Becomes Her (1992), donde un par de amigas rivales tratan con desesperación de recuperar la belleza que el tiempo ha ido mermando, con brujería y grandes efectos especiales incluidos; y en casos más recientes The Skeleton Key (2005), que utiliza el terror para contarnos como una pareja de brujos lleva décadas migrando su alma de cuerpo en cuerpo, una vez que el receptor actual comienza a envejecer.
Sobre el tema hay muchos más casos, pero utilizo este último para hacer énfasis en que este año se han estrenado no una, sino dos cintas de terror con una premisa que basa su narrativa en este sentido. La primera es la cinta española La Abuela, del director Paco Plaza; la segunda, una de las últimas producciones de A24, que lleva por título simplemente X, y que es de la que hablo en esta ocasión.
La película, dirigida por Ti West, representa su regreso a la gran pantalla, después de 6 años de estar alejado de este medio y de haber realizado su, hasta el momento, única película que no pertenece el cine de horror, In a Valley of Violence (2016). En esta ocasión, el director regresa a sus raíces, contándonos una historia slasher, en apariencia común, en la que un grupo de jóvenes hermosos va siendo asesinado uno a uno, según las reglas de este tipo de producciones. Las diferencias con respecto a las otras realizaciones del tipo son que en este caso siempre estamos al tanto de quien es el causante de los asesinatos, y que el variado grupo que se nos presenta como víctimas son tanto los actores, como el equipo técnico que se encuentra realizando una película pornográfica, industria que, a la par del modelaje, da un valor imperante al atractivo físico y juventud de los que viven de realizar dicha profesión.
La historia sencilla, más no simple, nos muestra un 1979 en que un grupo de 6 personajes se dirige a una granja que han conseguido rentar a bajo costo, para realizar una película para adultos. Los participantes de la producción son el director RJ (Owen Campbell) y su novia Lorraine (Jenna Ortega), encargada de cuestiones técnicas, a quienes acompañan el actor Jackson (el rapero Kid Cudi) y las actrices Bobby-Lynne (Brittany Snow, la más conocida del reparto) y Maxine (Mia Goth), quien a su vez es la novia del productor del filme, Wayne (Martin Henderson). Desde su arribo a la granja, es evidente que el productor ocultó a la pareja de propietarios, el matrimonio de ancianos Howard (Stephen Ure) y Pearl (de nuevo Mia Goth en un doble papel), los motivos de su presencia en el lugar, por lo que deben comenzar con las grabaciones sin que sus arrendadores descubran lo que están haciendo. No tarda mucho tiempo antes de que, espiándolos debido al parecido que Pearl tuvo en su juventud con Maxine, la anciana descubra lo que está ocurriendo, despertando en ella la envidia que le provocan sus inquilinos, al mismo tiempo que lo observado revive en ella deseos y anhelos que el tiempo se ha encargado de arrebatarle; esto, con mortales consecuencias para el grupo que no tiene la menor idea del peligro en que se encuentra.
Ahora, un poco de la historia de esta cinta. La celebre productora A24, que cuenta en su catálogo con cintas como The Witch (2016), It Comes at Night (2017), Hereditary (2018), Midsommar (2019), The Lighthouse (2019), In Fabric (2019), Saint Maud (2021) y Lamb (2021), puede ser considerada la creadora del subgénero conocido como “terror elevado”, cintas que utilizan el horror para adentrarse en otros temas mucho más profundos o intelectuales, a comparación de las cintas del género comunes que sólo buscan sacar sustos básicos en los espectadores. En una decisión un poco extraña para ellos, en el 2020 se anunció que producirían una cinta, bautizada con el simple nombre de X, que pertenecería al género slasher, el más común, ridiculizado y parodiado de todos los que forman parte del horror. A pesar de la incredulidad inicial, una vez que la cinta fue proyectada, resultó evidente que, a pesar de que efectivamente se trataba de una cinta donde los sanguinarios asesinatos son el gancho principal, la película no deja de ser una digna representante de la casa que la produjo.
Lo anterior lo digo debido a que el guión, escrito también por Ti West, es mucho más elaborado de lo que puede parecer si nos quedamos con la primera capa de la narración. De entrada, la cinta parte del subgénero de meta cine, es decir, una película siendo grabada dentro de otra, recurso que se utiliza para burlarse de sí misma, ya que parte del encanto de esta es que no se toma muy en serio, lo que la elevaba sobre productos a los que se les nota desde el espacio el afán por ser algo que no son; esto la acerca más a la saga de Scream, que más que tratarse de películas de terror como tal, son análisis al género mismo y sus fórmulas. Como ejemplo de esto, el personaje de RJ, con su afán por lograr crear algo artístico a partir de la pornografía, vendría siendo una referencia o burla directa al tipo de realizaciones que A24 ha venido haciendo sobre ciertos géneros, incluida está misma película.
Otro factor en que destaca es que la historia navega en otros subgéneros, aparte del slasher, como el criticado Psycho-biddy o Hagsploitation, cuyo principal exponente es la ahora joya clásica What Ever Happened to Baby Jane? (1962), el cual tiene como característica principal el utilizar a mujeres de edad avanzada, haciéndolas lucir grotescas, ya sea como asesinas o victimas principales en la historia, aunque en este caso no sea una actriz mayor en realidad; también cuenta con toques del Natural horror, principalmente en su referencia a Alligator (1980), con dos secuencias, una en donde el montaje luce por la tensión provocada y otra que incluye la muerte más llamativa del filme; unido a esto, las múltiples referencias a otras cintas, como la estética y ambientación que nos recuerdan directamente a The Texas Chain Saw Massacre (1974), la vuelven un homenaje al horror en general.
Pero el guión no se detiene ahí, ya que se adentra en la crítica social, con referencias machistas, sexistas y racistas que eran el día a día en aquella época, misma en que comenzaron a darse cambios socioculturales que los personajes evidencian con sus actitudes, mismas que se contraponen a la conservadora manera de pensar, por lo menos en apariencia, de los propietarios de la granja. Los inicios de la liberación sexual, la aceptación de las personas que pertenecen a razas que no son la blanca y la percepción sobre la libertad de la mujer, se contraponen a ciertos comentarios realizados por personajes que aún mantienen una manera de pensar arcaica, pero, sobre todo, con el omnipresente discurso del telepredicador que aparece constantemente en el televisor del matrimonio, condenando cada una de las acciones que el grupo realiza a lo largo de la cinta. La doble moral también es evidenciada, incluso en los más jóvenes, en el caso de Lorraine, única que parece mantener un estilo de vida conservador, viéndose tentada ante los alegatos de los demás, queriendo participar en la película como actriz, experimentando con su sexualidad, sólo para ser rechazada y criticada por su novio RJ, quien hasta ese momento mantenía una postura liberal sobre el tema, defendiendo la película que el mismo dirige y a los que están involucrados en ella.
Desde el otro lado de la historia, dejando de lado que no tardamos mucho en saber que los propietarios no son la dulce pareja de ancianos que parecen ser al principio, y sin apoyar sus sanguinarias acciones, pero comprendiendo el sentir de ambos, se nos muestra la vida de esas personas que han llegado a una edad en que sus cuerpos los han traicionado y no les permiten hacer cosas que desean. Desde acciones básicas como la pérdida de memoria, agilidad y movilidad, hasta la incapacidad de tener relaciones sexuales; aunque la cinta cuenta con una escena de sexo bastante explicita entre ambos, algo no acostumbrado en el cine comercial. Porque sí, en esta historia se nos muestra que a pesar de su avanzada edad, ambos siguen teniendo libido, mismo que les es casi imposible satisfacer debido a la condición cardiaca de Howard, siendo esta una cuestión que genera frustración en ellos, sobre todo en una Pearl que ha visto su belleza destruida y añora volver a ser deseada, lo que se vuelve el combustible para sus acciones. Una pareja que, a pesar de amarse todavía, han visto pasar sus mejores años, quedando relegados a una vida monótona, casi olvidados, llenos de frustraciones y anhelos no cumplidos, mientras esa nueva generación liberal y descarada les restriega en la cara las cosas de las que ya no pueden ser partícipes.
Pero esto es una cinta de terror slasher, por lo que el público espera asesinatos vistosos y sangre brotando por doquier, lo cual se cumple sin problemas, ya que dejando de lado las múltiples capas que el guión pueda tener, la película resulta por demás entretenida y divertida, con sus diálogos, situaciones y actuaciones típicas de este tipo de cine, sobre todo el que se produjo en las décadas de los setenta y ochenta. Un instante los personajes pueden recitar discursos sobre cuestiones sociales y personales con cierto grado de profundidad, para luego actuar como si su bajo coeficiente intelectual los obligara a caminar directo a la muerte, con reacciones exageradas y arriesgadas que hemos visto en muchas producciones que utilizan esta fórmula. Partes del cuerpo cercenadas, mutilaciones, órganos perforados con objetos punzocortantes, muertes por bala o ataques animales, la cinta tiene todo lo que se necesita para cubrir la cuota de muertes graficas que el género necesita, incluyendo un par de despiadados asesinos de la tercera edad que parecen disfrutar demasiado sus acciones.
Como último punto a favor de la cinta, está el reparto y el diseño de sus personajes, que juegan con las reglas establecidas, para dar un giro diferente a lo que estamos acostumbrados. Y no es que los estereotipos no aparezcan, los hay y muchos, como la rubia tonta, que resulta no serlo tanto, interpretada por una burbujeante y en extremo sensual Brittany Snow, en un papel muy diferente a los que nos tiene acostumbrados, pero eso sí, con interpretación musical incluida, con el tema Landslide, demostrando lo que todos sabemos, también puede cantar y lo hace muy bien; Jenna Ortega, con la que pareciera tener el potencial para ser la Final Girl de la cinta, hasta que resulta tentada por un mundo del que sólo había sido observadora, pagando las consecuencias de haber sido arrastrada por este; o Kid Cudi, llenando el lugar del hombre atractivo, los músculos del grupo, el cuerpo, o una parte del cuerpo en particular en esta ocasión. Todos cumpliendo satisfactoriamente con sus papeles, al igual que el resto del reparto, pero es Mia Goth la que en definitiva se lleva la película, con ese doble papel, como la heroína hundida en un mundo de sexo y sus adicciones a las drogas, algo atípico para las protagonistas del género, rompiendo con lo establecido; pero al mismo tiempo como la amargada y sádica Pearl, causante de todo lo malo por lo que atraviesan los demás. Mia logra que olvides que se trata de la misma actriz y proyecta tanto lo perdida y rota que se encuentra una, como lo desquiciada que se encuentra la otra, a pesar del pésimo maquillaje que se utilizó para caracterizar a los ancianos.
Y no es gratuito que la misma actriz interprete a las dos caras de la moneda, ya que esa decisión sirve tanto para demostrar que sin importar lo bello y joven que sea alguien, tarde o temprano el tiempo lo va a alcanzar, sin importar cuanto se luche en su contra; pero sobre todo, porque esta cinta es parte de una trilogía que A24 está realizando. Los que tengan oportunidad de verla en cines, a la par de pasar un buen rato si este es el tipo de películas que les agradan, y esperan al final de los créditos, se toparán con la sorpresa de que se incluye una escena post crédito, pero no una como tal, sino que se les mostrará un teaser de la siguiente película, de nombre Pearl, precuela grabada en secreto al mismo tiempo que X situada en 1919, donde se nos mostrara la juventud del personaje, sus aparentes primeros crímenes, su obsesión por la época inicial del cine, con sus estrellas y reflectores, así como su deseo por formar parte de ese mundo, cuestiones que terminaran de redondear a ese matrimonio cuya historia quedó sin definirse del todo, pero que al saber que se trata de la parte intermedia de un producto más grande, cobra sentido. La productora ha anunciado también que la tercera parte sí será una secuela como tal, centrándose en la época en que el video irrumpió en nuestras vidas, vendiendo la idea como una Boogie Nights (1997) de terror con litros de sangre corriendo por los sets.
Puede que X no sea una película para todos los gustos, que algunos fanáticos del slasher esperaran más, pero en definitiva es una cinta casi redonda, con buenas actuaciones, un guión mucho más inteligente que el promedio y una dirección que hace homenaje a las cintas de terror con las que crecimos. Uno de esos casos en que puedes entrar a la sala y apagar el cerebro para dejarte llevar, o verla como el homenaje y crítica social que logra ser por momentos. Esperemos que las otras dos producciones se encuentren al nivel de esta, pero por el momento podemos quedarnos con X, una cinta sumamente recomendable que cumple con todo lo que A24 nos ha dado hasta el momento.