El Milagro y la Sonrisa, en una emotiva tarde

A mi amiga

Conocí a Daniella Giacomán desde que éramos universitarias, hace más de 22 años, colaboramos en una publicación literaria que llamamos “Polimnia” en la Universidad La Salle y supe desde entonces que a ella siempre le gustó escribir. 

Nunca dudé de su capacidad para comunicarse a través de la palabra, por eso, cuando su hermana me pidió recomendarla para realizar prácticas profesionales en Milenio Laguna, de inmediato hablé con Marcela Moreno, directora editorial, quien la entrevistó y la aceptó primero como practicante y poco tiempo después la contrató como reportera.

En esta casa editora ella fue reportera de la fuente cultural, deportiva, local, de espectáculos, columnista y editora. Prácticamente pasó por todas las secciones y como ella misma lo cuenta en este libro y si no me equivoco en decirlo, nunca sufrió discriminación laboral ni de ningún tipo. Al contrario, era amiga de todas y todos en el periódico, asistía a todas las reuniones, le encantaba la fiesta, conversar y emocionarse y también renegar por todos los sucesos que a los periodistas nos toca presenciar.

Daniella se lanzó al ruedo en el periodismo: no tuvo miedo (o no lo demostró) en entrevistar a distintas personalidades, en cubrir y reseñar conciertos, obras de teatro, partidos de futbol, de hacer preguntas en las ruedas de prensa. Logró hacerse amiga de la comunidad cultural y de espectáculos.

Me une a Daniella, además del tiempo en compartir estas coberturas, de ser compañeras en una redacción, una gran amistad. Siempre he pensado que las personas que viven con una condición especial, saben desarrollar muy bien otros de sus sentidos. Con ella he podido comprobarlo, es una mujer que ha desarrollado una atenta capacidad de escucha, saber aconsejar, te hace sentir acompañada y nunca se aleja por completo.

Aunque debo decir que nada en ella es de menor importancia: ni su manera de hablar, su talento al escribir, su postura tan humanista ante la vida, su capacidad de adaptación a los retos, porque vaya que los ha tenido y lo que ha vivido para llegar a donde está, es sin duda una lección de vida para quienes la conocemos.

La escritura como testimonio es sin duda, una vía de sanación, de catarsis y un medio para compartir una visión del mundo auténtica y honesta. Los capítulos de este libro llevarán a los lectores por las etapas de vida de Daniella en el contexto de su condición, el síndrome de Moebius, al que ella ha dedicado en los años recientes mucho de su tiempo por difundirlo y crear conciencia para que las personas en esta lucha, cuenten con más apoyo.

Aunque conozco a Daniella desde hace dos décadas, admito que la lectura del “Milagro y la sonrisa” me ha conmovido, porque para mi ha sido natural llevar una amistad con ella presencial y a la distancia, pero ignoraba muchos episodios que ella vivió desde los primeros días de nacida, hasta el 2013, año de su última operación.

Ignoraba, por ejemplo, que de niña cuando tomaba clases de ballet se quitaba las zapatillas para poder sentir con los pies las vibraciones de la música, debido a que tenía problemas para escuchar bien. Al leer este libro pude conocer algunas anécdotas de las dificultades que enfrentó en la convivencia con algunas personas, que no lo comprendían o no la aceptaban; pero que creo fueron muy pocas, porque Daniella siempre supo ganarse el cariño, la simpatía y el reconocimiento de mucha gente.

Ella no sólo fue una joven que consiguió trabajo al poco tiempo de egresar de la carrera de comunicación, sino que además se desplazó para trabajar a otras ciudades como Saltillo, Zacatecas y Ciudad de México. A ésta última, viajó para recibir las cirugías que le han permitido, como ella afirma, tener un poco de movilidad en el rostro y la anhelada sonrisa. Pero para mi, su sonrisa siempre ha estado ahí. La escuchado reír a carcajadas en numerosas ocasiones y créanme que su ánimo contagia.

Ser editora de varias secciones, redactora, reportera, articulista y haber entrevistado a tantas personalidades en distintas ciudades de México, es algo que la ha forjado, que le ha dado carácter y fortaleza para seguir siempre adelante. Su historia es y será, no tengo duda, un ejemplo de vida para muchas niñas, niños o jóvenes con o sin alguna discapacidad. Porque para mi, ella es sobre todo una persona con una gran condición humana, una persona auténtica que llegará cada vez más lejos en el camino de la escritura.

Gracias Daniella por compartirnos y a regalarnos tus sonrisas y tu historia. Gracias a Editorial Amonite por hacerlo posible.

(Texto leído el 20 de mayo en la presentación del libro “El Milagro y la Sonrisa”)