Fantastic Beasts: The Secrets of Dumbledore (2022)

Para los estudios, cuando ya no se pueden exprimir el presente y el futuro, resulta lucrativo volver la mirada al pasado. Precuela, un término que, aunque es más antiguo, comenzó a popularizarse a partir de finales los noventa, debido al lanzamiento de la segunda trilogía del universo Star Wars. The Phantom Menace (1999), Attack of the Clones (2002) y Revenge of the Sith (2005), se estrenarían sin mucho éxito entre la crítica, pero con bastante buen recibimiento económico, por lo que el formato se replicaría a diestra y siniestra a partir de ese momento, con resultados variados, tanto económica como artísticamente hablando.

Entre los que han optado por el formato, encontramos a X-Men, con su propia tetralogía de orígenes, conformada por  First Class (2011)), Days of Future Past (2014), Apocalypse (2016) y Dark Phoenix (2019), cada una con resultados y aceptación diferentes; Alien lo intentaría con Prometheus (2012) y Covenant (2017), la primera renovando el interés, pero perdiéndolo con la segunda; Planet of the Apes haría lo suyo,  con Rise of the Planet of the Apes (2011), Dawn of the Planet of the Apes (2014) y War for the Planet of the Apes (2017), maravillosa trilogía con excelentes efectos visuales y arcos narrativos; The Lord of the Ring lanzaría su trilogía de The Hobbit, que muchos consideraron aburrida y que bien pudo quedarse en sólo dos tomos; James Bond utilizó el recurso, con la gran pentalogía estelarizada por Daniel Craig, aunque sería hasta Skyfall (2012) cuando descubriríamos el orden cronológico de las cintas; y el fenómeno Harry Potter, que después de 7 novelas, 8 películas, una obra de teatro y 6 libros complementarios, tomaría como base uno de estos últimos, de la mano de la medianamente cancelada J. K. Rowling, para generar su proyecto de cinco secuelas con guiones originales, de las que han estrenado tres hasta el momento, siendo la más reciente Fantastic Beasts: The Secrets of Dumbledore, cinta de la que hablo en esta ocasión.

Al tratarse de una tercera parte, que se sitúa en el centro de un proyecto más grande, la misma tiene que verse con eso en mente, ya que, a pesar de tratar de darle una identidad propia, lo cual llega a lograrse sólo por momentos, es evidente que la función de la cinta es perfilar las acciones y personajes para el cierre de esta saga. Este es el motivo por el que tramas anteriores comienzan a cerrarse, se abren nuevas, se presentan personajes, el tono comienza a cambiar y algunas cuestiones vistas en las dos entregas anteriores pasan a segundo plano, tanto a favor como en contra de la franquicia misma. 

Pero primero. ¿de qué va en esta ocasión la trama de este universo mágico? La historia abre con Newt Scamander (Eddie Redmayne) en busca de una Qilin, uno de sus animales fantásticos, a la que descubre dando a luz. Cuando intenta llevarse a la cría por motivos que desconocemos, es atacado por los secuaces de Gellert Grindelwald (ahora interpretado por Mads Mikkelsen), los cuales logran dejarlo fuera de combate y apoderándose de la recién nacida. Cuando él recupera la conciencia, descubre que no ha nacido únicamente un ser de esa especie, sino dos, por lo que logra rescatarlo, llevándolo a un lugar seguro. Sin profundizar aquí en detalles, la trama continua con una reunión entre Newt, su hermano Theseus (Callum Turner) y un preocupado Albus Dumbledore (Jude Law) que ha mantenido un encuentro mágico con Grindelwald, quien le ha revelado algunos de sus planes e intenciones. Por este motivo, es que Albus los ha convocado, haciéndolos participes de su plan para detener el peligro que se avecina tanto para magos como para muggles.  Al estar imposibilitado para atacar directamente a Grindelwald, por un pacto de sangre realizado por amor en su juventud, debe hacer uso de su inteligencia para detenerlo, con la ayuda de un grupo seleccionado por él para realizar diversas funciones específicas. Aparte de los hermanos Scamander, recluta a los magos Lally Hicks (Jessica Williams) y Yusuf Kama (William Nadylam), hermano de Leta Lestrange, asesinada por Grindelwald en la entrega anterior, y a el muggle Jacob Kowalski (Dan Fogler), debido a, según se dice, su gran corazón y bondad. El grupo entonces, sin el conocimiento total del plan que han aceptado llevar a cabo, deben viajar de Estados Unidos a Inglaterra, luego Alemania y finalmente a Bután, poner en riesgo sus vidas, enfrentarse a dramas políticos, magos malvados y la posibilidad de verse bajo las órdenes del villano, quien ha logrado, gracias a intrigas y manipulaciones, quedar absuelto de los crímenes que le fueron imputados desde el inicio de estas precuelas, y que busca postularse como jefe supremo del mundo mágico.

Tal cual sucedió con las aventuras de Harry Potter, que pasaron de relatarnos odiseas de la niñes, para poco a poco cambiar a historias mucho más oscuras y adultas, en esta ocasión la película que, si bien es parte de una línea argumental que nunca ha sido tan infantil como la saga original, comienza a tornarse en una mayor densidad que las dos cintas previas. En esta ocasión, una de las tramas principales es mucho más cercana a las intrigas del matrimonio Underwood de la serie House of Cards, que a los conflictos mágicos a los que nos tiene acostumbrados, por lo que se nota que esta franquicia está pensada para el público que creció viendo y leyendo las aventuras del pequeño mago, ahora adultos, que pueden identificar las referencias sociales y políticas que se usan de fondo para armar la narrativa que la película nos muestra. Populismo, manipulación de masas, racismo, clasismo, fascismo y los demás temas políticos que ya ha manejado la escritora a lo largo de su carrera se vuelven a presentar aquí, en una época que se encuentra en medio de las dos guerras y que, si bien no se menciona en ningún momento el ambiente bélico en que se encontraba el mundo en aquello momentos, se hace evidente cuando parte importante de los sucesos ocurren en Berlín. A diferencia del resto de este universo, por vez primera el conflicto presenta tintes realistas, ya que no es creado, desarrollado y resuelto con base en la magia que, aunque está presente, sede su lugar a emociones humanas y maquinaciones que bien podrían ser vistas en cualquier thriller político ajeno a la fantasía.  Este cambio en el tono nos permite conocer un poco más sobre el mundo mágico, los procesos de selección de sus lideres, la forma en que está dividida la sociedad de hechiceros, así como ciertas estructuras políticas. Esta es la razón por lo que el cambio de tono y la evolución en la narrativa vuelve a esta cinta la más adulta y seria, mas no la mejor, de las tres que se han producido hasta el momento.

Ahora, dejando de lado la parte política de la historia, es momento de hablar de la otra trama que domina la narración y que termina teniendo más peso que el resto, y es la referente al romance entre Dumbledore y Grindelwald. Aunque la misma escritora había revelado dicho detalle y en las precuelas previas se habían dejado ver insinuaciones, en esta ocasión no sólo se dice de manera clara y directa, sino que la estructura misma de la película basa el enredado plan creado para detener al villano en ese pacto realizado bajo el embrujo del amor que había afectado a los ahora enemigos. Dumbledore sufre por los errores que cometió en el pasado y trata de corregirlos, pero el dolor que proyecta al enfrentarse al hombre que una vez amó es evidente, mostrándose de manera gráfica cuando un simple pensamiento hace que el artefacto que pende de su muñeca haga visible las consecuencias de sus acciones. No es la primera ocasión que se usa una línea argumental donde dos personas con mentalidades opuestas se enamoran, pero en este caso se logra llevar de tan buena manera que las escenas entre Jude Law y Mads Mikkelsen son por mucho lo mejor de la cinta, con la química que se da entre ellos, no sólo en el aspecto romántico, que es el mínimo, sino en todo nivel que su relación pudo llegar a tener. Sus respectivas convicciones y pensamientos sobre la forma en que debe ser dirigido el mundo se tornan mucho más tristes una vez que reparamos en el hecho de que más de 60 años después, en la saga original, esas divisiones e ideas de superioridad siguen pesando en el mundo mágico, y se vuelven trágicas al darnos cuenta de que, en el mundo real, por más apertura y avances se hayan dado en aspectos sociales, todavía hay un gran sector de la población que comulga con dicho pensar.

Pero, a pesar de los cambios narrativos y toda la intriga política, esto es una película sobre magos y hechiceros, por lo que todo aquel que vaya a la sala buscando divertirse con encantamientos, creaturas fantásticas y varitas mágicas, no saldrá del todo decepcionado, ya que la cuota se cubre y las escenas donde se hace alusión a todo este universo de fantasía al que nos han acostumbrado se ha cuidado a detalle, con elaborados efectos especiales y un diseño de arte que la acerca mucho más a la saga original. Esto tal vez se debe a que, debido al rechazo de la película anterior, se buscó un acercamiento a sus orígenes que hiciera sentir al público familiarizado, por lo que no sólo David Yates (a mi gusto un poco gastado ya en las últimas cintas) repite su función de director, sino que se mandó llamar a Steve Kloves (quien escribió los guiones para todas las películas de Harry Potter, a excepción de La Orden del Fénix) para corregir los errores que la audiencia había rechazado en las dos precuelas previas. Un intento desesperado que resulta evidente si se toma en cuenta que estas cintas no han terminado de funcionar entre el público, con menores ingresos (incluyendo esta ocasión) en cada una de las entregas, situación que hace temer por el futuro de las dos películas que se tienen programadas para el futuro.

¿Estos cambios en el tono y el equipo creativo han servido para elevar el nivel de esta cinta? Como dije párrafos atrás, esta es la película más madura de las tres hasta el momento y los aspectos técnicos mantienen el nivel alto que han manejado desde siempre, pero lastimosamente esto no quiere decir que no adolezca en muchos otros sentidos. Superior a la anterior si lo es, así que el objetivo se alcanzó en ese sentido, aunque tampoco es que la calidad a superar fuera demasiado alta. El problema principal que tiene la cinta y la saga en general se viene arrastrando desde la primera entrega y tiene que ver con que Rowling maneja dos narrativas que poco a poco han ido perdiendo relación entre ellas. La primera parte de esta historia se centraba en Newt y sus animales fantásticos, aunque teniendo como subtrama la historia de Grindelwald; pero con el avanzar de las películas, lo referente al magizoólogo ha ido perdiendo importancia, sintiéndose forzado su protagonismo. Si, de entrada, el personaje nunca ha sido del agrado popular, ya sea por sus características o a la interpretación, por momentos excesiva, de Eddie Redmayne (a quien considero buen actor, pero sobrado de tics en esta ocasión), en esta última entrega en que el trabajo actoral se ha vuelto coral, su presencia ha palidecido y las características principales de su personaje se han desdibujado hasta volverlo casi intrascendente, así se haya forzado la trama, sustentando parte del peso en el Qilin, junto con la, para muchos divertida, para otros infame, escena del baile que realiza el actor al tratar de rescatar a su hermano de una creatura gigante, mitad cangrejo, mitad escorpión; por tal motivo, sus escenas llegan a sentirse sobradas ante la línea argumental que dominan mucho mejor Law y Mikkelsen, con sus personajes mejor definidos. Ni siquiera con el apoyo de un guionista experto en la franquicia se ha podido evitar que la película se sienta fabricada con el único fin de generar dinero (fallando en su tarea) y repetir formulas pasadas, perdiendo en el camino la originalidad o características que la separaban de las historias de Potter. Todo está ahí, la fantasía y la magia, pero nada se siente natural o nuevo una vez que se hace memoria y se profundiza en este universo, evidenciando que las ideas le escasean a la mujer que creo este mundo y sus personajes. 

Puede que el resultado final no sea satisfactorio del todo debido a todos los retrasos de producción por la pandemia, pero este tiempo extra pudo haber servido para definir mejor un guión que no se esfuerza del todo en generar una película independiente con algunos eslabones que la hagan formar parte de un todo, pero no fue así; al final, la película no termina de funcionar por la cantidad de tramas que se dejan abiertas para obligar al público a regresar años después a descubrir que sucede con los personajes, repitiendo una fórmula que ya empieza a cansar, tratando de ocultarlo con un final para esta historia que no resulta lo suficientemente interesante o emotivo para sentirse trascendente. Los escándalos en torno a la escritora y el reparto, remplazando a Johnny Depp por Mads Mikkelsen tampoco han ayudado, aunque para mi gusto este cambio de actor fue favorecedor, ya que, sin la necesidad de tanta exageración, el segundo brinda una actuación mucho más contenida, pero creíble del personaje, sin por eso demeritar el trabajo actoral del primero. Aunque posiblemente el principal problema siempre será el hecho de que este es un producto que tal vez no debía existir desde el inicio o que cinco son demasiadas películas para una historia de fondo que posiblemente pudo resumirse en tres, resultando victima de la avaricia desmedida que tiende a caracterizar a los productores.

Sea cual sea la razón, los relacionados a este proyecto deberán seleccionar mejor sus decisiones para la próxima entrega, en caso de que la misma se realice, ya que el rechazo del público ha hecho evidente, que sin importar que tan queridos o populares sean los personajes y mundos que se nos presentan, tarde o temprano, la magia termina agotándose.