Blacklight (2022)

Liam Neeson era conocido por ser un actor de carácter que había trabajado con grandes directores en proyectos aplaudidos internacionalmente; The Mission (1986), Husbands and Wives (1992) pero, sobre todo, Schindler’s List (1993), son pruebas de esto. Nell (1994), Rob Roy (1995), Michael Collins (1996), Gangs of New York (2002) y Kinsey (2004), son reafirmaciones de una filmografía que le ha brindado una nominación al Oscar, otra al BAFTA y tres a los Golden Globes. Incluso en sus acercamientos al cine comercial de estudio, sus participaciones resultaban atinadas, con éxitos de taquilla como Star Wars: Episode I – The Phantom Menace (1999) y Batman Begins (2005). 

Como si el universo estuviera indicándole el cambio que daría su vida, el actor estrenaría en el año 2008 una película perteneciente a un género que hasta el momento no había experimentado: el del cine de acción, en la forma de la cinta Taken. El éxito internacional y el posterior triunfo en taquilla estadounidense de la película lo volverían un actor redituable y super estrella del género al instante. Lamentablemente, en medio de esta ola de éxito comercial, la esposa del interprete, Natasha Richardson, moriría en un trágico accidente mientras vacacionaba en Montreal. Podemos decir que sería esta época la que marcaría la vida y carrera de Neeson en adelante.

Para un actor que está cerca de cumplir los 70 años, seguir tan activo es un caso atípico. Compañeros, algunos un poco más jóvenes, con talento parecido, como Sean Penn y Nicolas Cage, han visto sus carreras estancadas, limitándose a participaciones especiales, producciones de segunda que van directo al VOD, servicios de streaming o en el mejor de los casos, películas independientes de muy bajo presupuesto, pero con cierto nivel de calidad, como fue la maravillosa cinta Pig (2021), estelarizada por el segundo. Incluso antiguas superestrellas como Bruce Willis han visto sus carreras enterradas en el mercado de las cintas realizadas directamente para formato casero. Entonces, ¿cuál es el secreto de Liam Neeson para continuar vigente en el gusto del público, logrando que todas sus cintas tengan estreno comercial en complejos cinematográficos? La respuesta es simple, volverse un género por sí mismo. 

“La nueva película de Liam Neeson”, es la manera en la que ahora nos referimos a las cintas que estelariza, cosa más que entendible, después de verse relacionado en una cantidad enorme de estas. The A-Team (2010), The Next Three Days (2010), The Grey (2011), Unknown (2011), Taken 2 (2012), Non-Stop (2014), A Walk Among the Tombstones (2014), Taken 3 (2014), Run All Night (2015), The Commuter (2018), Cold Pursuit (2019, Honest Thief (2020) y The Marksman (2021), suman una cifra que podría provocar envidia a verdaderos héroes de acción como Sylvester Stallone. Eso sin contar la cinta que ahora reseño, Blacklight, del director Mark Williams con quien ya había trabajado en una ocasión previa.

Todas las cintas recientes de Neeson, al igual que las de Tom Cruise, son técnicamente la misma, salvo un par de cambios para poder distinguirlas una de la otra. Un héroe que puede o no tener pasado turbio, atormentado, de buen corazón, excelente en el trabajo de campo que realiza (agente secreto, FBI, CIA, asesino a sueldo, experto en seguridad, negociador); este se ve inmiscuido en algún tipo de intriga, atentado o peligro inminente para el mundo, sociedad local o familia, lo que lo obliga a luchar contra algo que evidentemente lo sobrepasa, pero él es tan hábil que logra salir avante a pesar de las probabilidades en su contra; la amenaza puede ser un grupo delictivo interno, célula terrorista, cartel de crimen organizado o el gobierno mismo, ya sea de su país u otro; los escenarios pueden ser abiertos, como una ciudad completa, un bosque nevado o espacios cerrados como aviones o trenes, en caso de querer generar acción claustrofóbica. La fórmula siempre es la misma, se ha repetido hasta el hartazgo, pero siempre con resultados entretenidos y del gusto del público masivo, hasta está última cinta, donde parece que el desgaste es más que evidente. 

Pero antes de entrar de lleno en la crítica a la cinta, ¿de qué va la trama en esta ocasión? Travis Block (Neeson), es un activo externo que trabaja fuera de nómina para el FBI. Su actividad principal consiste en rescatar o ayudar a agentes encubiertos que se han visto comprometidos, ya sea al ser expuestos, o al sufrir consecuencias psicológicas debido a la presión de su trabajo. Al inicio de la cinta, Travis se encuentra en la disyuntiva entre continuar con su oficio, en el cual es en extremo bueno, o retirarse para pasar tiempo con su nieta, tratando de compensar las largas ausencias que provocaron el fin de su matrimonio y un relativo distanciamiento con su hija. Cuando parece que su vida por fin tendrá algo de paz, se le encomienda ayudar a un, en apariencia, errático y perturbado agente descarriado de nombre Dusty Crane (Taylor John Smith), que ha puesto en riesgo la confidencialidad de la organización, al entrar en contacto con Mira Jones (Emmy Raver-Lampman), una reportera con conciencia social que busca la verdad tras la muerte de una candidata, fallecida en un aparente accidente vial. Dusty asegura contar con información confidencial que puede evidenciar malos manejos y crímenes realizados por el FBI, bajo las órdenes de su director, Gabriel Robinson (Aidan Quinn), amigo de muchos años de Travis. Es a partir de este momento que una serie de secretos se revelan al protagonista, poniendo en duda su lealtad, haciéndolo dudar de todo lo que conoce, mientras trata de mantener segura a su familia y luchar porque la justicia triunfe contra las maquinaciones de una organización corrompida. 

Como vemos, la misma fórmula con los cambios necesarios para que esta pueda ser distinguida del resto, en apariencia. Un problema grave que tiene esta película, que tiene muchos, es no contar con algo que verdaderamente la separe del cine genérico de acción. La trama, situaciones y personajes los hemos visto tantas veces y de la misma forma, que no hay un solo momento a destacar dentro de los 104 minutos que dura la película. Otro aspecto que juega en contra es la falta de desarrollo y creatividad al momento de realizar los personajes; ninguno cuenta con alguna característica lo suficientemente atractiva para que se vuelva memorable, tampoco están lo suficientemente definidos (salvo el protagonista, y eso a medias) como para entender sus motivaciones y acciones. El giro en la historia es otro bache, ya que se puede ver desde el espacio y se muestra tan pronto en el metraje, que ni siquiera se intentó jugar con la expectativa de si las acusaciones de Dusty son reales o no, aquí todo se grita desde el trailer mismo, impidiendo un poco de incógnita al respecto. 

Pero como he dicho en otras ocasiones, hay cine para pensar y otro para sentir, uno para disfrutar dejándonos llevar y otro para reflexionar sobre diversos temas, y ambos están bien. Siendo este caso perteneciente al primer grupo, el problema se torna mayor al no cumplir ni siquiera en este sentido. Porque entrar a la sala para ver una película como esta, para después quejarte por no encontrar un desarrollo introspectivo, contemplativo y profundo en el guión, es tan estúpido como ir a un concierto Paulina Rubio, sin playback, esperando escuchar calidad vocal, para después quejarte del horrible sonido que sale de su boca.

Uno espera música vacua pero pegajosa, que nos haga olvidar un rato la realidad y nos ponga a bailar, tal cual esperamos que una cinta de este estilo por lo menos nos mantenga al filo del asiento por las escenas de acción, persecuciones y momentos de adrenalina que valgan el boleto. Lamentablemente Blacklight no logra cubrir la cuota del cine comercial de acción, ya que por momentos se torna lenta y aburrida, sabiendo diez minutos antes lo que va a suceder debido a lo predecible de las situaciones. Las resoluciones de los conflictos son tan inverosímiles que por momentos te hacen preguntarte si el guión fue escrito sobre la marcha o si en la sala de edición cortaron alguna parte importante de la trama. Venga, eres el director del FBI, con ilimitados recursos a tu alcance, por más badass que sea Liam Neeson, debería costarle un poco más de esfuerzo lograr su cometido y doblegarte, pero parece que nadie pensó en esto al momento de definir los personajes.

Y no es que está sea la primera película que adolece en su estructura narrativa, ciertos géneros tienden a la repetición de situaciones sin que esto sea un problema grave, debido a que tienden a favorecer la forma sobre el fondo, volviéndose productos efectivos que entretienen y distraen debido a su apartado técnico (la saga de Fast & Furious y la ya mencionada trilogía de Taken son ejemplos de esto), aspecto en que vuelve a fallar esta cinta al no lograr ni siquiera eso. Salvo un par de juegos de cámara y efectos ópticos para mostrarnos la visión del protagonista y otros agentes en las situaciones en las que están inmersos, la película peca de poca originalidad en este sentido. Ni siquiera Michael P. Shawver, responsable del montaje de Creed, Black Panther y A Quiet Place Part II logra salir bien librado, ya que parece que realizó el trabajo únicamente para cobrar su cheque, sin intentar el mínimo esfuerzo artístico.

Blacklight se ha convertido en la película peor reseñada en la carrera de Neeson y en la que menos ingresos ha recaudado, cuestión que no extraña por su pobre manufactura. El ejemplo mismo del desgaste de una fórmula que puede evidenciar el fin de la era como héroe de acción del actor, aunque tenga en pre y post producción cuatro proyectos por venir, y que puede servirle para retomar mejores roles futuros, como la cinta próxima a estrenarse, Marlowe, basada en las novelas que tienen al detective Philip Marlowe como personaje central, bajo las órdenes de su amigo Neil Jordan. 

En resumen, si se es fanático de este tipo de películas y no se espera nada especial, posiblemente se logre algún tipo de entretenimiento al acudir a verla este fin de semana de estreno, pero la mayoría debería optar por alguna otra película de la cartelera.