Dear Evan Hansen (2021)
El musical fue uno de los géneros que encumbró la cinematografía norteamericana desde los años 30, hasta parte de los 60 para, poco a poco, ir perdiendo la relevancia dentro del gusto del público que anteriormente abarrotaba las salas. La gente dejó de interesarse en historias que se narraban cantando en un ambiente mágico que las apartaba de la cruda realidad que el cine comenzó a mostrar a partir de los 70. El éxito comercial y aceptación pública del género quedaría relegado a un par de producciones como Cabaret (1972) y Allthat Jazz (1979), ambas alejadas del meloso formato que se había manejado anteriormente. Entonces llegaría la década del 2000, con nuevas esperanzas para este tipo de productos, con el filme independiente de culto Dancer in theDark (2000) del controvertido director Lars vonTrierpero, sobre todo, con el éxito internacional de la extravagancia anacrónica Moulin Rouge! (2001).
A partir de ese momento, la industria trataría de revivir al musical, con algunos éxitos como Chicago (2002), con su Oscar a Mejor Película incluido;Mamma Mia! (2008), con impresionante éxito taquillero; o el fenómeno La LaLand (2016), haciendo lo suyo en el campo de los originales directos para la pantalla.
A pesar de que durante las pasadas dos décadas, la estabilidad comercial del género ha fluctuado, cada determinado tiempo se podía contar con alguna película que lograra atraer el interés general suficiente para que este se mantuviera vigente. Luego llegaría el 2019, y parecería que todo se derrumbaba con el catastrófico estreno de Cats, la fallida adaptación del musical teatral mas exitoso de la historia. Horribles criticas y peor desempeño en la taquilla hicieron pensar que nadie se atrevería a intentarlo otra vez, por lo que, cuando se anunció que este año se estrenarían numerosas películas de este tipo, nadie sabía que esperar.
La oferta hasta el momento ha sido variada y con diferentes resultados: In theHeights mantiene una de las notas más altas en cuanto a recibimiento crítico en lo que va del año, pero fracasó para llegar al público; Annette es demasiado extraña para siquiera intentar volverse un éxito de masas, aunque logró hacerse con el premio a la mejor dirección en Cannes, a pesar de que no se consideró a la altura de otros proyectos de su director y pareciera que ya fue olvidada a tan solo unos meses de su estreno en Amazon; y Everybody’sTalkingAbout Jamie, del mismo servicio de streaming, se mantiene en un término medio en la aceptación popular. Todos estos productos pueden considerarse de envergadura media, ya que los platos fuertes fueron reservados para el cierre de año, esperando hacerse un hueco en la temporada de premios, iniciando con la película de la que hablo hoy, y que lamentablemente no ha recibido la bienvenida que se esperaba: Dear Evan Hansen, adaptación del exitoso de Broadway, ganador de 6 premios Tony.
La historia en cuestión, parte de la premisa de una mentira que se sale de control. El protagonista, el Evan del título, es un joven en el último año del instituto, que sufre de ansiedad social y escribe cartas dirigidas a el mismo por consejo de su terapeuta. Un día, una de estas cartas termina en manos del rebelde de la escuela, Connor, el único otro estudiante, en apariencia, tan inadaptado como él. En esta carta Evan menciona a la hermana del joven, de la que está enamorado en secreto, por lo que este se molesta y se lleva la nota consigo. La trama inicia cuando Connor se suicida y dentro de su bolsillo encuentran dicha carta, por lo que su familia cree que ambos chicos eran amigos. Evan, quien pudo haber dicho la verdad desde el principio, termina creando una red de engaños, tratando de satisfacer a todos, al mismo tiempo que se acerca al objeto de su afecto, hasta que los mismas se tornan tan grandes y difíciles de llevar, que terminan por explotarle en la cara, con sus respectivas consecuencias.
Lo primero que hay que mencionar es que Dear Evan Hansen no es Cats. Sí, la película falla en muchos sentidos, pero no al nivel al que lo hizo la historia felina. Posiblemente se deba a que las expectativas no eran tan altas, a que se trata de una historia más íntima o que el material mismo en el que se basa fue atacado desde el principio, a pesar de su éxito; sea cual sea la razón, no me pareció tan desastrosa como se ha pintado en los medios.
Pero como dije, la película falla en muchos sentidos, eso no se puede negar, siendo el primero de estos la selección de Ben Platt como protagonista. Con esto no quiere decir que no sea un actor más que capaz, lo es, y cuenta con una voz maravillosa que se luce al interpretar las canciones; pero el tiempo ha pasado desde que protagonizó la versión teatral, y las decisiones tomadas para su interpretación y caracterización lo hacen más que evidente. Hay cosas que funcionan sobre un escenario, pero que al trasladar a la pantalla no tienen el mismo efecto y en esta ocasión es lo que ha sucedido. La manera en que Platt interpreta a Evan, con sus tics, postura encorvada, gesticulación, así como la peluca y maquillaje casi prostético que utilizaron en su rostro, lo hace lucir todavía mas grande de lo que es, resaltando de manera grotesca que se trata de un hombre que se acerca a los 30 años pretendiendo ser un adolescente. Y no es que esto sea nuevo, estamos acostumbrados a series de televisión juveniles con protagonistas que rondan los 25 años, incluso su interés amoroso en la película, interpretado de forma sobresaliente por Kaitlyn Dever, se encontraba en este rango de edad al momento de la grabación, pero en su caso su físico e interpretación no la hacen desentonar. Este detalle físico, sumado al comportamiento y moral de su personaje, hacen incomoda de observar la película.
Aprovechando este último punto, ahondaré en lo que creo fue el principal problema de la cinta, el material base que toma como referencia. Toda historia que hable de suicidio, depresión y ansiedad, debe ser abordada desde una perspectiva cuidada o todo pueda salir mal. En mi caso, no tenía la idea de iba la trama, por lo que, una vez contempladas las acciones del protagonista, no logré en ningún momento empatizar con él. Un individuo que aprovecha el dolor causado por la perdida, para infiltrarse en una familia y acercarse a la chica que ama, así como lograr una notoriedad (deseada o no) social, no pudo ser visto por mi de otra forma que oportunismo, por más que los involucrados trataran de vendernos una historia de redención.
Porque vamos a ser sinceros, si eliminamos las letras sentimentales y en su lugar ponemos tétricas partituras al estilo thriller psicológico, estaríamos ante una historia al más puro estilo noventero, sobre un personaje obsesivo, sociópata, que pasa sobre los demás para lograr lo que quiere. Este punto, ha sido criticado desde su estreno en teatro, por lo que el director Stephen Chbosky realiza un cambio en el final, en el que se intenta profundizar en las consecuencias de las acciones del protagonista, pero no es suficiente para que logremos ver como correcto su accionar.
El realizador no es nuevo en el ámbito de los dramas juveniles, demostrando soltura en ThePerksofBeing a Wallflower (2012), pero en este caso parece que navega sin rumbo entre diversos temas que van quedando de lado, centrando todo el peso de la trama en el conflicto interno de Evan. El duelo, los problemas familiares, las condiciones mentales que sufren algunos personajes, apenas y se tocan o al hacerlo nunca llegan a solidificarse. Salvo la parte extendida referente a Alana Beck (AmandlaStenberg), cuya conversación con el estelar es de los mejores aspectos en que, se dice, se diferencian ambas versiones, en el que comparan los medicamentos que ambos consumen y los motivos por lo que lo hacen, el resto de las situaciones no son llevadas con la eficacia necesaria.Tal vez no era el proyecto para él, no supo abordarlo, el grabar la película durante la pandemia afecto el resultado o un sinnúmero de excusas, pero al final la cinta resulta desnivelada, sin el sentimiento que los temas tratados deben proyectar, con un reparto desaprovechado que, si bien realizan bien su trabajo por sus capacidades interpretativas, no son más que satélites girando alrededor del personaje protagonista, sin un verdadero desarrollo durante el metraje.
Las buenas intenciones se ven, la cinta resulta entretenida por momentos, pero estos aspectos nofueron suficientes para que el primero de los tres proyectos musicales más esperados del año haya caído víctima de las expectativas y sus propias pretensiones, las cuales provocaron su fracaso en la taquilla y el rechazo tanto de público como de crítica. Con los comentarios positivos que han hecho los que ya lograron ver Tick, Tick… Boom!, el debut como director de Lin-Manuel Miranda, y la cálida acogida que ha generado el trailer del remake de West SideStory, las esperanzas para el género no han muerto del todo, pero nada es seguro hasta que el público no de su punto de vista sobre ellas.