Halloween Kills (2021)
Fear. People are afraid. That is the true curse of Michael.
En 1978, John Carpenter sorprendió al mundo con Halloween, una de las películas de terror slasher más famosas de todos los tiempos. Su protagonista, una novata Jamie Lee Curtis, se convertiría en la scream queen indiscutible, y el villano protagonista Michael Myers pasaría a la posteridad como uno de los tres principales exponentes del género (junto a Jason Voorhees y Freddy Krueger). Fue tal el impacto de la cinta, que se realizaron siete secuelas y un reboot en el 2007, con su respectiva segunda parte. Lamentablemente, como suele suceder en estos casos, la magia de la primera jamás pudo ser emulada, perdiendo originalidad y calidad con cada nuevo capítulo, hasta rozar en lo absurdo y patético.
Entonces, en el 2018, en un intento por reavivar el interés en la franquicia, aceptando que no había nada que se pudiera hacer para corregir los errores que se habían cometido en algunas de las entregas previas, se optó simplemente por ignorarlas, realizando la secuela definitiva y semi reinicio de la historia, decidiendo que todo lo que habíamos visto después de la primera película no debía ser tomado como canon, incluyendo el parentesco entre el asesino y la final girl. Con Carpenter como productor y Lee Curtis repitiendo a su Laurie Strode, el filme, que comparte nombre con la original, se convirtió en la secuela mejor reseñada y en un éxito de taquilla que la posicionó como la más redituable hasta el momento.
Desde antes del estreno de dicha película, los encargados del proyecto mencionaron la idea de realizar varias partes para desarrollar la nueva trama, pero que habían decidido esperar para ver la reacción del público sobre el producto final. Cuando el primer fin de semana evidenció resultados positivos, las dos secuelas que completarían la trilogía se anunciaron. Tres años después, Halloween Kills, la primera de estas partes ha llegado por fin a las salas, después de su retaso de un año por la pandemia.
Lo primero que se debe saber, es que en esta ocasión la historia sirve más como el segundo acto de un todo, que como una película como tal. Mientras la anterior puede ser vista como una historia independiente, con un inicio y final, la trama en esta ocasión inicia exactamente en el momento en que finaliza la anterior, terminando de forma abrupta y abierta, para dar entrada a la tercera parte, programada para estrenarse el próximo año. Algo parecido a lo hecho por A Quiet Place 2, aunque, lamentablemente, sin la misma pericia para manejar este tipo de producto.
El segundo punto es sobre el trailer, el cual nos muestra escenas que arman una trama un poco diferente a la que contemplamos en el cine, por lo que los que llegamos a la sala con una idea de lo que veremos, debemos estar al tanto de que las cosas no serán como las esperamos.
La línea argumental por la que se ha optado esta ocasión es estudiar el significado mismo del miedo, dejando de lado el protagonismo del personaje de Jamie Lee Curtis, para dar pie a un concepto generalizado de una comunidad que vive traumatizada. Un pueblo que ha padecido bajo el yugo del terror provocado por los crímenes suscitados más de 40 años atrás, que los persigue y atormenta, aunque ellos no estén del todo conscientes de ello. Por este cambio en la narrativa, la heroína protagonista aparece mucho menos tiempo en pantalla (demasiado poco para mi gusto) que en la película anterior; y no sólo eso, sino que ese giro que fue tan aplaudido y gustado, que la acercaba más a lo hecho con Ellen Ripley y Sarah Connor en las respectivas secuelas de sus franquicias, transformando a la víctima en digna contrincante del objeto de sus miedos y traumas, brilla por su ausencia, ya que el personaje permanece el 90% de la duración de la cinta encerrada en un hospital (error cometido ya en la ahora intrascendente Halloween 2 de 1980). Puede que debido al final de la entrega pasada esta decisión tenga cierta lógica debido a las heridas del personaje, pero eso evita un desarrollo sustancial en su historia, dejándola únicamente como la voz de la razón en medio de la turba enardecida que sale a la calle en busca del asesino para poner fin a su reinado de terror, y como la persona que se da cuenta del motivo por el que es casi imposible matar a Michael Myers, en una plática que intenta ser profunda, sin lograrlo, con el personaje convaleciente de Will Patton, que repite como el Oficial Hawkins.
Por dicha cuestión, el peso de la historia recae en diferentes hombros, volviéndolo un trabajo coral, con las hija y nieta de Laurie (Judy Greer y Andi Matichak repitiendo sus papeles) como guías principales; junto con un grupo de habitantes de Haddonfield que se han visto infectados por el terror, transformado en ira, que han tenido guardado o negado por años, comandados por un Tommy Doyle ya adulto.
Este punto puede considerarse uno de los principales atractivos de la cinta, ya que, aunque Laurie Strode es la sobreviviente principal, no fue la única en lograrlo en su primer enfrentamiento con Myers, y el director/guionista David Gordon Green (encargado de la trilogía completa) juega con la nostalgia, trayéndolos a todos, presentándolos en una escena, tal vez un poco forzada, en la que Tommy se encuentra festejando en un bar el 40 aniversario de los asesinatos, donde fungen como invitados Lonnie Elam, Lindsey Wallace (Kyle Richards regresando a su personaje 40 años después), la enfermera Marion Chambers (Nancy Stephens también repitiendo su papel) y el mencionado Tommy, ahora interpretado por Anthony Michael Hall; sin una explicación sobre la ausencia de Brian Andrews, quien se mencionó dolido por el recast del personaje. Tal vez la cuestión se deba a que en realidad se buscó, por celebridad, la participación de Paul Rudd, quien ya había interpretado el personaje como adulto en la sexta parte, aunque eso no tendría mucho sentido ahora que las mismas se han dejado de lado. Como sea, a este grupo de sobrevivientes se les une Charles Cyphers como el Sherif Leigh Brackett, en una reunión que funciona como tributo y que ha sido bien recibida por los fanáticos de la película original. Lamentablemente, salvo Tommy, ninguno de los otros llega a tener interacción con Laurie, y al tratarse de un actor nuevo en la saga, se perdió la oportunidad de un momento emotivo entre el niño y la mujer que la salvo la vida; es probable que, si hubiera sido el personaje de Lindsey, el momento hubiera estado más logrado.
Mientras el pueblo mismo sale a defenderse del monstruo, cuya omnipresente sombra los ha atemorizado por décadas, dentro de las paredes del hospital se generan las dos cuestiones con las que juega el guión: la primera, en la forma de un violento levantamiento que desemboca con la muerte de un enfermo mental que se ve inmerso en la paranoia grupal que busca encontrar al objeto de sus miedos, culminando cuando se menciona que Michael está convirtiendo en monstruos a todos, y que eso puede provocar más muerte de inocentes; la segunda, y a mi parecer más arriesgada, es cuando el personaje de Lee Curtis explica a Hawkins que Myers no es un hombre como todos, ha trascendido a un concepto, donde el miedo de todos los que están conscientes de su existencia lo alimentan y engrandecen, provocando que sea imposible de matar por medio de la fuerza bruta. Cuando me refiero a arriesgado, quiero decir que, a diferencia de sus contrapartes de Crystal Lake, donde Jason ha sido revivido por electricidad, a pesar de llevar años muerto, al más puro estilo Frankenstein, o de haber estado en el infierno y regresado; así como el villano de Elm Street, donde Krueger es una presencia paranormal nacida del odio y la venganza que habita en las pesadillas de las personas; Michael Myers, hasta esta ocasión, siempre ha sido visto como un hombre de carne y hueso que, según palabras de los doctores a su cargo, es la representación del mal, sin un motivo aparente para cometer sus actos más que el simple placer de realizarlos. Veremos cómo funciona este cambio en el cierre en unos meses.
Esta ocasión no hablaré de la trama como tal, sabemos que en este tipo de producciones las muertes se dan en buffet y que la mayoría de los personajes están ahí solo para morir de las formas más creativas y graficas que el director pudo concebir, cuestión que a los fanáticos del slasher nos encantan y que cubrirán la sangrienta cuota necesaria, con creces, para una película de este estilo.
Lamentablemente ninguno de los personajes nuevos logra ser desarrollado para que te interese sus fallecimientos; así como los que regresan no fueron delineados de una manera tan convincente como para que nos proyecten el daño psicológico que conlleva el haber vivido semejante trauma, por lo que los que no logran sobrevivir en esta ocasión, tampoco serán extrañados del todo. Pareciera que en este sentido es Laurie, porque ni siquiera sus familiares brillan en profundidad argumental, a la única a la que se le sigue dando, y se entiende, aunque en menor medida esta ocasión, el crecimiento o importancia al momento de crear momentos de lucimiento en las pláticas dentro del cuarto de guionistas.
Halloween Kills es una producción que, si bien llega a tener momentos ligeramente aburridos que pueden considerarse sobrados, hará las delicias de los fanáticos más simples de este tipo de producto, que solo esperan ver litros de sangre y la mayor cantidad de desmembramientos en pantallas; pero por otro lado, al bajar tanto el nivel con respecto a su predecesora, nos hace pensar si la maldición de las sagas de terror no es imposible de evitar y esta nueva etapa del asesino enmascarado no terminará sucumbiendo de la misma manera que las producciones que ahora el estudio trata de que olvidemos. Tendremos que esperar un año para saber si esta secuela tiene una razón de ser o sólo es un producto más que no terminó de funcionar del todo.










