Venom: Let There Be Carnage (2021)
Cuando hace algunos años se anunció que se pensaba ampliar el universo de Spiderman, por parte de Sony, las expectativas volaron por los aires al enterarnos que se realizaría una película con el villano Venom como protagonista.
Los fanáticos de los comics estábamos al tanto de la importancia del personaje, por lo que esperábamos con ansias la fecha de estreno. Lamentablemente, cuando la película llegó a los cines en el 2018, nos enfrentamos al hecho de que se habían tomado demasiadas libertades en el guión y que la compañía había optado, tal vez tratando de emular el éxito de Deadpool, por darle un tratamiento de comedia, volviendo un antihéroe a uno de los personajes más oscuros de Marvel.
Un caso parecido al sucedido con la primera entrega de Suicide Squad, que recibió abucheos unánimes por parte de la crítica y cierto rechazo por los fanáticos acérrimos de los personajes. Entonces, en una vuelta que no se vio venir, el público general abrazó ambas producciones con entusiasmo, provocando que reunieran enormes cantidades de dinero.
Venom terminó convirtiéndose en la séptima película más taquillera de aquel año, ingresando más de 850 millones de dólares a nivel mundial, superando a producciones como Deadpool 2 y Ant-Man and the Wasp. La secuela estaba asegurada.
Tres años después, la segunda entrega de la franquicia se ha estrenado, retomando los personajes que ya conocimos, con el agregado que los fanáticos esperaban, Carnage, villano y eje central de esta historia, mismo que toma protagonismo desde la primera escena de la película, ya que la cinta abre con un flashback que nos muestra la juventud de Cletus Kasady, a quien vimos desde la entrega pasada en una escena post créditos, en un orfanato. Este comienza una conversación con una joven Frances Barrison, encerrada en algo parecido a una celda, en la que se nos revela que ella cuenta con cierta mutación que ha aumentado con el tiempo, por lo que será trasladada a otra instalación para ser estudiada. Como ambos mantienen una relación, la noticia no es bien tomada, pero no pueden hacer nada por evitarlo.
La joven es sustraída del lugar, pero durante el trayecto, ella hace uso de su mutación, provocando un accidente y que un novato Patrick Mulligan le dispare en el rostro, dándola por muerta. Después de esto la historia salta hasta la actualidad, un año después de los acontecimientos de la primera parte, con un Eddie Brock en decadencia, con su vida en ruinas; su carrera esta por los suelos, su novia lo ha dejado y ahora se encuentra comprometida con otro hombre, su departamento es un caos, y nada parece que vaya a arreglarse pronto. Su única compañía es Venom, el simbionte que habita en su cuerpo y que ha sido el causante de todos sus problemas, con quien ha aprendido a convivir a base de algunas reglas, como el hecho de no comerse a ninguna persona, situación que molesta al extraterrestre. Su suerte cambia, en todo sentido, cuando el detective Mulligan lo contacta para informarle que el ahora celebre asesino serial Kasady ha accedido a dar información sobre el paradero de sus víctimas, pero sólo la proporcionará a Brock. Es en una de estas visitas, en las que no profundizaremos para evitar spoilers, donde el asesino muerde al reportero y se desata el caos, en todo sentido y uso posible de la palabra.
Esta ocasión empezaré de forma directa. ¿Es Venom: Let There Be Carnage superior a la primera parte? Sí, mucho, aunque no es que eso sea muy difícil. ¿Es una buena película? No, de hecho, es bastante mala. ¿Es un producto divertido? Sí, no hay queja sobre eso. ¿La disfruté? Muchísimo. Dicho lo anterior, es momento de hablar de la película.
A diferencia de la segunda parte de la mencionada Suicide Squad, en la que se optó por un tono adulto y violento, fiel a los comics, elevando la calidad de la saga muy por arriba de su predecesora, Venom: Let There Be Carnage viene a confirmar el dicho que dicta “si no se rompió, no lo arregles”, ya que decidieron no arriesgarse, copiando la fórmula que les funcionó en la primera entrega, con los pros y contras que esto significa. Por esta situación, los productores debes estar felices de ver que su producto se ha convertido en el estreno con el mejor fin de semana de la era pandémica, con un ingreso de 90 millones en su primer fin de semana; por otro lado, los comentarios a la película han sido, si bien no tan desastrosos, igual de negativos que hace tres años.
La película presenta muchos problemas, pero el principal, según mi pensar, es el empecinamiento que tiene el estudio por encajar dentro de la clasificación PG. Carnage, siendo uno de los villanos más sanguinarios de la marca, es diluido y reducido a un nivel para el público adolescente que le resta el impacto que debió tener; aun así, el diseño y presencia del personaje es por mucho lo mejor de la cinta y lo que la pone algunos escalones por arriba de la primera, al mostrar un villano a la altura del héroe.
Si bien la interpretación de Woody Harrelson como el simbionte rojo, con su horrenda peluca robándole protagonismo, llega a niveles de sobreactuación extrema, no supone un problema real en medio de una producción donde nada encaja y todo se exagera hasta el punto de la parodia. En este sentido, no es sólo él quien se siente dispar con respecto a sus capacidades interpretativas, ya que el resto del reparto no puede hacer mucho con los diálogos simplones y forzados, personajes mal definidos y situaciones inverosímiles que nacieron de la mente del propio protagonista, quien ahora, aparte de repetir su labor como productor, funge también como escritor, en compañía de Kelly Marcel, guionista que tampoco puedo presumir de un curriculum envidiable.
Es debido a la poca pericia de la dupla para desarrollar la historia, que termina naufragando entre situaciones sin trascendencia y otras que explotan en exageración, para al final quedar debiendo la carnicería que se promete en el titulo y que, salvo una escena dentro de la cárcel antes de la mitad de la película, brilla por su ausencia mientras situaciones románticas, bromas casi infantiles y comportamientos erráticos por parte de los personajes ocupan la mayoría del, extrañamente corto, tiempo que dura la cinta.
Durante hora y media podemos contemplar con pena como Michelle Williams, obligada tal vez por contrato, utiliza el 1% de su talento en un personaje que no le exige nada y que sólo está ahí como pretexto para que Hardy, quien se encargó de que su participación logre lucir su encanto personal, sin necesidad de esforzarse como actor, se adentre en los confines de la comedia simple en su interacción con Venom; a Naomi Harris por su parte, parece que el director le dio la indicación de competir por la interpretación más exagerada contra Harrelson, ya que no crea, parodia a Shriek, el alter ego de Frances, como la villana mal construida cuyo personaje no logra para nada transmitir el daño mental que en las historietas es la base para su comportamiento obsesivo. Sobre Reid Scott y Stephen Graham no hay mucho que decir, ya que aparecen únicamente como el nuevo novio de la protagonista, sirviendo para complementar las bromas del estelar, por un lado; y como el policía insufrible de comportamiento estereotipado, por el otro. Y hablando del proceso de dirección, si bien Ruben Fleischer no realizó el trabajo más memorable en la primera parte, su cambio a favor de Andy Serkis, sobresaliente actor de captura en movimiento, seleccionado por el mismo Hardy para encargarse de esta película, no puede considerarse una adición a favor del producto final, ya que su casi nula y criticada experiencia en el campo es evidente en el producto final. Cuando la escena post créditos, que merece mención y aplausos aparte, genera mucho más entusiasmo que la película que desarrollaste, tal vez se debería reconsiderar el volver a ponerte en una posición de semejante responsabilidad.
Como dije en líneas anteriores, un caos, la película resulta un caos total, que misteriosamente funciona como el vehículo de divertimento que es. Si dejamos de lado las libertades que se tomaron para los orígenes de los personajes, el tono seleccionado para la cinta, la falta de tiempo para desarrollar la historia de una manera efectiva y congruente, la película logra atrapar tu atención, al más puro estilo de la saga Transformers, donde la mezcla del ruido, elaborados efectos especiales y un montaje precipitado que evita definir del todo las escenas de acción, hace que todo lo que observas y escuchas entre a tu cabeza sin permitirte distraerte. Al fin y al cabo, un producto efectivo que resultará atractivo para los seguidores de la primera parte, los espectadores que solo buscan distraerse y alguno que otro fanático que no busca fidelidad con el material base en que se basa el filme.