Coda (2021)
El pasado febrero, cuando estaba por finalizar el Festival de Cine de Sundance, al momento en que fueron revelados los palmares, llamó la atención que, de los seis premios dedicados al cine de ficción, cuatro (Gran Premio del Jurado, Dirección, Reparto y Premio del Público), terminaron siendo recibidos por la misma cinta, CODA de Sian Heder, remake de la exitosa película francesa La Famille Bélier.
La puja por los derechos de esta no se hizo esperar, y después de una encarnizada lucha por conseguirlos, sería Apple TV quien lograría el triunfo como distribuidor mundial, por la cifra record de 25 millones de dólares. A pesar de que en la mayoría de los países la película pudo verse desde el 13 de agosto en esa plataforma, en nuestro país se optó por darle un estreno en cine, motivo por el que hablamos de ella.
El título seleccionado es el acrónimo de Child Of Deaf Adults (hijos de adultos sordos), que define la trama base de la que parte la historia. El regreso tras las cámaras de la directora, después de cinco años de su opera prima Tallulah, nos cuenta la vida de Ruby (Emilia Jones), una joven de 17 años, quien es elúnico miembro de una familia de pescadores, los Rossi, que no padece la discapacidad auditiva que comparten los demás. Motivo por el que se ha generado una codependencia por parte de sus padres, para que ella sirva como intérprete y voz ante una sociedad de la que han decidido aislarse.
El conflicto se da una vez que esta dinámica aceptada por todo el núcleo familiar como total y definitiva, se ve afectada por los intereses personales de la joven que, movida por un intenso amor por la música y la atracción que siente por un joven de su instituto, decide inscribirse en el coro de su escuela. Es ahí donde, pasando un proceso de adaptación inicial, es alentada por su maestro Bernardo (Eugenio Derbez) para luchar por lo que ella quiere y aspira a algo más grande que la vida que ha conocido hasta ese momento.
Con parte de la trama revelada, es evidente que nos encontramos ante un drama crowd-pleaser, una feel-good movie, uno de esos productos que están pensados y diseñados para mover las emociones del espectador, provocando en ellos sentimientos de alegría y jubilo, al ver luchar a la protagonista contra el mundo para lograr realizar sus sueños.
Nada de lo anterior dicho de forma peyorativa, ya que la directora es lo suficientemente capaz de nivelar cada aspecto de su película para que no caiga en los sentimentalismos básicos. En manos menos hábiles, con un reparto de menor talento y con un guión menos trabajado, es posible que esta historia no hubiera podido ser diferenciada de cualquier telefilme como tantos que engrosan el catálogo de Hallmark Channel, pero la realizadora sabe su oficio, tal vez por la experiencia adquirida como una de las guionistas principales de la excelente serie Orange isthe New Black.
Y no es que la película logre quedar exenta de clichés, los tiene y son bastos, como las escenas románticas entre los protagonistas, el estereotipado personaje del maestro, el mensaje motivador principal, el punto de quiebre que hace dudar a la estelar sobre sus prioridades, y el discurso sobre el poder de la familia; pero la trama está tan bien nivelada, que ni estas muestras de cine de fórmula logran hacer que se sienta cansino o genérico el producto final.
La película logra una paridad en todos los temas que maneja, como el drama adolescente, con su respectivo romance, acoso estudiantil, búsqueda de la identidad propia y lugar en el mundo; inclusión, al mostrar una familia incapaz de comunicarse sin la ayuda de su hija, debido a una sociedad en la que no tienen cabida, cuyo punto más alto se da en una entrevista televisiva donde Ruby es forzada a permanecer, ya que ni siquiera la televisora cuenta con un intérprete de señas para realizar el trabajo; crítica social, evidenciando los problemas económicos a los que se enfrentan no solo Rossi, sino toda la comunidad de pescadores que son explotados, malbaratando su trabajo si quieren conseguir el dinero para mantenerse; drama familiar, ya que es este grupo el causante del problema, aunque al mismo tiempo se vuelva la solución para el conflicto de la protagonista;y humor, ya que la película saca risas al espectador para aligerar la carga emocional, sin disminuir la importancia de los problemas tratados.
Historia y directora aparte, son los actores los que logran elevar el nivel del producto final, comenzando por Emilia Jones quien con un curriculum limitado en cine, demuestra el potencial de estrella que tiene, interpretando a su Ruby con la fuerza y encanto que se necesita, sin terminar volviéndose una heroína más del montón; pero son los otros tres miembros de la familia, todos actores sordomudos, los que resultan las verdaderas revelaciones.
La ganadora del Oscar, Marlee Matlin, quien a estas alturas ya no tiene nada que demostrar sobre sus capacidades interpretativas, nos regala una actuación muy diferente a los personajes elegantes y sofisticados que han conformado su filmografía desde los ochentas, como la madre estrafalaria, sexual y descarada, que no logra generar lazos con una hija que desea emprender su vuelo en solitario, situación que la aterra; Daniel Durant, como el hermano que se siente relegado por una familia que ha volcado todas las responsabilidades en su hermana menor, con un par de las mejores escenas de la película, incluyendo una pelea con Ruby en la que logra robarse la película; y Troy Kotsur, curtido sobre todo en el mundo del teatro, quien representa la parte humorística de la trama, al mismo tiempo que funge como el encargado de darse cuenta del sufrimiento de su hija, apoyándola en los momentos precisos.
Sobre Derbez tengo sentimientos encontrados ya que, si bien logra proyectar el sentimiento necesario en las escenas de mayor emotividad, tiende a la exageración, principal vicio en sus actuaciones, en el resto de su interpretación; aun así, realiza un trabajo más logrado que el resto de los que le hemos visto.
Otro punto en el que sobresale esta producción, tomando en cuenta que se trata de una historia donde no son requeridos grandes despliegues técnicos, es el de la música. En una historia centrada en un grupo de personas sin la capacidad de escuchar, con escenas de silencio total en que los diálogos son realizados con señas, el hecho de que el conflicto del personaje central esté basado en un talento imposible de percibir por su familia, el manejo de la música era vital.
Tanto las canciones seleccionadas para que interprete la protagonista, como la partitura escrita por Marius De Vries se vuelven otro personaje y sirven de apoyo para el desarrollo de la trama, logrando algunos de los momentos más emotivos.
Puede que CODA no vaya a pasar a los anales de la historia como el producto más original, eso es obvio, pero es una clara muestra de que se puede hacer cine comercial de calidad, sin mayor pretensión que la de provocar en el espectador las emociones por las que está pagando. Una película de superación que, salvo intelectuales cuyo cinismo no se los permita, se disfruta, provocando sonrisas y lágrimas por igual. Un producto amigable, totalmente recomendable si lo que quieres es sentirte bien por un par de horas.