The Suicide Squad (2021).

A diferencia de su competencia y comparación obligada, Marvel/Disney, la creación y desarrollo del Universo Extendido de DC, por parte de Warner Bros, ha sido todo menos constante. Desde el lanzamiento del reboot Man of Steel en el 2013, con un ingreso en taquilla sólo decente y aceptación media; el fracaso crítico, aunque con mejora en el aspecto económico, de Batman v Superman: Dawn of Justice y Suicide Squad en el 2016; el sorpresivo éxito en ambos aspectos de Wonder Woman en 2017; el retroceso monumental que significaría Justice League tan solo unos meses después; el ingreso a las grandes ligas de recaudación, en detrimento de la calidad narrativa, con Aquaman en el 2018; el caso contrario con Shazam! en 2019; finalmente, el limbo en que quedó atrapada Birds of Prey debido al inicio de la pandemia y la pésima recepción, tanto de taquilla como crítica para Wonder Woman 1984, que no pudo equiparar a su predecesora, en el 2020. Por todo lo anterior, podemos confirman la inestabilidad con que han deambulado las creaciones de la editorial en su intento por brillar en las pantallas cinematográficas.

Por fin, en este 2021, parece que el estudio ha dado en el punto, primero con el bien recibido relanzamiento en formato de miniserie de Zack Snyder’s Justice League que, si bien no sabemos hasta el momento, debamos tomarlo como canon o no, generó comentarios positivos y mostró la visión original con que fue concebido el desarrollo del DCEU; y segundo, con el estreno de The Suicide Squad, decima producción dentro del mismo y de la cual hablaremos a continuación.

Lo primero que hay que saber sobre The Suicide Squad, es que funciona tanto como secuela, como reinicio para la franquicia inaugurada con más abucheos que aplausos cinco años atrás. Con esto dicho, la historia nos muestra a algunos de los pocos aciertos de la película anterior, como los son Viola Davies, Joel Kinnaman y Margot Robbie, para ligar la historia dentro del mismo universo, pero nada más, ya que la esencia de esta cinta es diametralmente opuesta a lo visto en la original.  Entonces, en la secuencia de apertura se aprecia que han transcurrido algunos años y el programa de reclutamiento, ahora llamado Task Force X, por cuestiones de imagen, ha dejado de ser un proyecto piloto, contando con el presupuesto, apoyo y organización necesaria para llevarlo a cabo.  El personaje de Davies, que sigue al mando de este, comienza a conformar el que será un nuevo grupo de delincuentes para llevar a cabo otra peligrosa misión: infiltrarse en la ficticia nación de gobierno antiamericano Corto Maltés y destruir el laboratorio Jötunheim, donde se lleva a cabo un experimento secreto de nombre Starfish.  El grupo es presentado al público y enviado a realizar su tarea bajo las órdenes de Rick Flag (Kinnaman) que vuelve a realizar su función como líder de campo del escuadrón. Hasta este punto, las dos cintas presentan paralelismos en su manufactura, pero estos terminan cuando los antihéroes ponen un pie en la isla donde se realizará su misión y el caos se desata. Una emboscada provoca litros de sangre, desmembramientos, cuerpos incendiados, muertes gráficas y todo tipo de violencia explícita que se nos muestra sin reparo, indicándonos que estamos ante una producción muy diferente a las que estábamos acostumbrados. Es entonces cuando en realidad inicia la película.

Es imposible hablar del resto de la trama sin incluir spoilers, por lo que sólo diré que los sobrevivientes deben continuar su tarea con ayuda de guerrilleros locales, realizar algunos rescates, secuestrar y asesinar a diestra y siniestra, abrir sus corazones ante los otros, infiltrarse sin ser descubiertos, descubrir el verdadero motivo de su misión, luchar contra un inmenso monstruo espacial Kaiju, liberar a un país del yugo totalitarista político, cumplir con su encomienda y salir airosos, por lo menos una parte de ellos. Todo esto, mientras los protagonistas parecen pasárselo de lo lindo en medio de ese festín gore, repleto de balas, peleas a muerte, habilidades sobrehumanas por demás pintorescas, desnudos gratuitos, decesos realizados de maneras creativas y mucho, mucho humor.

Ahora, la historia que, si bien supera por mucho a la anterior, no es nada que no haya visto antes, pero la verdad es que te la pasas tan bien en las más de dos horas que dura la proyección, que no importa en lo absoluto. Este es uno de esos casos donde la forma toma mayor importancia que el fondo, y no pasa nada por ello. Se nos narra lo que se debe, se intenta profundizar en el bagaje emocional de los personajes de reciente ingreso, ya que los extraídos de la primera película los conocemos a la perfección y no necesitan más que un par de líneas para mostrarnos su poca o mucha evolución. El problema es que son tantos que se entiende cuando la tarea se queda a la mitad, brindando lo suficiente para empatizar con ellos, pero sin llegar a conocerlos a fondo. Aun así, el guionista y director James Gunn, técnicamente robado de las filas de Marvel, una vez que fue despedido por ellos, aunque recontratado al poco tiempo, utiliza ese limbo contractual para narrarnos algunos aspectos importantes, aunque un poco cliché, de estos seres atormentados. Ratcatcher 2 (Daniela Melchior, la revelación del reparto) y sus melancólicos recuerdos infantiles al lado de su cariñoso padre adicto y la manera en que aprendió a controlar a las ratas; Polka-Dot Man (David Dastmalchian, también extraído de las filas de Marvel) y sus conflictos no superados contra una madre causante de su poder y las penas que este le provoca, viéndola en todo momento en los rostros de los que lo rodean; Bloodsport (Idris Elba) con una infancia saturada de violencia proveniente de su propio padre, convirtiéndolo en el asesino que es en la actualidad;  King Shark (voz de Sylvester Stallone), con un origen desconocido, por lo menos en la película, pero con uno de los mayores crecimientos en la trama, al aprender la importancia de la amistad y, a manera de broma, no comerse a sus amigos.

Sobre la nivelación de personajes dentro de la película, se acepta que Margot Robbie sigue siendo la reina del show, con una versión más violenta de su Harley Quinn, pero que en esta ocasión sede protagonismo al resto del casting y se agradece. Los conflictos de ego entre Bloodsport y Pacemaker (John Cena en mejor forma, física e interpretativa, que nunca); las bromas sobre la madre de Polka-Dot, llevadas al extremo casi al final de la función, en uno de los momentos más divertidos del metraje; el crecimiento como heroína de Ratcatcher 2; la nueva relajación y gracia de Rick Flag; son algunos de los aspectos que vuelven entrañable esta entrega. Todo esto, gracias a la visión de su director, Gunn, que vuelve a demostrar su capacidad para generar grandes historias para personajes no tan conocidos y que, si se le brinda la libertad creativa necesaria, puede crear películas sobresalientes. Y no es que su par de cintas de Guardians of the Galaxy no sean geniales, lo son, es solo que en está ocasión pareciera que le dijeron que podía hacer lo que quisiera con total libertad y se nota; aunque manteniendo su sello, sobre todo en el aspecto musical, ya que sus películas siempre gozan de una banda sonora espectacular, el desarrollo de un concepto visual único toma una imperante importancia, ya que es una de las fortalezas de la película. El separar la historia por capítulos, mismos que se nos indican en viñetas al más puro estilo comic; la personalización de las escenas en solitario, sobre todo en el caso de la onírica secuencia en donde Harley Quinn se luce en una batalla decorada con animación para mostrarnos su manera de ver la realidad, es sin duda una maravilla visual; la caracterización retro de algunos de los personajes como Polka-Dot, Peacemaker y The Thinker (Peter Capaldi tan genial como siempre como uno de los villanos principales); todo gracias a la mente creativa de su director, que se atrevió a realizar un filme dirigido al público adulto, alejándose de ese lastre que cargaba Warner al tratar de emular el aspecto infantil y burlón de su competencia. Porque eso es lo que se ha logrado en esta producción, alejarse de lo establecido, con una visión atrevida y, aunque no lo parezca de entrada, madura en el tratamiento de estas historias. Si el estudio y la editorial son inteligentes, continuaran por este sendero que les ha brindado la, hasta el momento, mejor calificada de sus producciones. Joker no cuenta, ya que no forman parte de este universo extendido.

Por lo pronto es notorio que el modelo de negocio, tan redituable para el estudio rival, no piensan dejarlo de lado del todo, ya que se producirán varios productos ligados a esta película, como una serie centrada en uno de estos antihéroes, para HBO Max (Disney +, ¿eres tú?), y retomar el proyecto de Gotham City Sirens, de nuevo con Robbie como estelar. Esperemos que hayan aprendido que desarrollar un estilo propio es lo mejor que pudieron hacer y el caso se repita en estas producciones venideras, aunque la baja taquilla que presentó el filme en su primer fin de semana puede hacerlos retroceder algunos pasos. El lanzamiento en el 2022 de Black Adam, The Flash y Aquaman and the Lost Kingdom nos confirmará si esto es verdad y por fin lograron la tan deseada estabilidad en sus producciones. Veremos que sucede el próximo año.