Jungle Cruise (2021)
Los que hemos tenido la suerte de haber visitadoalguno de los parques de Disney, sabemos que son lugares especiales. Sin importar las historias que se cuenten sobre el trato a sus empleados y condiciones laborales, una vez que pones un pie dentro de ellos, te contagias de su magia y eres invadido por un espíritu infantil que no te abandona hasta varios días después de tu partida. Los personajes que deambulan por todo el lugar, espectáculos, desfiles, áreas temáticas y, sobre todo, sus elaboradas y divertidas atracciones, son experiencias que se quedan en tu memoria de forma definitiva. Por tales motivos, tratar de emular el encanto que se favorece de la experiencia vivencial, en una producción cinematográfica, es una tarea difícil de lograr.
A través del tiempo, Disney lo ha intentado en diferentes ocasiones y con variados resultados. Desde desastres como The Haunted Mansion, que no pudo equiparar la magia de la atracción en que se basaba, aunque cumpliendo con decoro en la taquilla; hasta verdaderos éxitos monumentales como la franquicia de Pirates of the Caribbean con sus cinco redituables partes. Por lo anterior, llama la atención que al estudio le hayan tomado 18 años para volverse a aventurar para repetir la formula (Tomorrowland no cuenta, ya que no se basa en una atracción en particular, sino en un área temática completa), en la película que ahora reseñamos, Jungle Cruise, del director español Jaume Collet-Serra.
En esta historia, situada en el marco de la Primera Guerra Mundial, se nos narra las aventuras de la Dra. Lily Houghton (Emily Blunt) y su búsqueda por las Lágrimas de la Luna, míticos pétalos procedentes de un árbol que, según cuenta la leyenda, tienen la capacidad de curar cualquier enfermedad. Después del rechazo para proporcionarle apoyo por parte de una asociación de exploradores, primero por no creer en las historias en torno a los poderes curativos de la planta y segundo, por considerarla inferior al ser mujer, la intrépida protagonista roba un artefacto, la punta de una antigua flecha, resguardado en la sede de dicha organización, el cual necesita para identificar el lugar donde, en teoría, se encuentra el árbol mencionado. Una vez con la reliquia en su poder, emprende un viaje por su cuenta, acompañada de su hermano MacGregor (Jack Whitehall), con destino a Sudamérica, donde se origina la leyenda. Ya en el nuevo mundo, debido a una confusión, la protagonista se ve relacionada con Frank Wolff (Dwayne Johnson), un embustero guía de turistas que se dedica a dar tours por el rio que cruza la selva, a quien tomacomo el propietario de la mayoría de las embarcaciones de la zona.Este no la desmiente, mostrando particular interés por la reliquia que la doctora carga en su cuello y de la que intenta adueñarse en un par de ocasiones, por motivos personales ocultos. Todo lo anterior, mientras sortean una serie de aventuras y peligros provenientes tanto de la selva misma, como por la persecución que sufren a manos del Príncipe Joachim, un aristócrata alemán que también busca los pétalos, pero por motivos opuestos a los de la heroína.
Aunque en este tipo de casos, la originalidad de la trama tiende a quedar en segundo nivel de importancia,es notorio que la historia no es nada que no hayamos visto antes, ya que parece querer calcar elementos de producciones clásicas, tal vez a manera de homenaje. Parte Indiana Jones, parte The African Queen, un poco de The Mummy (1999), otro tanto de videojuegos como Tomb Raider y Uncharted, con chispazoscopiados de la misma Pirates of the Caribbean. Nada de esto supone un problema real para la película, la cual se mantiene a flote por lo menos en las dos primeras partes, sintiéndose un poco floja en lo que tendría que ser un clímax que no mantiene el nivel, pero que para esa parte de la proyección ya no importa, porque la historia te ha mantenido entretenido el tiempo suficiente.
Si tenemos que buscar un punto débil verdadero, podríamos encontrarlo en ese empecinamiento actual por lo políticamente correcto, transmitido a través de los dos hermanos en la película. Por un lado, tenemos el personaje de Emily Blunt, quien al parecer se postula para volverse la reina de la taquilla en ese año, después del éxito de A Quiet Place 2, desplegando el carisma y talento al que nos tiene acostumbrados, pero viéndose atrapada en el estereotipo de la mujer que lleva los pantalones de la trama, broma que se reitera hasta que deja de ser graciosa; por el otro, el personaje de Jack Whitehall, que generó controversia desde el momento mismo de su anuncio, al tratarse de un personaje gay interpretado por un heterosexual, pero cuyo principal punto negativo es no aportar nada en realidad trascendente a la trama. Todo esto, repito, son problemas con el desarrollo de los personajes, tal vez debido a las varias manos detrás del guión, mas no de los actores, ya que todos cumplen con lo requerido por sus papeles. Blunt está bien, porque siempre lo está y es casi imposible que decepcione; Whitehall logra dotar de vida y personalidad a un personaje que sólo está ahí para cumplir la cuota; incluso Johnsonhace alarde de ese magnetismo que lo hace merecedor de los cheques que cobra, mostrando una simpatía y naturalidad que no acostumbra a desplegar, aunque sin llegar al nivel que mostro en Jumanji: Welcome to the Jungle; pero es sin duda Jesse Plemons quien se roba la película con su exagerado villano caricaturesco de acento marcado. Aplauso aparte, merecen los villanos secundarios, realizando sus interpretaciones bajo toneladas de efectos especiales, comandados por Edgar Ramirez, como un variado grupo de exploradores víctimas de una maldición que los mantiene atrapados en la jungla.
Ahora, y entrados en aspectos técnicos, la película no tiene desperdicio, cada uno de los 200 millones que costó se reflejan bajo la mano de un director que esta acostumbrado al cine de acción y terror, motivos por los que, tal vez, las bazas principales en este apartado recuerden a dichos géneros. Los escenarios, si bien no gozan de realismo, recuerdan la atracción misma en la que se basan, provocando en la película una constante sensación de cine antiguo, con sets plásticos y prefabricados, pero no por eso dejan de ser espectaculares;las escenas de acción, que son muchas,se llevan a cabo de manera impecable por los actores y sus dobles, como dicta la norma, manteniendo el nivel de adrenalina suficiente para que el ritmo de la película no decaiga en los momentos indicados; pero son los efectos especiales, sobre todo los del cuarteto de villanos computarizados, donde reside el verdadero punto fuerte de la realización. Sé sabe que este es un producto familiar, que busca acaparar la atención del núcleo completo, pero por instantes el gran trabajo de diseño e interpretación de estos personajesdota a la cinta de los momentos más oscuros del metraje.
Puede que esta película no vaya a pasar a la historia como ha sucedido con las que toma como referencia;que Blunt y Johnson funcionen mejor por separado que juntos, al no lograr en ningún momento la química esperada; que hasta el momento su futuro como franquicia dependa del desempeño comercial en la taquilla, que si bien decente, dista del éxito que se esperaba; que haya dividido a la critica especializada; pero si lo que se esta buscando es pasar un rato agradable, ya sea en solitario o acompañado, en el cine o la comodidad de su hogar, JungleCruise es la apuesta segura.
Twitter: @cmigueldiazg