The Conjuring: The Devil Made Me Do It

Aunque muchos no lo acepten, el género de terror es de los más gustados, pero al mismo tiempo de los que menos se toman en serio. Producciones de toda calidad, por lo regular mala, son lanzados cada año por los estudios con resultados económicos dispares. Este tipo de producciones han tenido épocas de auge y otras de declive, provocando que lleguen a considerarse veneno para la taquilla. Es por eso, que el descubrimiento de ciertos productos que se encuentran por encima de la media, cada determinado tiempo, logra crear verdaderos fenómenos de culto con millones de seguidores. El caso Scream para las películas slasher en 1996 y The Blair Witch Projec en 1999 para las found footage, son un claro ejemplo de esto, con sus recaudaciones estratosféricas, impacto cultural y consiguiente generación de secuelas y productos similares. La fórmula se explotará hasta que se desgaste, provocando el declive y debilitación del género antes mencionado, hasta que el siguiente producto llegue a captar la atención de las masas otra vez. 

Pasarían más de diez años, hasta el 2013, cuando el siguiente caso de esta índole se produciría, con el lanzamiento de The Conjuring, una película que volvió a avivar el interés del espectador en el terror. Si existe una manera de definir a dicho filme, es con la palabra “efectivo”. No hay nada peor que ver una comedia que no hace reír, un drama que no conmueve, pero, sobre todo, terror que no asusta. En ese sentido, el titulo mencionado cumplía con creces, provocando gritos y saltos en las salas que se proyectaba. Una producción efectiva, el nuevo fenómeno había nacido. 

Nueve años y un universo de ocho producciones después (entre secuelas y spin offs), toca el momento de hablar de la tercera parte directa de dicha producción, The Conjuring: The Devil Made Me Do It, y solo puede venir una frase a la mente después de verla: debilitación de franquicia. Dicho termino hace referencia al momento en que una serie de películas ha llegado a un punto en que no hay nada nuevo que ofrecer o los productos carecen de la calidad u originalidad de sus predecesores. Lamentablente es el caso del que ahora reseñamos. 

La historia parte del mismo punto que las anteriores, un caso sobrenatural investigado por el matrimonio Warren, otra vez interpretados por Vera Farmiga y Patrick Wilson, quienes hacen lo que pueden con un guion que está muy por debajo de sus capacidades histriónicas. Esta ocasión, la trama inicia con una potente escena de exorcismo en la residencia de la familia Glatzel, que ha pedido apoyo a la pareja estelar debido a la aparente posesión de su hijo menor David. Podemos ver en estos primeros minutos como el espectro pasa de un individuo a otro, generando el conflicto. Hasta este punto, todo bien, los primeros encuadres están cargados de acción, efectos especiales cumplidores, tensión, y en general, lo que la franquicia ha venido manejando hasta el momento. El problema comienza a suscitarse después de esto.

La película se divide entonces en dos líneas argumentales que los escritores luchan por amalgamar sin mucho éxito. La primera, vista desde el tráiler, es el proceso legal en que se ve inmerso el joven que se sacrifica en pro del niño poseído, y que ahora es víctima del demonio que habita dentro de él, obligándolo a realizar los actos que dan nombre al filme. La segunda, solo mostrada en parte en la publicidad, y que a mi parecer es el punto negativo, es la desarrollada en torno a la búsqueda de los causantes de la posesión. He aquí la gran diferencia con el resto del llamado Universo cinematográfico de El Conjuro, ya que, por vez primera, y a pesar de contar con presencias demoniacas en la trama, los verdaderos villanos en esta ocasión son seres humanos.   Entonces, mientras se desarrolla el proceso legal contra el joven poseído, los Warren deben investigar quien se encuentra detrás del fenómeno. 

Lo que otras producciones como El exorcismo de Emily Rose lograron de manera satisfactoria, llevando con gracia el drama legal a la par del desarrollo de la parte sobrenatural de la historia, es precisamente el punto en que falla The Devil Made Me Do It. Llegado un momento, el juicio en el que se ve sumergido el poseído es abandonado para centrar el peso argumental en la búsqueda de un grupo satanista, sin lograr que dicha línea logre convencer del todo.

El cambio en la estructura puede deberse a que, a diferencia de las dos primeras, está no es dirigida por James Wan, que ha cedido su puesto a Michael Chaves, quien no es ajeno a este universo, ya que cuenta en su haber con la dirección de The Curse of La Llorona. Lamentablemente el cambio no ha favorecido a la saga, que, si bien ha sido recibida de una forma decente en cuanto a taquilla, sobre todo tomando en cuenta la situación mundial en la que nos encontramos, dista mucho del impacto de sus predecesoras. Un guion sin fuerza y lleno de clichés, un giro argumental que se ve desde el espacio, una resolución de conflicto sacada de la manga, un villano débil que no termina por definirse y no logra el impacto necesario, son algunos de los puntos que tiene en contra esta historia. Sumando a esto, el dominio sobre el caso verdadero que pueda tener el espectador antes de ingresar a la sala no ayuda a mantener el interés en un producto mal llevado al que le sobran minutos.

Una vez terminada la película, uno se pregunta que tanto tiempo le queda por delante a este tipo de producciones, antes de volver a repetirse el ciclo. Por el momento se encuentran en preproducción The Nun 2 y The Croocked Man, pero incluso con esto, el panorama para el cine de terror no luce prometedor.

Twitter: @cmigueldiazg 

Un comentario en «The Conjuring: The Devil Made Me Do It»

  1. Sí, la vdd es que como bien se cita “cumplió”.
    Yo creo que The Conjuring 1 como película de terror es muy buena, obviamente no soy experta pero creo que lo tiene todo. Y para mi después de esta, la otra buenísima ha sido The VVITCH.
    Excelente reseña!!!!!

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