Cine TV. Orgullo y Prejuicio

(Pride & prejudice, 2005)

Todo en Orgullo y Prejuicio es una maravilla del romanticismo.

El clásico literario de Jane Austen ha sido transformado por el director Joe Wright en quizás la mejor adaptación de las numerosas que se han hecho.

La trama es muy sencilla, pero su tratamiento es encantador.

En la empobrecida familia Benett hay cuatro hermanas casaderas y su padre quiere desposarlas. Elizabeth (Keira Knightley) es impetuosa, libre y retadora, apartándose a las normas de la época, que demandan de una chica sumisión, recogimiento y silencio. Inesperadamente encuentra a Mr. Darcy (Matthew Macfadyen) un altivo aristócrata con el que siente un rechazo inicial. La llama del amor surge de inmediato. Pero para que se unan estas almas tan diferentes entre sí, deben superar obstáculos, como el de las clases, la ideología y la mutua comprensión.

Esta historia de enamorados, con sus entretenidísimos enredos, está enmarcada por una gran producción. El arte en vestuario, peinados y arquitectura es insuperable. Wrigth se esmeró en retratar fielmente la época del Siglo XIX, donde el aspecto de las personas era más importante que los sentimientos.

La música de Alexandre Desplat es una joya lánguida, con acordes de piano y cuerdas que remiten a una época ida, pero nunca olvidada, en la que surgieron grandes historias de pasión.

Knightley ofrece una más de sus virtuosas actuaciones, como la dama de sociedad, adelantada a su tiempo, que sabe que las apariencias no son nada, en las relaciones humanas. Ella está convencida de que el amor verdadero existe y que lo encontrará, aunque tenga que quedarse sola, como precio por su fracaso.

Orgullo y Prejuicio invita a reflexionar sobre las causas que pueden hacer que las personas unan destinos. Y, también, las causas que hacen que se separen.

(PG. Orientación de los padres)

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Twitter: @LucianoCamposG