Bugonia (2025)

Yorgos Lanthimos es un director que se ha vuelto de culto desde sus primeros trabajos, por lo que cada uno de sus proyectos genera una gran cantidad de expectativas. Amado por muchos cinéfilos, pero incomprendido por una gran parte del público promedio, su filmografía parece manejarse entre dos líneas que se han marcado últimamente. La primera es un cine más críptico, de nicho, por llamarlo de alguna manera, con ejemplos como Kynódontas (2009) o The Lobster (2015); la segunda, causante de que las masas lo hayan descubierto, es uno mucho más fácil de digerir, creando su mensaje de forma más sencilla, aunque nunca simple, como son The Favourite (2018) y, sobre todo, Poor Things (2023).

Es tan evidente esta diferencia entre sus dos tipos de público, que el año pasado pudimos ver cómo la menos fácil de procesar, Kinds of Kindness, sufrió un rechazo casi generalizado por parte de la audiencia, a pesar de recibir críticas medias y aplausos para sus actores. Pues este año el director ha vuelto con una cinta que podríamos posicionar en el centro de estas dos corrientes: Bugonia, comedia negra que representa el primer remake de su filmografía, ya que se basa en la cinta surcoreana Jigureul Jikyeora! (2003), adaptada a suelo norteamericano por el guionista Will Tracy, cuyo único trabajo previo en cine fue la escritura de The Menu (2022).

¿De qué trata esta historia que logró hacer que Yorgos se interesara en ella? Tan absurdos, aunque críticos, como han sido los temas que ha tocado hasta el momento, en esta ocasión se repite el estilo. Teddy (Jesse Plemons) y Don (Aidan Delbis), este último autista, son un par de primos que viven en la casa donde el primero creció. Ambos, sobre todo por una aparente psicosis del primero, están convencidos de la presencia de alienígenas entre nosotros, por lo que deciden secuestrar a Michelle Fuller (Emma Stone), la CEO de una poderosa compañía farmacéutica, a quien someten a humillaciones y torturas esperando que esta confiese ser un alien y logre hacer que ellos intercedan en nombre de toda la humanidad ante el emperador de su especie, ya que creen que los infiltrados están tratando de acabar con la humanidad eliminando a las abejas. Conforme avanza la trama, algunos secretos de la historia personal de Teddy son revelados, a la par que su paranoia aumenta y el caos se desata, haciendo que Michelle intente diferentes métodos para liberarse de su cautiverio.

Antes de proseguir, un poco de historia. Esta cinta originalmente iba a ser dirigida por el mismo realizador de la versión original, Jang Joon-hwan, quien por motivos de salud tuvo que abandonar el proyecto, fungiendo al final solo como productor. Él, buscando diferenciar ambas producciones, junto con Ari Aster, quien es otro de los productores y causante de la selección del guionista, fueron los responsables de la mayoría de los cambios a la versión original, sobre todo en lo referente al género del ejecutivo cautivo, que en la anterior era hombre. Con las modificaciones autorizadas y la entrada de Yorgos en la ecuación, Emma Stone, colaboradora habitual más reciente, terminó adueñándose del papel después de un pequeño proceso de casting. Con el equipo creativo y actoral completo, la filmación inició a mediados de 2024.

Bugonia es una de esas películas de las que se debe saber lo menos posible antes de entrar a la sala para que su efecto funcione. Claro, en el tráiler se puede notar lo que acabo de narrar, pero la cinta tiene tantos cambios de dirección que el llegar sin información hace que estos funcionen mejor. También es uno de esos casos en que, si se deja al crítico de lado, esta se puede disfrutar sobremanera, ya que es por demás entretenida, con momentos que pasan de la crítica social profunda a un grado de tensión bastante elevado, pero sobre todo a situaciones por demás cómicas y caóticas, a pesar del tema que se trata. Todo esto es un triunfo al momento de buscar el agrado del público, sobre todo porque logra mantener la marca Lanthimos intacta, a pesar de trabajar por primera vez con este guionista y llegar al absurdo repetidas veces a lo largo del metraje.

Por este aspecto es muy complicado hablar de ella sin revelar información que eche a perder la experiencia del espectador, tomando en cuenta que la trama se basa en descubrir si el personaje de Stone es o no un alien, o si el de Plemons es un lunático conspiranoico, o si sus teorías son ciertas; pero, sobre todo, los temas que toca de fondo, ya que los dos mencionados son solo la superficie, las primeras capas de un guion que es mucho más profundo de lo que aparenta en la superficie.

Claro que se habla de cómo ahora las cámaras de eco alientan cierto tipo de pensamiento, ya que basta entrar un par de horas a cualquier red social para ser testigo de cómo los grupos con creencias encontradas se tiran con todo unos a otros, negando realidades sin importar las pruebas que se les muestren, basándose en datos que sirvan para seguir alimentando su postura. Pero si hay algo que toca esta historia, son las obsesiones y la deshumanización con la que vivimos en la actualidad, situaciones mucho más preocupantes y destructivas que una invasión alienígena.

El personaje de Plemons está obsesionado con un tema, uno que lo hace evadir su realidad, una precaria y hasta patética, misma con la que puede identificarse una gran parte de la población: falta de posibilidades, trabajos alienantes y soledad. Por otro lado, el de Stone representa el mal del capitalismo, jefa de una de las industrias más criticadas en la actualidad, la farmacéutica, que no se tienta el corazón para exprimir hasta el último centavo de una población que la necesita. “No puedes vencerme porque yo soy una ganadora y tú un perdedor”, se grita en un momento puntual de la cinta, una simple frase que engloba el contexto completo de la película y lo que socialmente nos quiere decir.

No se puede decir mucho más, como ya lo dije, pero de lo que sí se puede hablar es del soberbio trabajo que realizan el trío de protagonistas. Aidan Delbis, quien pertenece al espectro autista en la vida real, interpreta al corazón de la película, quien suplica a los otros dos que paren esa guerra de poder que se ha desatado entre ellos; es él quien se encarga de la escena con mayor carga emocional de la historia y el que representa que al final los seres más inocentes son los que terminan pagando las consecuencias de actos realizados por los demás. Emma Stone vuelve a brillar, lo que para nadie debe ser una sorpresa ya, pero aquí su viaje de personaje despreciable, para luego proyectar el terror del cautiverio y volverse la reina de la manipulación capaz de todo por lograr su libertad, debería ser suficiente para ver su nombre otra vez mencionado en la temporada de premios. Pero si hay alguien que se lleva todos los aplausos de pie y los merece, ese es Jesse Plemons, ya que si su contraparte femenina merece menciones, a mi gusto el intérprete debería ser apuesta segura para el Oscar; sabemos que hay nombres más pesados en la conversación, pero él borda su personaje en tantos niveles como pocos pueden hacerlo, que nos hace pasar de burlarnos de él por sus locuras, para luego comprenderlo y enternecernos al descubrir su historia.

Bugonia no es una película perfecta, tiene contradicciones en su guion y hay diferencias del material original que restan sustento a las acciones de su protagonista, y es mucho menos gráfica en algunas secuencias, pero eso no impide que estemos ante una de las cintas más originales y delirantes de este año, algo que debe contar como punto a favor. Una cinta con muy buena manufactura, un guion que, aunque tambalea por momentos, logra crear conversación y no deja indiferente a nadie que la haya visto. Esto, como se vea, siempre será positivo.

Puede que te guste o no el cine de Yorgos Lanthimos, en mi caso personal me encanta, pero no se puede negar todo lo positivo que tiene una película que se atreve a salirse del molde al que nos tiene acostumbrados Hollywood. Este fin de semana que se estrene, abran su mente y déjense llevar por este viaje a la locura y paranoia que es Bugonia, en una de esas logran reírse un buen rato.

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