Straume (Flow, 2024)
El 2024 es un año en que la animación ha vuelto a posicionarse entre el gusto del público, acaparando 3 de los 5 primeros puestos de la taquilla mundial con las cintas Inside Out 2 (1er puesto), Despicable Me 4 (3ero) y Moana 2 (4to); Kung Fu Panda 4 aparece en el número 8, con un muy buen desempeño en las salas. Todas estas cintas son estadounidenses, pertenecen a grandes estudios, son secuelas y van dirigidas al mercado infantil, por lo que tienden a estar pensadas con el entretenimiento y éxito económico como principal motor para su realización. Lo anterior no se dice de manera peyorativa, hay mercado para todos y esa es su función, cine comercial para pasar el rato viendo productos con buena manufactura técnica y mensajes amigables que conecten con las audiencias, sin más pretensiones.
Con un éxito menor, pero mayor profundidad narrativa y ovación critica, han sido estrenadas otras producciones animadas, como la maravillosa The Wild Robot del estudio DreamWorks y la tragicomedia para adultos australiana Memoir of a Snail. Dentro de este apartado se encuentra Flow, aclamada cinta seleccionada por Letonia como su representante en los Oscar que están por venir, que ha cosechado halagos desde su estreno en el pasado Festival de Cine de Cannes, y que es la que nos atañe el día de hoy.
La historia de esta película sigue los andares de uno de los animales más espectaculares, majestuosos y maravillosos que habitan este planeta, es decir, un gatito, negro, que pasa sus días deambulando por un bosque, sin preocuparse por nada que no sea perseguir animales más pequeños y esconderse de un grupo de perros que también merodean su territorio, para luego volver a su hogar, una casa en medio de la nada que parece ser (o haber sido) propiedad de alguien tan fanático de los felinos como un servidor, ya que está decorada con estatuas de estos por todo el terreno frontal de la propiedad. Como hasta los seres más perfectos de la creación tienen problemas, nuestro héroe felino se ve en medio de una catástrofe cuando una inundación arrasa con la región en la que vive, viéndose en la necesidad de luchar por sobrevivir, subiendo a un bote de madera, desarrollando un ecléctico grupo de apoyo, en la forma de otros animales que han terminado por utilizar el mismo medio para no perder la vida. A lo largo del metraje, los vemos pasar del rechazo inicial, a desarrollar lazos entre ellos, dejando de lado sus diferencias por el bien común.
Flow es el segundo largometraje animado, después de su obra Away (2019), del hombre orquesta Gints Zilbalodis, quien la dirige, produce, se encargó en conjunto con Matiss Kaza del guión, con Rihards Zalupe de la música, así como también es el responsable de la fotografía y el diseño de producción. En estos casos, donde alguien que podemos llamar genio o artista decide hacerse cargo de todo lo que rodea a su proyecto, egocentrismo de lado, es evidente el amor que ha puesto en este, tratando de que su visión y lo que nos quiere decir se note en cada aspecto de su mensaje. Con una historia por demás sencilla, que podría perder puntos al ser algo cuyo fondo se ha visto en demasiadas ocasiones, es precisamente este sentimiento que el realizador impregna la que logra elevar su obra por sobre otras del género.
Con un guión por demás sencillo, donde nunca se nos explica la ausencia total de seres humanos o los motivos de las inundaciones, los animales llegan a transmitir tantos sentimientos que esto no se vuelve un problema. Una historia de un grupo improbable que logra desarrollar lazos afectivos que trascienden la mera necesidad de sobrevivir, al crear una familia mucho más fuerte y unida que las de sangre o especie en este caso. Flow es puro sentimiento, pero también aventura y acción, ya que durante los poco más de 90 minutos de duración, logra engancharnos y atraparnos, provocando que nos interesemos en esos animalitos y su bienestar.
Aquí no se necesitan palabras, al igual que el año pasado sucedió con Mi Amigo el Robot, los diálogos no son necesarios, porque las miradas, posturas y gestos de estos animales bastan para que entendamos su pensar y sentir, algo muy difícil de lograr y que merece cada aplauso que ha cosechado la cinta. La diferencia con esta película es que en esta ocasión los animales no son humanizados, ya que todos se comportan con tanto realismo que logra que se te olvide que estas ante una animación. Esto se vuelve uno de los puntos clave en la calidad de la cinta, ya que el realismo presentado en cada uno de ellos resulta sorprendente, así como lo impecable de los magníficos y deslumbrantes escenarios que se nos muestran, con unos acabados bellísimos y un apartado sonoro que debería tener más notoriedad entre las asociaciones que se encargan de premiar estos aspectos. Junto al felino, un capibara, un lémur, un perro labrador (junto a otros caninos más que lo acompañan) y un pájaro secretario, son recreados en este estilo de animación parte 2D, parte 3D, desarrollado por completo con el software gratuito Blender, con una fidelidad que ya quisieran los grandes estudios lograr con sus presupuestos inflados.
Resulta evidente que la cinta me ha encantado, pero no por eso se nubla mi juicio y puedo asegurar que Flow es una cinta sencilla, pero no simple, en la que se nos habla de aspectos de la personalidad humana y los lazos afectivos que desarrollamos entre nosotros, retratados de manera conmovedora en cada uno de los personajes que deambulan por la historia. Impecable en el aspecto visual y rebosante de sentimiento en el narrativo, sin problema se ha posicionado como una de las apuestas más logradas del cine animado y general en el año. No sería raro verla con la doble nominación al Oscar cuando estas sean anunciadas el próximo 17 de enero y, en otro año donde la competencia no fuera tan fuerte (va empatada en preseas con The Wild Robot), podría haberse hecho con el premio sin dificultad. Sea cual sea el resultado llegando esa fecha, esto no importa, ya que esta es una de esas películas que no necesitan de mucho para quedarse con nosotros y, en definitiva, una buena selección para acudir a las salas este 1 de enero que se estrene en nuestro país. Totalmente recomendable ya sea en familia, pareja o plan solitario si se quiere ver algo que nos ayude a empezar bien el año.