Late Night with the Devil (2023)

Cada determinado tiempo surge una cinta de terror de la que nadie sabía o no se esperaba nada, pero que debido a su funcionalidad, calidad u originalidad, gracias al boca a boca, termina logrando un mayor impacto del que su equipo creativo pensó que tendría. The Blair Witch Project (2016) y Paranormal Activity (2007) son ejemplos notorios de este fenómeno comercial. Compartiendo el subgénero found footage (metraje encontrado) con estas dos, este año se ha hablado mucho de Late Night with the Devil, producto dirigido, escrito y editado por los hermanos Colin y Cameron Cairnes.

El andar de esta película comenzó en el 2023, cuando se estrenó en el South by Southwest Film Festival (y posteriormente en el de Sitges) con comentarios muy positivos que alabaron las actuaciones de su reparto y su estética general, por lo que resultó un poco extraño que tardara un año completo para lograr un estreno limitado dentro de Estados Unidos, antes de ser ingresada al catálogo de la plataforma streaming especialista en productos de terror, Shudder. Fue esta ventana comercial de menos de un mes la que bastó para que los comentarios sobre ella se dispararan en las redes sociales, volviendo las miradas en su dirección, aumentando de manera significativa las reproducciones una vez que llegó al formato casero. Debido a este éxito viral es que fue adquirida para su distribución en salas de otros países, incluyendo el nuestro, donde se estrena este fin de semana.

En un subgénero que tiene muchos adeptos, pero que ha resultado repetitivo en su fórmula hasta el cansancio, la originalidad en este caso llega en el material que se ha “encontrado”. Después de cientos de producciones donde cámaras de circuito cerrado o videos encontrados en lugares que nunca se revelan, en esta ocasión la cinta nos muestra un supuesto documental con las grabaciones de un popular “Late Show” de nombre Night Owls with Jack Delroy, específicamente el de su transmisión de Halloween en 1977, que resultaría el último que se grabó. En una corta introducción, al más puro estilo E! True Hollywood Story, se indica que veremos imágenes detrás de cámaras de dicho episodio, mientras se narra el ascenso y posterior caída de popularidad del programa, mismos que, para hacernos sentir que estamos ante algo verdadero, se dice que llegó a competir directamente con el de Johnny Carson, quien fuera el rey de este tipo de programas en la vida real.

En este prólogo, se explica que el conductor Jack Delroy (David Dastmalchian) formaba parte de un exclusivo y misterioso grupo llamado The Grove, alrededor del cual se decían rumores de satanismo y cuestiones parecidas, de esas que causan excitación a los conspirafóbicos. Aun con las influencias ganadas gracias a su grupo, la vida del presentador pasaba por un mal momento debido a la enfermedad y posterior muerte de su esposa a causa del cáncer, sumando a esto, una baja considerable en sus audiencias pesaba sobre sus hombros. Obligándolo a volver por contrato, el presentador siente la presión de recuperar el éxito que alguna vez tuvo, a pesar de no encontrarse en su mejor momento emocional. Entonces se le ocurre la idea de que la transmisión de dicho episodio tenga temática acorde a ese día, por lo que la lista de invitados está conformada por personalidades como Christou (Fayssal Bazzi), un supuesto psíquico de dudosa reputación; Carmichael (Ian Bliss), un ex mago que ahora se dedica a desenmascarar charlatanes; pero, sobre todo, la Dra. June Ross-Mitchell (Laura Gordon) quien ha ganado notoriedad debido a un libro que escribió, basado en sus experiencias ayudando y estudiando a otra invitada, la adolescente Lilly D’abo (Ingrid Torelli), única sobreviviente de un suicidio colectivo de una secta, misma de la que se dice se encuentra poseída por el demonio Abraxas, a quien el grupo adoraba como su deidad. Conforme avanza la noche y los actos de cada uno son realizados, las cosas comenzaran a retorcerse una vez que se obliga a estas últimas a mostrar ante las cámaras la supuesta presencia que habita dentro de la joven, misma que parece estar muy cómoda y dispuesta a demostrar que lo que le sucede no se tratan de simples trucos y manipulaciones. Una vez que se ha llevado a cabo su “acto”, nada volverá a ser igual para todos los que se encuentran en el set de grabación, con misteriosas y mortales consecuencias para los presentes.

La premisa de esta cinta viene a embonar a la perfección con ese resurgimiento del cine de terror con tintes satánico-religiosos retro que ya vimos en The First Omen y, hasta cierto punto, en Immaculate este año, donde alguna presencia demoniaca es la causante de todo lo que vemos en pantalla. La diferencia en este caso, formato aparte, es que este guión basa su estructura apoyándose en una serie de referencias a personajes de la vida real en su primera mitad, para jugar con la idea de que lo que estamos viendo puede o no ser un fraude. Ejemplos de esto es el personaje de Carmichael, fuertemente inspirado en James Randi, un ex mago mundialmente conocido por su cruzada por desenmascarar a charlatanes fraudulentos que se decían psíquicos o poseedores de poderes paranormales; de la misma manera, el personaje central Jack Delroy tiene cierta influencia del presentador de la televisión australiana (país de los directores) Don Lane, quien acostumbraba invitar a este tipo de personajes a su show cada que podía, ya que era un gran fanático de lo paranormal; por su parte la Dra. Ross-Mitchell y la joven D’abo son una referencia directa al psicólogo Lawrence Pazder, quien escribió el ahora desacreditado libro Michelle Remembers, causante del pánico satanista a las sectas en los 80, en el cual narraba los supuestos recuerdos infantiles, recuperados con hipnosis, que logró  sustraer de Michelle Smith (con quien eventualmente se casó), en los que se descubrió que ella había sido entregada por su padre a un grupo que adoraba a deidades demoniacas. 

Con todo esto como base, los guionistas logran crear una historia que mantiene al espectador con los ojos pegados en la pantalla, mientras se separa de lo visto hasta el momento en este tipo de producciones, lo que la dota de cierta originalidad. Si digo cierta, es porque, a pesar de para el público masivo pueda ser desconocida, ya existe una producción para televisión con un formato parecido, llamada Ghostwatch (1992) donde un grupo de presentadores reales pretenden estar grabando un documental sobre una supuesta casa embrujada y que, como paralelismo extra, fue transmitida la noche de Halloween de aquel año, causando pánico debido a que muchos pensaron que se trataba de algo real. Aun con esto, no se resta valor a esta película que muy probablemente se transforme en eso pequeños productos que con el paso del tiempo tienden a volverse de culto y se habla de ellos en reuniones, gracias a dos aspectos principales que le brindan la fuerza para que esto suceda.

El primero es el atinado reparto que cumple sin problema con lo que se les ha exigido, comandados por un David Dastmalchian que bien podría dedicarse a la conducción si la actuación no llegara a ningún lado, quien demuestra una soltura y capacidad en este su primer protagónico, que nos hace pensar lo poco aprovechado que está en ese universo de super estrellas y galanes que es Hollywood; junto a él, Ingrid Torelli se lleva también las palmas con sus perturbadoras miradas que intentan ser inocentes, mientras hace mención a Mr. Wriggles (referencia directa al Captain Howdy de The Exorcist) y atraviesa la pantalla con el poder de sus ojos. 

Pero si hay algo que se debe aplaudir en esta ocasión es su cuidado y pulido diseño de producción y toda la atmosfera (efectos visuales incluidos) que se ha creado para que todo luzca tal cual lo hacía en la década de los 70 y no se pierda el encanto durante los poco más de 90 minutos que dura el metraje. En este sentido hay que aplaudir el trabajo de Otello Stolfo reconocido diseñador de arte en Europa que, debido a su trabajo en televisión previo al cine, logra capturar la esencia del programa y la época de una manera que te hace sentir que lo que ves fue grabado en esa década; a él debemos sumarle la gran fotografía que logró Matthew Temple, puesto que, a pesar de haber sido grabada en formato digital, ha logrado que se sienta el grano y antigüedad de una producción de aquella época sin el menor problema. Si lo que se busca es hacer creer (a pesar del desgaste del género y la imposibilidad de lograrlo en realidad) que estamos ante algo que sucedió en realidad, en este caso podemos decir que se ha logrado de sobra.

Como dije al inicio, Late Night with the Devil se estrena este fin en salas mexicanas y, como suele suceder con los productos que logran hacerse notar, se va a enfrentar a un mar de expectativas, por lo menos las que lleven los que se han enterado de ella o no la hayan visto en otro formato, por lo que posiblemente se desate la clásica conversación donde todos tienen algo que opinar, tanto a favor o en contra. Sea cual sea el veredicto personal del publico y dejando de lado la controversia alrededor de la cinta por el uso de AI en un par de escenas, esta es por mucho una de las ofertas mejor logradas en el cine de terror en lo que va del año, aun a pesar de que para muchos ya nada les pueda llegar a generar expectación o satisfacción. Posiblemente no la mas original y con algo de cansancio para con el estilo de grabación, pero por lo menos en esta ocasión se agradece que se haya intentado regalarnos algo diferente a lo que hacen todos los demás.