A la hora del café
El verano y la no procrastinación
¿Ustedes también sienten culpa de no ser altamente productivos cuando llegan tiempos de calma?
El verano inició y trae consigo la proximidad de las vacaciones para miles de estudiantes y docentes. Trae un poco de calma para padres de familia, quienes pueden darse permiso de tener a hijos en casa, quienes no, tendrán que buscar cursos de verano para mantenerlos ocupados y poder trabajar.
A algunas personas nos baja un poquito la carga laboral, no por completo. Pero, ¿qué hacemos en los tiempos muertos? En mi caso, leer y escribir. Pero aun así se llega a asomar la inquietud por no ser la misma persona productiva de siempre.
¿Nos educaron así? ¿Qué nos llevó a querer vivir en un tiempo tan vertiginoso? Una de las razones es la precariedad salarial. La Laguna es una de las zonas metropolitanas con menor salario promedio dentro de las regiones competitivas del país. Es mayor el salario en la región sureste de Coahuila.
La mayoría de los profesionistas que no trabajamos en el sector industrial, que es el área donde se encuentran los salarios más altos, tenemos que buscar trabajos alternos, tener dos o tres empleos para poder completar los gastos de un hogar, donde ambos padres de familia trabajan.
Otra de las razones es que no podemos permitirnos vacaciones no pagadas, vacaciones forzosas en empleos por contrato temporal, no significa disfrutar el tiempo libre. Significa angustiarse porque no se completarán los gastos.
Pero más allá del tema económico, vivimos en un mundo donde la competencia se filtra en las redes sociales, no queremos quedarnos atrás en muchos temas, nos obligamos a querer siempre producir algo, que no nos damos permiso de descansar, de gozar del ocio no solo los fines de semana.
México sigue siendo uno de los países con menos tiempo libre pagado. Aunque en este sexenio se logró aumentar las vacaciones a 12 días en el primer año laboral, en países europeos se puede gozar de más de 20 días y en ocasiones de 30 días al año. Estamos avanzando, porque ya existe la iniciativa de trabajar 40 horas a la semana y no 48.
En este panorama, deberíamos de darnos permiso de disfrutar eso tan extraño que es “no hacer nada” cuando exista la oportunidad, que será muy pocas veces. No hacer nada, que implique hacer lo que no cuesta trabajo, que ojalá no sea pasar horas en el celular. Disfrutar de un café, una lectura, una plática, cocinar un postre o ver una película sin la culpa de procrastinar todo el tiempo.
Twitter @Lavargasadri