Señora Influencer (2023)
Esta semana debería estar escribiendo sobre Napoleon de Ridley Scott, pero eso lo dejaré para la próxima semana. Esto porque no creo que vaya a desaparecer de cartelera para ese momento y porque por fin pude disfrutar completa (había visto una parte mientras esperaba por otra película) el inesperado fenómeno del cine mexicano, Señora Influencer de Carlos Santos.
A casi un mes de su estreno comercial tal vez muchos ya estén al tanto, por los comentarios en redes o la viralización de memes sobre el asunto, de que la cinta no es lo que nos han hecho creer en la (pésima) campaña promocional que se diseñó a su alrededor. Nunca sabremos lo que se esperaba al vendernos la película de esa manera, puede que haya sido planeado buscando sorprender al espectador (cosa que hace) una vez dentro de la sala; pero para eso se debe lograr primero que se pague un boleto, cosa que en mi caso jamás hubiera sucedido si el boca a boca no hubiera realizado un mejor trabajo que los anuncios en las salas de cine o los patéticos spots que se diseñaron para venderla. Esta historia es más, mucho más de lo que se puede esperar, todo dicho en el mejor de los sentidos.
Entonces, ¿estamos ante otro caso de trailer engañoso? No del todo, ya que lo que nos mostraron aparece en la cinta, pero es tan sólo la punta de un iceberg que llega muy profundo en aguas que abarcan diferentes géneros y capas en una historia que disecciona y critica comportamientos de la sociedad actual como pocas comedias (porque sí, lo es, oscura y retorcida, pero comedia) lo han hecho en nuestro país.
Para lograr esto, Carlos Santos escribió (teniendo siempre a su actriz protagonista en la cabeza para el personaje), la historia de Fátima Ferreira (Monica Huarte), una mujer en sus cuarentas a la que se le prohíbe de un día para otro seguir realizado su labor de voluntaria en un colegio, debido a una discusión con una de las alumnas mayores por una cuestión relacionada con un celular. Desde las primeras escenas se nos deja claro que ocurre algo con Fátima, pues su comportamiento, forma de hablar y vestirse no son los de una mujer de esa edad, cuestión que se aclara una vez que la vemos interactuar con su padre Joaquín (Leonardo Daniel), un renombrado director de cine que la sobreprotege y trata como si ella no fuera capaz de valerse por sí misma, mientras nos indica con sus comentarios que hay algo diferente con su hija, ya que habla sobre una medicación que necesita y un desagradable suceso anterior en el que parece que esta estuvo involucrada.
Es debido a esta situación que en la protagonista se despierta la curiosidad por hacerse con su primer celular, el que obtiene a escondidas de su padre, y motivo por el que descubre por primera vez ese mundo que representan las redes sociales, incluyendo a una whitexican, de las que vibran alto, coach de vida, gluten free, de nombre Jackie (Bárbara Lombardo) quien, con su programa de terapias para mejorar la vida de sus seguidores, la incita a buscar su mayor potencial. A partir de esta interacción, Fátima comienza, apoyada en la inocencia que la burbuja en la que ha vivido le brinda, su camino para volverse una influencer, situación que logra debido a su pelicular forma de comportarse y ver el mundo. A partir de este momento, una serie de personajes se presentarán en su vida, ya sea como oportunistas que buscan sacar un provecho de su nueva fama; otros, apoyándola en la forma de fanáticos que han comenzado a seguirla en sus redes; o atacándola escondidos desde atrás de un celular, en la manera de haters que se burlan de ella. Poco a poco, su mundo comienza a cambiar, al igual que lo hace ella misma, mostrando en ambos casos lo mejor que puede tener el mundo cibernético y la fama repentina; pero también los comportamientos más nocivos y tóxicos de la sociedad, así como los oscuros rincones de su propia personalidad, mismos que habían permanecido dormidos durante mucho tiempo.
Este, a grandes rasgos, es el inicio (sí, únicamente el inicio) de una trama, en una de esas películas en las cuales es mejor llegar a la sala con la menor cantidad de información posible para que las vueltas en el guión sean efectivas, pero al tanto de que lo que vamos a ver no es otra boba comedia mexicana, como tantas que se producen una tras otra cada año. No, aquí estamos hablando de un guión oscuro, apoyado en algunas secuencias de manufactura por demás original, que utiliza el brillo de la fama y una paleta de colores brillantes para disimular y esconder la oscuridad que habita en sus personajes. Una historia que coquetea con el terror psicológico, sin abandonar nunca su género principal y es esto lo que le permite avanzar, sin necesidad de apegarse a la realidad o lógica al 100%, ya que algunas situaciones se exageran o tienen resoluciones descabelladas, pero que funcionan en pro del mensaje que se busca transmitir.
En esta producción se proyectan y critican todos esos vicios de una juventud y sociedad en general que no puede vivir sin la tecnología, que han vuelto ídolos a seres que no tienen otro talento que el de capitalizar su figura a costa de lo que sea, sumergidos en un mundo superficial y hedonista donde el menor esfuerzo es recompensado por haberse vueltos famosos por el simple hecho de vender la imagen de lo que otros no pueden tener. Todo escupido en la pantalla de una manera tan cómicamente realista que es imposible no identificar personajes verdaderos o situaciones que ahora ya podemos considerar comunes, gracias al trabajo realizado por los relacionados en la película, que llena la pantalla de referencias fáciles de identificar, de una manera tan divertida y fluida que las risas, algunas incomodas, brotan ante lo atinado de unos diálogos que un maravilloso reparto aprovecha por completo.
Y este, a la par de su historia, es el punto más alto que logra separar a esta cinta del resto, su reparto. Aquí nadie sobra y todos destacan en las escenas que les corresponden. Macarena García Romero y Diana Carreiro brillan como ese par de influencers hermosas, aunque superficiales, que se aprovechan de la protagonista, al mismo tiempo que esconden del mundo sus propios problemas, tras las sonrisas de su feed de Instagram; Leonardo Daniel como el padre sobreprotector, pero ausente emocionalmente, capaz de lo que sea por volver a recuperar la relevancia como director que décadas atrás tuvo; los haters, en plural, logran capturar la esencia de sus respectivos estereotipos de una manera que nos recuerdan a esos seres con los que nos topamos todos los días y habitan por millones en esa jungla virtual que es el internet.
Todos cumpliendo con creces, pero honor a quien honor merece y este es el show de Monica Huarte, una actriz que inicio en el 2001, pero que hasta ahora ha logrado encontrar el papel de su carrera. Su “Fati Ferre” es uno de esos personajes que llegan pocas veces en la vida de los actores y que cuando se tiene el talento terminan encumbrando a sus intérpretes, como sucede en esta ocasión. Huarte aprovecha cada encuadre, cada secuencia para mostrar durante la transformación de su personaje las múltiples capas con las que cuenta. El dolor de la soledad y el rechazo, la emoción desmedida al ser “querida” por primera vez, el shock de saberse traicionada, la frustración al no tener la capacidad de comprender y defenderse de un mundo del que se le había mantenido alejada. Una actuación de aplauso que se beneficial del tono satírico y exagerado de su producción, para lograr que el público pase de compadecerla y amarla, para luego temerle en un par de minutos. La escena en solitario, después del plot twist principal, donde ella habla consigo misma, vale por si sola cada uno de los aplausos que la actriz ha recibido.
Posiblemente, cuando esto se publique, queden muy pocas salas o funciones donde se esté proyectando la cinta, pero nunca es tarde si se logra encontrar alguna donde puedan verla. Tal vez no la mejor película mexicana del año, pero si la más entretenida y actual que se verá este 2023. Un cine diferente, con un montaje original y una manufactura técnica atractiva, con excelentes actuaciones, que nos recuerda que en México hay talento dentro del cine comercial y que proyectos como este deben hacerse con mayor regularidad.