Saw X (2023)

Hace 19 años, previo a la celebridad, el director James Wan dirigió una pequeña cinta de terror/suspenso cuyo presupuesto apenas superaba el millón de dólares titulada Saw. Sin mucha publicidad, estrenada en octubre junto a otras del estilo, se convirtió debido al boca en boca en un enorme éxito de taquilla, así como un clásico del género que sería imitado y parodiado hasta la saciedad, debido a su estilizada estética gore, montaje engañoso que jugaba con el espectador, un final por demás efectivo y a la creación de un interesante villano con un marcado y retorcido código moral, que al instante pasó a formar parte del selecto grupo de asesinos cinematográficos legendarios, John Kramer aka Jigsaw.

A pesar de no contar con el respaldo de la crítica, casi dos décadas después y un sinnúmero de económicamente exitosas (algunas más que otras) secuelas, precuelas y recuelas, ha llegado a la pantalla la décima (si, décima, porque tanto en el terror como en las cintas de acción el límite al parecer no existe) entrega de los personajes que conforman este universo, retomando (después de las dos anteriores) la numeración en su título, llamándose Saw X.

Los que hemos seguido la franquicia, sabemos y estamos acostumbrados a que esta, debido al destino que tuvo el personaje central, se lleven a cabo en diferentes épocas. Algunas se han realizado con historias que tocan temas previos a la primera, otras han utilizado varias líneas temporales, mientras el resto tan sólo continúan con la cronología; punto aparte, los personajes también han cambiado y aumentado su número, pues una vez que Jigsaw fallece (se sabe desde la primera entrega que padece un cáncer terminal imposible de curar y que es el detonante de todo lo que hemos visto en pantalla) se nos han mostrado sucesores, aprendices e imitadores.

Pues esta ocasión, en lo que parecía un intento desesperado por repetir un recurso ya utilizado, la historia toma lugar entre Saw (2004) y Saw 2 (2005), en una precuela/secuela donde podemos ver todavía con vida a John Kramer (Tobin Bell repitiendo su icónico papel), después de haber realizado sus primeros juegos macabros, quien, gracias a un compañero de su grupo de apoyo para pacientes con cáncer,  Henry Kessler  (Michael Beach) descubre un tratamiento innovador, aunque secreto, que se lleva a cabo en diversas ciudades fuera de Estados Unidos, lejos del escrutinio de las organizaciones de salud y farmacéuticas que buscan echar por tierra sus descubrimientos. John se inscribe en dicho programa y guiado por la Dr, Cecilia Pederson (Synnøve Macody) se le indica que es México (que mejor lugar para procedimientos clandestinos) el país donde se llevará a cabo su tratamiento. Una vez que ha llegado y comienza el proceso que finaliza en una cirugía cerebral, junto a un medicamento revolucionario, John recupera la ilusión de una vida más larga y plena. Por diversas cuestiones que no mencionaré, nuestro asesino moral descubre que todo fue un engaño, su tumor no fue extirpado y el tratamiento no funciona, lo que activa su instinto de venganza, provocando el inicio de un nuevo juego, comenzando con la caza de los relacionados en el fraude en el que le fueron robados miles de dólares pero, sobre todo, las ultimas esperanzas que le quedaban.

Para lograr su objetivo, se apoya en su fiel aprendiz Amanda Young (Shawnee Smith) y la información que le brinda el detective Mark Hoffman (Costas Mandylor). Una vez que el grupo ha sido capturado y llevado al lugar donde serán puestos a prueba, no es necesario decir que la cantidad de sangre, mutilaciones y desmembramientos mantienen el nivel de sus predecesoras, aunque con una atmosfera más austera, lo que encaja con las dos primeras cintas. No contaré nada más, ya que al espectador le toca ver por sí mismos el orden de las muertes, la originalidad de las trampas y el resultado final de esta producción.

Aunque parezca que estamos ante más de lo mismo (lo que es verdad hasta cierto punto), en esta ocasión el director Kevin Greutert (responsable de las partes VI y VII), junto a los guionistas Josh Stolberg y Pete Goldfinger (creadores de los libretos de las únicas dos con títulos diferentes, Jigsaw y Spiral: From the Book of Saw), logran es esta décima entrega, en su primer acto, dotar al personaje central de cierta humanidad que te hace empatizar con él, ya que te conmueves al verlo emocionarse ante la posibilidad de curarse, así como molestarte con los que lo han estafado y compadecerte de él, todo un logro, ya que todos sabemos que para esa época, John Kramer ya ha dejado numerosos cadáveres regados por ahí. Esta faceta vulnerable y matices en el personaje, le permite a Tobin Bell demostrar un alcance histriónico que hasta el momento nos habían mantenido ocultos, más allá del miedo que pudiera proyectarnos con su calmada crueldad.

La creación de una antagonista que se encuentra a la altura del protagonista es otro aspecto que sobresale en esta cinta. Si bien en todas existen personajes con una escala de valores cuestionables que por momentos pareciera equiparar a Jigsaw, es en esta ocasión cuando se nos ha dado una verdadera rival para el asesino que nunca ha matado directamente a nadie (recordemos que todas sus victimas han tenido la oportunidad de sobrevivir, pero han decidido no seguir el juego como se debe y eso ocasiona sus muertes). Su falta de escrúpulos, facilidad para manipular a los demás y sangre fría para accionar, resultan totalmente atractivos cuando vemos que es la única que se mantiene estoica, sin mostrar en realidad miedo por la mente maestra creadora de esos juegos mortales. Synnøve Macody borda tan bien su personaje, que pareciera no estar actuando, lo cual es algo en extremo positivo en un género donde la exageración se da en casi todos los productos.

Puede que el resto de la cinta sea repetitiva al compararse con sus predecesoras, eso no se puede negar, que a estas alturas sea casi imposible realizar algo que se vuelva memorable debido a la gran cantidad de películas que ya se han hecho para esta saga pero, definitivamente, tal vez por que ya no se espera nada de ella, esta resulta más funcional y efectiva que la mayoría de las que se nos han brindado. Fiel al estilo que caracterizó a la primera, sirviendo como un homenaje nostálgico al resto debido al regreso de algunos personajes y a los principios básicos de estos, junto a un primer acto donde se muestran algunos aspectos emocionales que complementan otros tantos que se nos han dado a lo largo de los años, apoyando con todo lo anterior a un segundo y tercer acto donde el actuar de los protagonistas es mas coherente y entendible que las ultimas ocasiones que han alargado la franquicia.

Saw X es una película que va a funcionar mayormente entre los fanáticos de esta historia, porque después de tantas vueltas y enredos en cada una de sus partes, incluso para los que hemos visto todas nos resulta complicado recordar cada situación y detalle; pero para los amantes del gore que la vean sin tener toda la historia completa, también puede resultarles disfrutable. Mucha sangre, códigos morales, personajes despreciables, originales y muy creativas máquinas de muerte, como se nos ha acostumbrado; pero yendo un poco más lejos, más profundo y mejor realizado. Sin ser la joya del género que se estaba esperando, por mucho la mejor de las secuelas de la cinta del 2004. Posiblemente no suceda, pero en este caso sería un muy buen cierre para la historia de Jigsaw.